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Pobreza Del Lenguaje


Enviado por   •  30 de Marzo de 2014  •  1.896 Palabras (8 Páginas)  •  488 Visitas

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Concepción, Chile, lunes 29 de diciembre de 2003

Pobreza de vocabulario y abuso de groserías

Televisión principal culpable

de mal hablar de chilenos

• La mala calidad de la educación y la incapacidad para expresarse en el lenguaje adecuado de acuerdo al contexto discursivo, aparecen como los problemas de fondo.

Por Roberto Fernández

Un vocabulario cada vez más pobre y el aumento del uso de groserías en sectores educados son la señal de alerta que ven los expertos frente a un fenómeno preocupante: los chilenos están hablando cada día peor. Frente a esto, responsabilizan a los medios de comunicación, especialmente a la televisión, de masificar estos vicios, así como al sistema educacional, por las serias deficiencias en la enseñanza del idioma.

La "cuestión", la "cosa", el "coso", la "güeá" y otros vocablos que no significan nada pero que se usan para designarlo todo, son el más claro ejemplo de ese léxico restringido que tienen muchos chilenos. Esto, según el profesor de literatura, académico de la lengua y director del Departamento de Español de la Universidad de Concepción, Mauricio Ostria, tiene que ver con la poca lectura y la vulgarización de los contenidos de la televisión, uno de los principales agentes socializadores, por su alta penetración en todos los sectores sociales.

Pero el problema de fondo, según el mismo Ostria en coincidencia con el profesor de Castellano, periodista y docente de la Universidad del Desarrollo, Alfredo Barría, es la calidad de la educación. "El lenguaje de una sociedad es el reflejo de su cultura. Nuestro idioma es muy bello, es muy rico, pero lamentablemente usamos muy poco de él", agregó Barría.

Ostria afirmó que la masificación de la enseñanza primaria y secundaria en los años sesenta, niveló hacia abajo el sistema, en buena medida porque se hizo más difícil enseñar a cursos más grandes y porque la capacitación de los profesores fue y sigue siendo dispareja.

Como lo recreó Barría, los efectos de esta combinación de factores se pueden observar al escuchar conversaciones informales de jóvenes estudiantes de Periodismo:

-Hola güeón

-Quiu güeón

-¿Cómo estai güeón?

-Bien güeón

-¿Pa onde vai?

-Pal centro

Quizás más grave que eso, es escuchar a periodistas deportivos de televisión decir en una transmisión en vivo cerca de 15 veces la palabra estadio en apenas un minuto, según constató el también periodista y docente de la Universidad del Desarrollo, Carlos Godoy, quien afirmó que ve con preocupación el nivel de los alumnos que llegan a primer año.

El profesional hizo una diferencia, sin embargo, entre los periodistas -más cultos- y otros personajes "que pululan por la televisión y la radio, como el Rumpy o (Eduardo) Bonvallet. La coprolalia (proferir obscenidades) empezó con programas que se decían de avanzada, pero que utilizaban un lenguaje soez. Hoy la máxima expresión de eso es el espacio de Kike Morandé, quien se ríe porque lo critican y lo califican de chabacano y anuncia que en un programa no se va a decir ninguna grosería. Varios humoristas basan su trabajo en la grosería desnuda."

"Yo estoy seguro que lo que dicen esos personajes en la televisión equivale a 10 horas de clases de un profesor de Castellano. Lo que expresa un Morandé, la gente -especialmente los niños y los incultos- se lo traga, en cambio, el profesor tiene que obligar a sus alumnos a que reciban lo que les enseña", expresó Barría.

De esta forma, los tres expertos concordaron en que la televisión no está cumpliendo su triple función de informar, entretener y educar, olvidándose de esta última.

Para Ostria, los chilenos tienen problemas de competencia discursiva, lo que significa, en palabras simples, que no distinguimos el lenguaje a utilizar dependiendo de dónde y con quién estamos hablando, lo que coloca a todo en un mismo nivel, siempre coloquial, en una conversación con el jefe, con un desconocido, ante un público o con un amigo.

Las jergas

"Hay maneras de expresarse que son ordinarias, como el zezeo, la she por la che, el nadien, el se me le olvidó o el cardo por el caldo, usos que son aceptables en ciertos grupos sociales y en determinados ámbitos discursivos, pero no en una entrevista de trabajo, por ejemplo, entonces lo que hay que lograr es que los jóvenes puedan diferenciar entre decir fúrbol, cuando están con sus amigos y pronunciar fútbol en situaciones más formales", sostuvo Ostria.

En ese sentido, el clasismo no perdona cuando se trata de usos, y la discriminación tiene en el idioma un aliado, pues el cómo hablamos nos retrata a la perfección y mediante el lenguaje podemos saber el origen y el nivel educacional de una persona.

En el lado opuesto están las jergas, como en las pandillas, donde las palabras son deformadas y combinadas con coa (expresiones del hampa), como "mina" o "tira", para identificarse, sin embargo, es tan dinámico, que apenas estas expresiones trascienden a la comunidad, los grupos ya tienen nuevos vocablos sustitutos. Se pronuncian con la boca casi cerrada, de una forma que para el de

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