Poesia desde el 39 hasta la actualidad

El desarrollo de la poesía contenido desde 39 hasta la actualidad, esta caracterizado por establecerse en un ambiente condicionado por cambios radicales constantes en la situación política y social, que influyen directamente a la evolución de la lírica comprendida en dichas épocas.

En un comienzo, tras una guerra civil devastadora, España se encuentra en una situación decadente con pobreza y hambrunas generales en todo el país, proclamándose el inicio del nuevo régimen franquista, caracterizado por ser dictatorial. Por lo que supuso un aislamiento internacional, y una censura en todo ámbito periodístico y artístico, habiendo así una gran censura en la poesía, lo que produjo el alejamiento de lo que se llevaba a cabo anteriormente a la guerra, comenzando nuevas temáticas en el género lirico durante la década de los 40.

Esta poesía de principios del régimen franquista, debido a lo anteriormente comentado, estará influenciado además por la muerte de referentes como Unamuno, Valle-Inclán, o Lorca. Y el exilio de muchos otros, contrarios al régimen, como Max Aub o Rafael Alberti, por lo que se generó una dispersión de los integrantes tan consolidados de la generación del 27.

De este modo, en la lírica de la posguerra, se realizará por un lado una poesía de exilio, que aunque tenían diferentes tendencias literarias, denunciaron el nuevo régimen, expresando algunos autores como León Felipe una gran dignación por los sucesos en la península, u otros como Pedro Grafías que expresan una tristeza por la tierra perdida.

Por otro lado, en España, el escritor y filólogo español Damaso Alonso, determinará la poesía de esta década en dos corrientes distintas. En un primer lugar establece una poesía arraigada, caracterizada por ser más fiel al nuevo régimen, exaltando la nación española, cuyas obras tienen un estilo (sonetos, decasílabos) y temas (amor, belleza, religión) con un carácter más clásico, destacando autores como Luis Rosales, autor de la obra La Casa Encendida, o el autor Leopoldo Panero, con su obra Fluir de España. En un segundo lugar, establece la corriente literaria denominada poesía desarraigada, en la que se encuentran autores que expresan un desencanto con la situación social del país, manifestando una tristeza y desasosiego constante en sus obras, evitando realizar denuncias más directas al régimen, debido a la gran censura mencionada antes. Sobresale el autor Damaso Alonso, con su obra Hijos de la Ira, en la que expresa una gran tristeza, trasmitiendo un mensaje desesperanzador con el poema perteneciente a dicha obra Insomnio, además de resaltar también a los autores Miguel Hernández (Nanas a una Cebolla) y Vicente Aleixandre (La destrucción o el amor).

En las décadas de los 50 y 60, la literatura en general, estará más comprometida con la situación social de España durante el régimen franquista, debido al haber una menor censura, por lo que se empezará a realizar una mínima denuncia al régimen.

Surgiendo así, una poesía social caracteriza por un lenguaje sencillo y coloquial, mayor preocupación por el contenido que por la forma y, por momentos, tendencia a la narración.  Teniendo como objetivo llegar al mayor número de personas y contribuir a la creación de la conciencia social que permita transformar la situación decadente que atravesaba España. Siendo los temas, generalmente, la miseria, la injusticia y la necesidad de solidaridad. Los autores más destacados de este movimiento son Blas de Otero, que evoluciono desde su poesía desarraigada a una con mayor compromiso social (La inmensa mayoría) y Gabriel Celaya, con su obra La poesía es un arma cargada de futuro, en la que revindica el mayor uso de la poesía para causas sociales.

Del mismo modo, poco tiempo después surge una nueva corriente literaria conocida como la generación del 55, en la que se desarrolla una poesía basada en la experiencia personal del autor, habiendo una gran cantidad de autores, cada poeta empleando sus propios estilos y temas, pero por lo general predomina la utilización del humor y de la ironía para criticar diversas cuestiones, además de la realización de reflexiones metafísicas. El lenguaje de esta corriente tiene un equilibrio entre lo poético y lo coloquial, siendo por lo tanto un lenguaje elaborado, pero sin dificultades. Destaca el escritor Gil de Biedma, autor de la obra Compañeros de viaje, que trata la comunicación entre seres, con un enfoque individual (recuerdos) propio de dicha generación, más aún en su obra modalidades, realiza una crítica a la sociedad catalana, por lo que abarca varios temas. Después se encuentra el autor Ángel González, poeta el cual evoluciona de la poesía social a la poesía de la experiencia, cuyo estilo concretamente es reflexivo, profundo, con tono crítico, irónico, destaca su obra Áspero Mundo.

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