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Primavera silenciosa


Enviado por   •  28 de Julio de 2019  •  Ensayos  •  7.772 Palabras (32 Páginas)  •  261 Visitas

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Año de la lucha contra la corrupción e impunidad”

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      Universidad Nacional de la Amazonía Peruana

SEDE YURIMAGUAS – ESCUELA PROFESIONAL DE AGRONOMÍA

 

ESCUELA                        : Agronomía.

TÍTULO                                : Primavera Silenciosa

CATEDRÁTICA                        : Ing. Aldi Guerra Teixeira

ALUMNO                                : Luis Cesar Gonzales Saavedra.

CICLO                                : IX.

Yurimaguas

Loreto

Perú

PRIMAVERA SILENCIOSA

RACHEL L. CARSON

  1. FÁBULA PARA EL DÍA DE MAÑANA

Capítulo de introducción donde la autora, a través de una narración detallada, hace un contraste entre el tiempo pasado, en el cual toda existencia parecía vivir en armonía con lo que lo rodeaba. Un mundo ideal  donde la naturaleza y el hombre vivían en confraternidad, una primavera llena de belleza, colores y  ruidos. De otro lado, de pronto, todo se secó, como si un maleficio se había adueñado del lugar, destruyendo plantas y animales de todo tipo y hasta la vida misma del hombre. Era una primavera sin voces ni colores ni belleza, todo era silencio. Un polvo blanco caído desde el cielo como nieve era el causante de tal desgracia. Era el hombre mismo quien causó tal silencio.

¿Qué es lo que ha silenciado las voces de la primavera en incontables ciudades de Norteamérica? El libro trata de explicarlo.

  1. LA NECESIDAD DE SOSTENERSE

Este capítulo trata de cómo el hombre, en un corto periodo de tiempo del siglo pasado, y podría decirse también de este siglo, ha adquirido significativo poder para alterar la naturaleza de su mundo.

El más alarmante de todos los atentados del hombre contra de sus circunstancia, es la contaminación del aire, la tierra, los ríos y el mar con peligrosas y  hasta letales materias, la misma que parece irreparable .

En esta contaminación  universal del medioambiente, la química es la siniestra y poco conocida participante de la radiación en el cambio de la verdadera naturaleza del mundo. Los productos químicos se diseminan por los sembrados, o por los bosques, o por los jardines, se alojan durante largo y tiempo en las cosechas y penetran en los organismos vivos, pasando de uno a otro en cadena de envenenamiento y de muerte. O se infiltran misteriosamente por los arroyos  subterráneos hasta que emergen mediante la transmutación del aire y el sol, se combinan en nuevas formas que matan la vegetación, enferman el ganado y realizan un desconocido ataque en aquellos que beben de los antaño puros manantiales. Como dijo Albert Shcweitzer: “El hombre difícilmente puede reconocer los daños de su propia obra”

En esta lucha del hombre contra la naturaleza, desde 1940 se han creado unos 200 productos para matar insectos, destruir malezas, roedores y otros organismos calificados en el mundo moderno de “plagas”, y que son vendidos bajo varios miles de nombres y acepciones distintas, los mismos que no deberían llamarse insecticidas sino biocidas, por los daños que causan no solo a los insectos malos, sino a todo ser viviente.  ¿Cómo pueden los seres inteligentes tratar de dominar unas cuantas especies molestas por un método que contamine todo lo que les rodea y les atraiga la amenaza de un mal incluso de la muerte de su propia especie?

Dice la autora: “No es mi propósito que los insecticidas químicos deban ser descartados siempre. De lo que estoy en contra es de haber puesto potentes productos químicos ponzoñosos, sin discriminación, en manos de personas total o casi completamente ignorantes de su poder dañino. Hemos subordinado enormes cantidades de personas al contacto con tales venenos, sin su consentimiento, y con frecuencia, sin su conocimiento. Estoy en contra asimismo, de que se permita que esos productos químicos sean usados con poca o ninguna investigación previa de sus efectos en las cosechas, en el agua, en la vida animal y en el propio hombre”.

  1. ELIXIRES DE LA MUERTE

Este capítulo trata de cómo, actualmente,  el ser humano está ahora sujeto al contacto con peligrosos productos químicos, desde su nacimiento hasta su muerte. Los plaguicidas sintéticos se encuentran virtualmente por todas partes incluso se ha impregnado hasta en los tejidos humanos, hasta el punto que los hombres de ciencias que efectúan experimentos animales han encontrado casi imposible localizar a seres libres de tal contaminación.

Todo esto ha producido a causa de la súbita aparición y del prodigioso crecimiento de una industria de fabricación de materias sintéticas con propiedades insecticidas, producto en parte por la segunda guerra mundial. El resultado fue un interminable río de insecticidas sintéticos producidos en laboratorios. Estos eran derivados de productos presentados naturalmente en minerales y en plantas: compuestos de arsénico, cobre, plomo, magneso, zinc y otros minerales.

Nuevos y más perjudiciales productos e añaden cada año a la lista y se discurren nuevos usos, de forma que el contacto con tales materiales se ha convertido en prácticamente universal.  Si vamos a vivir en y tanta intimidad con esos productos químicos, comiéndolos, bebiéndolos,  y absorbiéndolos en el auténtico tuétano de los huesos, mejor será que conozcamos algo acerca de su naturaleza algo acerca de su naturaleza y poder. Los elixires de la muerte:

  • El primero entre todos ellos es el arsénico, todavía el ingrediente básico  de una variedad de destructores de malezas e insectos. Un mineral altamente tóxico, fue el primer reconocido elemento cancerígeno. Están registradas epidemias de envenenamiento crónico del arsénico que envolvía a la totalidad de las poblaciones durante largas épocas. A pesar de tales antecedentes, el riego y pulverizaciones arsenicales son ampliamente usados.
  • Los insecticidas modernos son todavía más mortíferos. La inmensa mayoría están comprendidos en uno de los dos grandes grupos de productos químicos. Uno, representado por el DDT (dicloro – difenil- tricloro – estano ), es conocido como el hidrocarburo clorado. El otro grupo está compuesto   por los insecticidas de fósforo orgánico y representado por los nombres, razonablemente familiares, de malatión y paratión, insecticidas que por contener carbono se clasifican como orgánicos.
  • El DDT están utilizado universalmente que en la mayoría de opiniones toma el aspecto de familiar e inofensivo. Sin embargo, una de sus siniestras características es la manera con que pasan de un organismo a otro a través de todas las conexiones de la cadena de alimentos. A través de tal proceso de transferencia, que arranca de una pequeñísima proporción de DDT, puede llegarse a una altísima concentración.
  • El clordano, otro hidrocarburo clorado, tiene, como todos, los desagradables atributos del DDT más unos cuantos que son de peculiar propiedad. Sus residuos son largamente persistentes en la tierra, en los restos de alimentos o en las superficies de los cuerpos en que puedan ser aplicados, aunque son también completamente volátiles, y el envenenamiento por inhalación es un peligro definitivo para cualquiera que los maneje o se exponga a ellos. Sus depósitos crecen en el cuerpo en forma acumulativa.
  • El dieldrín, así llamado por el nombre de un químico alemán, Diesl, es alrededor de 5 veces más tóxico que el DDT cuando se traga. Pero 40 veces más tóxico cuando es absorbido por la piel en una solución. Como otros hidrocarburos clorados, sus efectos incluyen graves daños en el hígado. La larga duración de sus residuos y lo efectivo de su acción hacen del dieldrín uno de los insecticidas más usados hoy en día, a pesar de la lamentable destrucción de la vida salvaje que ha seguido a su empleo.
  • El aldrín es un producto un tanto misterios, porque aunque existe como entidad separada, posee una relación cercana  con el dieldrín. Cuando se sacan zanahorias de un terreno tratado con aldrín, se les encuentran residuos de dieldrín. Tal cambio ocurre en tejidos vivos y también en la tierra. El aldrín, como la mayor parte de este grupo de insecticidas, proyecta una sombra amenazadora del futuro, la sombra de la esterilidad.
  • El endrín, es el más tóxico de todos los hidrocarburos clorados. Aunque desde el aspecto químico está bastante emparentado con el dieldrín, un pequeño cambio en su estructura molecular le hace 5 veces más venenoso.
  • El paratión es uno de los fosfatos orgánicos más ampliamente usados. También es uno de los más potentes y peligrosos. Las abejas se convierten en ferozmente agitadas y belicosas en contacto con él, efectúan frenéticos movimientos para limpiarse y en media hora están próximas a la muerte. El paratión y otros productos químicos del mismo grupo se descomponen bastante rápidamente. Sus residuos en las cosechas donde son aplicados tiene por consiguiente una permanencia relativamente bastante corta, comparados con los hidrocarburos clorados. Sin embargo, subsisten lo bastante para proporcionar riesgos y producir consecuencias que oscilan entre simplemente graves y fatales.
  •  El malatión, otro de los fosfatos orgánicos, es casi tan familiar al público como el DDT, y es usado ampliamente por jardineros como insecticida casero o en pulverizaciones contra mosquitos y en tales cantidades que se aproxima al millón de acres. Se considera el menos tóxico de estos productos químicos y mucha gente cree que puede usarlo sin tasa ni temor al peligro. Los anuncios comerciales les animan a esta tranquila actitud.

Hasta aquí, solo hemos estado hablando de los productos bioquímicos mortales empleados en nuestra guerra contra los insectos. ¿Qué hay acerca de nuestra simultanea lucha contra las malas hierbas?

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