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Quien Se Ha Llevado Mi Queso


Enviado por   •  2 de Diciembre de 2014  •  1.541 Palabras (7 Páginas)  •  204 Visitas

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Érase una vez, hace mucho tiempo, en un país muy lejano, vivían cuarto pequeños personajes que recorrían un laberinto buscando el queso que los alimentara y los hiciera sentirse felices.

Dos de ellos eran ratones y se llamaban "Fisgón y Escurridizo", y los otros dos eran liliputienses, seres tan pequeños como los ratones, pero cuyo aspecto y forma de actuar se parecía mucho a las gentes de hoy en día. Se llaman "Hem y Haw".

Debido a su pequeño tamaño, sería fácil no darse cuenta de lo que estaban haciendo los cuatro. Pero si se miraba con la suficiente atención, se descubrirían las cosas más extraordinarias.

Por muy diferentes que eran los ratones y los liliputienses, tenían algo en común: cada mañana, se colocaban sus atuendos y sus zapatillas de correr por el laberinto en busca de su queso favorito.

A pesar de todo, Fisgón, Escurridizo, Hem y Haw terminaron por encontrar el camino hacia lo que estaban buscando. Cada uno encontró un día su propia clase de queso al final de uno de los pasadizos, en el depósito de Queso Q.

Pero al cabo de un tiempo, los liliputienses establecieron una rutina diferente.

Hem y Haw se levantaban cada día con algo más de lentitud y, en lugar de correr, caminaban hacia el depósito de Queso Q. Después de todo, ahora ya sabían dónde estaba el queso y cómo llegar hasta él.

Para sentirse todavía más cómodos, Hem y Haw decoraron las paredes con frases y hasta dibujaron imágenes del queso a su alrededor, lo que los hacía sonreír. Una de aquellas frases decía: Tener queso te hace Feliz.

Poco a poco, la seguridad que Hem y Haw tenían en sí mismos se fue convirtiendo en la arrogancia propia del éxito.

Por su parte, Fisgón y Escurridizo continuaron con su rutina a medida que pasaba el tiempo.

Cada mañana llegaban temprano, husmeaban, marcaban la zona e iban de un lado a otro del depósito de queso Q, comprobando si se había producido algún cambio con respecto a la situación del día anterior.

Una mañana llegaron al depósito de Queso Q y descubrieron que no había queso.

No se sorprendieron. Desde que Fisgón y Escurridizo empezaron a notar que la provisión de queso disminuía cada día que pasaba, se habían preparado para lo inevitable y supieron instintivamente qué tenían que hacer.

Los ratones no se entretuvieron en analizar demasiado las cosas.

Para ellos, tanto el problema como la respuesta eran bien simples. La situación en el depósito de Queso Q había cambiado. Así pues, Fisgón y Escurridizo decidieron cambiar.

Algo más tarde, ese mismo día, Hem y Haw llegaron al depósito de Queso Q.

No estaban preparados para lo que descubrieron.

¡Qué! ¿No hay Queso? ---gritó Hem, y siguió gritando---

¿Quién se ha llevado mi Queso?

Se quedó allí de pie durante largo rato, como petrificado por la conmoción. No estaba preparado para esto.

Hem y Haw regresaron aquella noche a sus casas hambrientos y desanimados. Pero antes de marcharse, Haw escribió en la pared: Cuanto más importante es el queso para ti, tanto más deseas conservarlo.

Haw abrió los ojos, miró a su alrededor y dijo:

--Y, a propósito, ¿dónde están Fisgón y Escurridizo? ¿Crees que ellos saben algo que nosotros no sepamos?

Mientras Hem y Haw seguían tratando de decidir qué hacer, fisgón y escurridizo ya hacía tiempo que se habían puesto patas a la obra.

No pensaban en ninguna otra cosa que no fuese encontrar Queso Nuevo.

Lanzaron gritos de alegría. Habían encontrado lo que estaban buscando: una gran reserva de Queso Nuevo.

Mientras tanto, Hem y Haw seguían en el depósito de Queso Q, evaluando su situación y regresaban cada día al depósito de Queso Q, donde se limitaban a esperar.

--¿Sabes?—dijo un día Hem--, si nos esforzásemos un poco más quizá descubriríamos que las cosas no han cambiado tanto. Probablemente, el Queso está cerca. Es posible que lo escondieran detrás de la pared.

Así que a partir de entonces, empezaron a trabajar más pronto y más duro y se quedaron hasta más tarde. Pero, al cabo de un tiempo, lo único que habían conseguido era hacer un gran agujero en la pared.

Cuando Hem vio a su amigo calzándose las zapatillas, le preguntó: --No pensarás en serio en volver a intentar en ese laberinto, ¿verdad? ¿Por qué no te limitas a esperar aquí conmigo hasta que nos devuelvan el queso?

--A veces, las cosas cambian y ya nunca más vuelven a ser como antes --dijo Haw--.

Haw se echó a reír con fuerza y exclamó: --¡Es hora de explorar el laberinto!

Hem no se rió ni dijo nada.

Antes de partir, Haw tomó una piedra pequeña y afilada y escribió un pensamiento muy serio en la pared, para darle a Hem algo en qué pensar: Si no cambias, te puedes extinguir.

Haw se sintió más ansioso y se preguntó si realmente deseaba internarse en el laberinto. Escribió una frase en la pared, por delante de él, y se quedó mirándola fijamente durante un tiempo:

¿Qué harías si no tuvieras miedo?

Algo más tarde, después de no haber encontrado Queso alguno durante lo que le parecía mucho tiempo, Haw se encontró finalmente

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