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UN CASO INSOLITO


Enviado por   •  12 de Febrero de 2018  •  Ensayos  •  5.174 Palabras (21 Páginas)  •  82 Visitas

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UN CASO INSOLITO

He revuelto toda la casa, buscando todo y no buscando nada, María me mira me da la impresión que piensa que estoy loca o tal vez siente lástima, que se yo… siento un ruido en la otra habitación, corro para ver si allí está, pero es el gato que movió la silla, dejando caer la correa de Alfredo, dejada ahí desde hace tanto tiempo.

Vuelvo a entrar al cuarto donde el anciano yace inmóvil, inerte, la policía no llega y los médicos no quieren proceder, nadie sabe qué ha pasado, y yo, la única pista que tengo es ese vaso sucio debajo de la cama, pero ¿cómo llegó ahí?  y ¿quién sirvió la leche?, será cierto que estaba envenenada y si es así ¿quién hizo esto?, es algo que no me puedo imaginar;

Podrás creer que llevo 15 años en esta casa y nunca me había enterado que tenía una caja fuerte y peor aún llena de joyas y dinero.

María me mira de reojos, ella sabe que me van a culpar, desconfiaran de mí,

 -claro si yo he cuidado al anciano todo el tiempo y nunca me separo de él; sólo esta mañana cuando Salí a comprar el medicamento para el estreñimiento, que no dejaba dormir a don José, me aparte de él.

Me pregunto por qué no esperé a que llegara el mensajero o por qué no llamé a la Droguería, que me trajeran un domicilio, pero es que ella insistió tanto en que se lo diera, que me convenció; bueno y dónde está ella, qué se hizo? Con tanto enredo, con tanto aturdimiento no había pensado en ella, si yo la dejé aquí, por qué se fue, por qué no ayudó a don José; ¿Será que ella vio quien entró?;

-María, María ven acá  -grito a la pobre niña asustada- ¿Tu sabes dónde está la enfermera que vino a tomarle la presión a don José? ¿La viste salir?  -Habla muchacha, dime algo que pueda resolver todo este enredo.

Siento que me ahogo y que estoy sin aliento, y toda esta angustia ha impedido que pueda llorar y eso aumenta más las dudas que hay en mi contra; todos han comenzado a llegar y lo primero que hacen es preguntarme, ¿por qué no estaba con él?,  ¿qué  quién me había dado permiso de salir?, como si a ellos les hubiera interesado alguna vez la salud de don José, si sólo se aparecían el día del padre con una camisa o con unas chanclas que él nunca usaría, sólo para disminuir el peso de sus conciencias por haberlo sometido a tanta soledad.

Por fin llega la policía y María corre a esconderse, yo sé que ella vio algo y no quiere decir, ella es la hija de la lavandera, no te había dicho cierto, y siempre está aquí, porque don José le regala galletas y ordena que le den comida.

El policía me interroga acerca de lo sucedido y constatan mis huellas para ver si están en la puerta de la caja fuerte, que aún está abierta, pero sin nada adentro y me pregunta, que ¿Qué había adentro? Cómo si yo supiera.

Una de las hijas de don José, le responde al policía: - ahí estaban las joyas de la familia, las escrituras de la casa y unos 20 millones de pesos, que mi papá se negó a guardarlos en el banco.

Me vuelven a mirar y yo no sé nada, será que tu si me crees yo no sabia nada de eso y me duele que la única persona que me puede defender está ahí tirado, sin vida, en esa cama, envenenado para robarle esas cosas que parecen para ellos más importantes que la vida de don José.

En la habitación ahí un policía moreno, de voz ronca y mirada penetrante, quien dice algo coherente con la situación, él opina que si yo tuviera algo que ver no estaría allí, sino que hubiera huido con el o los asesinos.

María entra al cuarto y dice en voz baja, pero que es posible escuchar: - yo sé que pasó. Fue la enfermera, la del pelo amarillo, ella me dijo que fuera a jugar, pero yo me asomé por la ventana y ella le echó unas gotas al jugo y se puso a hablar por celular, y después llegó un señor y abrió la caja y ella gritaba: ¡lo hicimos¡lo hicimos¡  lo malo fue que don José se despertó, entonces ella le dio el jugo y tiro el vaso debajo de la cama.

Metieron todo en un maletín y se fueron en una moto, después llegó Bertha pero ya don José estaba muerto.

El policía escribió todo pero dijo que María sólo tenía 12 años para testificar y que además era muy peligroso exponerla.

Bertha Quiroga, suena tan raro mi nombre cuando el policía dice: debe acompañarnos señora Bertha Quiroga Pertuz está arrestada por el presunto asesinato del señor José González Castro, que se dio por envenenamiento.

Hoy estoy aquí en la cárcel esperando un milagro de Dios, o que se yo que la justicia haga su parte y encuentre a esa enfermera, para que confiese y diga la verdad de lo ocurrido aquella tarde en que mi único error fue haber ido a la farmacia para ayudar a don José…

Hoy es domingo día de visitas, pero a mí no me viene a visitar nadie, tristemente no me casé y perdí todo contacto con mi familia cuando me vine para la ciudad a cambiar de ambiente o a buscar futuro como decían en mi pueblo cuando alguien se venía para la gran urbe.

Te reirás de mi vocabulario, pero no creas que es frase mía, nooooo eso se lo escuche a don José que me decía: “dejaste de ser pueblerina cuando te viniste para la gran urbe”.

Han pasado seis meses de la muerte de don José, me han anunciado que me llevaran a juicio porque hasta el momento los hijos de él no se han retractado de la denuncia en mi contra; el abogado que me han asignado me mira y me pregunta: ¿quiere contarme algo que no haya dicho o sigue con el mismo testimonio?

Lo miro fijamente, porque sé que no me cree y como me va a defender sino cree en mi inocencia.

En la mañana tuve la oportunidad de conversar con mi compañera de celda y me decía que había matado a su esposo, cortándole el cuello y como disfrutó al ver la sangre correr y al desgraciado pedir ayuda, la cual ella sabía que no iba a llegar, porque se había asegurado de encontrarse sola en la casa con él; no sé si sentí miedo o lastima de ella porque a pesar de haberlo matado, todavía sufría por su engaño. Todavía recordaba que lo había visto en el bar, “los amantes furtivos” con su comadre, a la cual recordaba como la zorra de mi comadre, que era más fea que ella y que ni moverlo sabría….

Y recordaba que se había ido para la casa a preparar la comida y esperar que su marido llegara para cortarle las bolas, para que pagara su traición y no es que nunca antes lo hubiera hecho, uff ella estaba cansada de eso, pero es que esta vez fue con su comadre, uy su comadre a la que ella le había contado tantas veces sus infidelidades.

En un momento en que Dora paró de hablar, me atreví a preguntarle por su comadre y qué había pasado con ella.

Dora hizo una mueca en su cara de desgano y de triunfo a la vez y me respondió: ahhh no a ella simplemente la arrastré, le marqué la cara y le grité delante de todo el mundo incluido mi compadre Julito, el pobre que no lo podía creer, que su mujer andaba de farra con el mío, que ya no lo iba a contar, porque había pasado a mejor vida; y en ese momento llegó la policía y me detuvo por asesinato en primer grado en la vida de Pedro Romero García.

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