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Una gran diversidad de culturas


Enviado por   •  3 de Octubre de 2012  •  5.798 Palabras (24 Páginas)  •  390 Visitas

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CULTURA:

Una gran diversidad de culturas habitó nuestro territorio antes de la llegada de los españoles, algunas tan avanzadas y sofisticadas como las que produjeron la estatuaria de San Agustín en el Huila, las tumbas de Tierradentro en el Cauca, o la Ciudad Perdida (Buritaca 2000) en la Sierra Nevada de Santa Marta.

Con la Conquista y la Colonia, llegaron los blancos europeos de España, quienes a su vez trajeron esclavos de África. Es por ello que Colombia es un país multiétnico y pluricultural, donde cada región posee rasgos propios que la distinguen de sus vecinas.

Así, se puede hablar de una cultura andina, en la que se siente con mayor fuerza el ancestro europeo; de una cultura Caribe, amalgama de herencias indígenas y africanas; de una cultura Pacífica, de raigambre africana y de la cultura de la Orinoquía y Amazonía, esencialmente indígena.

Este complejo mestizaje encuentra su expresión no sólo en las tradiciones, artesanías y gastronomía colombianas, sino también en sus artes desde la arquitectura, la pintura y la escultura hasta la literatura, el cine y la fotografía, pasando por la música, la danza y el teatro.

Colombia es el hogar de más de 87 pueblos indígenas que usan 64 lenguas nativas pertenecientes a 22 familias lingüísticas; también, de varios millones de afrocolombianos; de más de 30 millones de mestizos; de 12 mil gitanos y de núcleos de inmigrantes en diferentes regiones. En el archipiélago de San Andrés y Providencia, la población mayoritariamente raizal habla inglés

La Economía Colombiana

Con el año que acaba de terminar se completa uno de los periodos de expansión económica más prolongados de las últimas décadas. En Colombia esto ha sido particularmente cierto, pues después del desempeño mediocre de los ochenta y la montaña rusa de los noventa el país completa ya 6 años de expansión continua.

Sin embargo, el ciclo económico es inevitable y las economía ya se encuentra sobre una senda descendente ¿Qué tan fuerte será la caída? ¿Será prolongada? Son preguntas pertinentes, cuya respuesta hay que buscarla en la magnitud y características de los desbalances acumulados durante la expansión y la naturaleza de los choques externos que enfrentamos y enfrentaremos a lo largo del año.

El déficit en cuenta corriente se ha ampliado, el endeudamiento de los hogares y las firmas se ha incrementado, la tasa de cambio real se ha apreciado y la inflación se ha mostrado renuente a continuar su trayectoria descendente. Todos ellos síntomas claros de un crecimiento económico vigoroso, por encima del potencial, soportado por la demanda interna y la disponibilidad de recursos externos.

Así, a diferencia de muchos países Latinoamericanos y Asiáticos, Colombia no ha crecido generando superávits en cuenta corriente. En otras palabras, mientras en Colombia el exceso de inversión sobre el ahorro doméstico se ha suplido con ahorro externo en estos países este no ha sido el caso. El crecimiento en las economías con superávit parece entonces responder a una dinámica de exports lead growth.

Desde este punto de vista la economía colombiana luce más vulnerable que sus pares a un menor flujo o salidas de capitales, situación bastante probable dado el contexto externo. Sin embargo, la dinámica exportadora de los países con superávit obedece en mayor medida a precios de las materias primas históricamente altos y menos a una sofisticación de los productos de exportación.

Como lo menciona Ocampo (2007), el excepcional crecimiento en América Latina ha estado determinado por la convergencia de dos elementos, altos precios de las materias primas y condiciones de financiamiento externas favorables. Al respecto Österholm y Zettelmeyer (2007) calculan que entre el 50% y 60% del crecimiento económico en América Latina entre 1994 y 2006 estuvo explicado por factores externos.

Estos autores muestran además como Colombia es más sensible, en términos de crecimiento del PIB, a incrementos en la aversión global al riesgo mientras que Perú, Chile y México lo son a caídas en los precios de las materias primas.

Entonces, ¿cómo puede desenvolverse la economía colombiana ante este viraje de las condiciones externas?

La literatura sobre las crisis de balanza de pagos y las crisis financieras es amplia. Los hechos estilizados de las crisis de los noventa (Tornell y Westermann, 2005), muestran que estos eventos estuvieron antecedidos por crecimiento acelerado del crédito, deterioro de la cuenta corriente, apreciación de la tasa de cambio real y abundancia de capitales. Elementos presentes en la coyuntura colombiana.

Lo anterior llevaría a pensar entonces que con el choque externo negativo que supone la crisis de los mercados financieros originada en EE.UU sería inevitable que la economía colombiana entrará en recesión.

Sin embargo, hay hechos notables sobre los cuales se ha hecho poco énfasis y que sugieren que si bien la economía colombiana crecerá menos debido a la situación externa, de ninguna manera enfrentara una recesión. Un aterrizaje suave, en palabras de Greenspan, parece bastante probable.

El primer hecho importante es que aun cuando la cuenta corriente se ha deteriorado, la magnitud y velocidad a la que lo ha hecho es a todas luces inferior a la sufrida durante los noventa. Es decir, la economía ha crecido más rápido, la inversión casi se ha duplicado como porcentaje del PIB y el déficit en cuenta corriente hasta ahora ha llegado a 3.4% del PIB, lejos del 6% y 7% alcanzado en la primera mitad de los noventa cuando crecíamos menos.

El segundo punto importante es que si bien la tasa de cambio real se ha apreciado, impulsada principalmente por la apreciación nominal, no hay evidencia contundente que señale que esta se encuentra sobrevalorada. Los estudios recientes del Banco de la República (Echavarría, López, Misas, 2007) así lo muestran.

La relación de transables y no transables tampoco apunta en la dirección de una gran apreciación. Por último, después de la recesión de 1999 la productividad ha crecido a registros históricamente altos y por lo tanto estaría operando el conocido efecto Balassa-Samuelson.

Así, lo que se estaría observando son desalineamientos temporales ocasionados por los diferenciales de tasas de interés que gracias a la flexibilidad cambiaria se corrigen en menor tiempo que en los regímenes fijos y semi fijos del pasado, donde era necesario devaluar, ocasionando así un sesgo inflacionario en la política además de ir en detrimento de

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