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Actividad Adquisición Del Conocimiento Etapa 3


Enviado por   •  11 de Marzo de 2015  •  1.806 Palabras (8 Páginas)  •  575 Visitas

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Descartes nació el 31 de marzo de 1596 en La Haye, en la Turena francesa.

Ingresó al Colegio de La Fléche, fundado por jesuitas en 1604, en 1606 y permanece en él hasta 1614. El curso de Filosofía que siguió Descartes duraba 3 años en el primero se dedicaba al estudio de la sobras lógicas de Aristóteles, el segundo se estudiaba Física y eran muy semejantes en los tres años. Hasta los dieciséis años, estudiando luego Derecho en la Universidad de Poitiers.

Descartes no recibió en La Fléche ninguna de las ideas o inquietudes que comenzaban a agitar los tiempos modernos. Quizá a ello se deba a la escasez de referencia a la obra de sus contemporáneos.

Poco tiempo después de salir de La Fléche aprueba Descartes su licenciatura en Derecho en la Universidad de Poitiers (1616)

Pronto amplió tan ambicioso plan al concebir la posibilidad de encontrar un método para el descubrimiento de la verdad en cualquier rama de la ciencia. Se apodera entonces de él una especie de entusiasmo místico, como si el descubrimiento le hubiera salvado de una crisis espiritual.

Desde 1619 a 1628, Descartes de dedica a viajar. Estuvo en Italia y en París. Se cree que fue entonces cuando compuso las “Reglas para la dirección del Espíritu” Descartes permanece en Holanda durante 20 años, si bien cambia de casa 20 veces a fin de no renunciar a la intranquilidad.

El primer trabajo de consideración de Descartes fue una cosmología que tituló: “Le Monde, ou Traite de la lumieré”.

Y en 1637 aparecen de forma anónima, tres ensayos titulados: “La dióptrica”, “los meteoros”, y “La Geometría”. Los tres ensayos iban precedidos del presente “Discurso del Método”.

Las “Meditaciones de prima philosophia” aparecieron, conjuntamente con las objeciones y las respuestas de Descartes, el año de 1641, en París. Mientras Descartes se entregaba por completo a sus meditaciones y estudios, aumentaba la pasión en la defensa y el ataque de sus ideas.

Viajó a Estocolmo para visitar a la Reina de Suecia donde murió de una pulmonía el 11 de Febrero de 1650 a los 53 años de edad.

El buen sentido es la cosa que mejor repartida está en el mundo, pues todos juzgan que poseen buena provisión de él. No basta ciertamente en tener buen entendimiento y buen sentido: lo principal es aplicarlo bien. Pero, puedo decir que pienso que ha sido gran fortuna para mi haberme hallado desde joven en ciertos caminos que me han conducido a consideraciones y máximas con las cuales he formado un método que parece haberme dado un medio para aumentar gradualmente mi conocimiento.

No es, pues, mi propósito enseñar aquí el método que cada cual debe seguir para dirigir bien su razón, sino solo exponer de que manera he tratado de conducir la mía. Me embargaban, en efecto, tantas dudas y errores que no había conseguido más provecho que el reconocer más y más mi ignorancia.

Podría encontrar mucha mas verdad en los razonamientos que cada uno hace sobre los asuntos que le importan y cuyo resultado será su castigo si ha juzgado mal, que en los que hace su gabinete un hombre de letras sobre especulaciones que no producen efecto alguno y ningún resultado puede darle como no sea el de inspirarle tanta más vanidad cuanto más de aparten del sentido común, puesto que habría tenido que emplear mucho mas ingenio y artificio para intentar hacerla verosímiles.

Después de haber empleado algunos años estudiando en el libro del mundo y tratando de adquirir alguna experiencia, tomé un dia la resolución de estudiar también en mí mismo y de emplear todas las fuerzas de mi espíritu en la elección del camino que debía seguir.

Esto fue causa de que pensase que era necesario buscar algún otro método que, reuniendo las ventajas de los anteriores, estuviera libre de sus defectos. Consistía el primero en no admitir jamás como verdadera cosa alguna sin conocer con evidencia lo que era. El segundo, en dividir cada una de las dificultades que examinare en tantas partes como fuese posible y en cuantas requiriese su mejor solución. El tercero, en conducir ordenadamente mis pensamientos. Y el último, en hacer en todo, enumeraciones tan completas y revisiones tan generales que estuvieras seguro de no omitir nada.

Pero lo que mas me satisfacía de este método, era que con él estaba seguro de emplear mi razón en todo, si no perfectamente, al menos en lo mejor que fuera posible.

No se si debo hablarles de las primeras meditaciones que hice. Sin embargo, me siento obligado a hablar de ellas para que se pueda juzgar si los fundamentos que he adoptado son lo bastante sólidos. Después de esto consideré, lo que se requiere para que una proposición sea verdadera y ciertas. Pensé que debía ser también en qué consistía esa certeza. Reflexioné después que no era mi ser del todo perfecto, pues advertía claramente que hay mayor perfección en conocer que en dudar, y entonces trate de indagar por donde había yo aprendido a pensar en alfo mas perfecto que yo.

Pues si hubiera sido yo solo e independiente de todo otro, de tal suerte que de mi mismo procediese lo poco que participaba del Ser perfecto, hubiera podido tener por

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