Analisis de argumentacion
milagroannyTrabajo15 de Septiembre de 2014
900 Palabras (4 Páginas)299 Visitas
ANALISIS DE ARGUMENTACION
La argumentación ha sido, desde los inicios de la cultura occidental, una herramienta fundamental de pensamiento y parte de los estudios universitarios que hoy en día enfrentan diversos retos, algunos de los cuales requieren del desarrollo de esta habilidad.
Sin embargo, la investigación en México sobre este tema es prácticamente nula. En este artículo se comenta brevemente el estado del arte que guarda la investigación sobre argumentación en América Latina.
Introducción
Desde prácticamente los inicios de la cultura occidental como la conocemos, en la Grecia del siglo IV, a. C., el ejercicio de la argumentación ha formado parte de la educación humana, incluso, como afirma Nietzsche (1872/2000), no sólo como una parte complementaria, sino fundamental de la misma: “La formación del hombre antiguo culmina habitualmente en la retórica: es la suprema actividad espiritual del hombre político bien formado, ¡una idea para nosotros muy extraña!”.
La argumentación, como se entiende aquí y desde Aristóteles y en la Retórica clásica, consiste en la capacidad de pensar y deliberar sobre lo particular y contingente, en oposición al pensamiento lógico que se ocupa de lo universal y necesario. La argumentación, desde esta perspectiva, se encarga no sólo de convencer al intelecto, sino también de mover las emociones en pro de una causa (véase Beuchot 1998, 2002, 2005, 2006; Beuchot y Arenas-Dolz, 2008, Ramírez, 2001, 2003, 2008, y Perelaman 1967, entre otros). Esto es lo que, partiendo de este punto de vista y de estos autores, consideramos como lo característico y valioso de la argumentación. Por eso el modo de pensar de la Retórica, esto es, la argumentación, fue considerado fundamental para la actividad política y cívica (moral) de los seres humanos, pues los objetos de estas no son necesarios sino contingentes, debatibles, cuestionables; en oposición a los objetos de la ciencia que son regulares y necesarios, por lo que se basan en la prueba y la demostración más que en la argumentación y, por ende, parte indispensable de la educación del ciudadano.
Por ello, desde la antigua Grecia, pasando por Roma y durante la Edad Media, la Retórica, como teoría y ciencia de la argumentación, fue un elemento importante de la educación. De ello se encargaron los sofistas y por ello se llegó a su inclusión como parte del Trivium medieval.
Sin embargo, desde los inicios de la modernidad, hacia el siglo XVI o XVII, este modo de pensar, la Retórica, comenzó a desaparecer del sistema educativo y del ambiente intelectual en general, siendo desplazada por la investigación empírica y la racionalidad lógico-matemática que podemos denominar “argumentación científica” que demuestra, pero no convence, que está orientada únicamente a la razón y trata sobre aquello que no puede ser de otra manera y que es regular
Este modelo de racionalidad que podemos caracterizar, no sin complicaciones, como la racionalidad moderna, tiene su máximo momento en el surgimiento del positivismo en el siglo XIX y el positivismo lógico del siglo XX. En este momento la lógica de la demostración, de la búsqueda de leyes universales y el manejo de pruebas que demuestren los hechos, alcanzó su máximo nivel. Pero es en esos mismos siglos que la insuficiencia de esta “racionalidad moderna” para explicar los
hechos de la vida social ha derivado en diversas vías de construcción de “nuevas racionalidades”. Surgen así, por ejemplo, la creación de lógicas epistémicas (Hintikka), modales (Lewis y Langford), lógicas especiales (Jauch), lógicas deónticas (Von Wright), lógicas polivalentes (Lukatieviks) y lógicas difusas (Zadeh), entre otras, que buscaban una ampliación de la racionalidad moderna
para lograr abarcar problemas más humanos, como son los problemas morales, pedagógicos, políticos,
...