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Antepasados Del Conocimiento


Enviado por   •  24 de Mayo de 2013  •  5.742 Palabras (23 Páginas)  •  622 Visitas

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LOS ANTEPASADOS DEL CONOCIMIENTO CIENTÍFICO

Pablo Cazau

Lo que hoy llamamos conocimiento científico es un producto relativamente reciente en la historia de la humanidad, y tiene sus orígenes en otras formas de conocimiento como el saber cotidiano, la mitología y la filosofía con los cuales presenta algunas semejanzas y diferencias.

En la época de los egipcios, de los griegos y aún en la Edad Media no existía la ciencia o por lo menos lo que hoy entendemos habitualmente como conocimiento científico. Existían, si, otras formas de conocimiento que de alguna manera son los antepasados del saber científico, ya que la ciencia no ha surgido de la nada y ha heredado algunas de sus características, al propio tiempo que ha incorporado otras nuevas con el fin de aumentar su conocimiento del mundo y la posibilidad de su transformación, para bien o para mal. La presente nota intenta hacer un breve rastreo histórico de esas formas de conocimiento pre científico para, finalmente, describir el sentido actual de lo que hoy entendemos por ciencia.

El surgimiento del pensamiento científico en el renacimiento, no significó la muerte de las formas anteriores del conocimiento, del mismo modo que el nacimiento de un nieto no significa la muerte del abuelo. Hoy en día se mantiene viva, en los umbrales del tercer milenio, la gran familia del saber: el bisabuelo (Saber cotidiano), el abuelo (los mitos y la religión), el padre (la filosofía) y el hijo (la ciencia) que aun está en pañales y que como todo bebé en sus momentos difíciles, suele recurrir a alguno de sus antepasados vivientes. En nuestra caracterización de cada una de estas formas de conocimiento tomaremos como punto de referencia varios parámetros en función de los cuales los diferenciaremos: su finalidad (especulativa, práctica, explicativa), sus fundamentos (experiencias, mágicos, racionales) y su grado de dogmaticidad.

EL CONOCIMIENTO COTIDIANO

Podemos considerar al saber cotidiano como el más antiguo de todos y cabe suponer que existe desde los albores de la humanidad. Algunas veces fue llamado también “sentido común” y otras “saber vulgar” y aún “saber pre-científico” (no nos gustan estás dos últimas denominaciones: la primera por su connotación desvalorizadora y la segunda por ser excesivamente amplia, ya que hay otras formas de conocimiento, además del saber cotidiano, que también precedieron cronológicamente a la ciencia, como los mitos y la filosofía.

Hemos preferido otra denominación habitual, la de “conocimiento cotidiano” porque hace hincapié en la idea que es un conocimiento que usamos todos los días, más allá de sí somos filósofos, científicos, artesanos o simples peones. De hecho, es perfectamente concebible que durante todo el día un eminente científico, luego de investigar la efectividad de una droga que favorezca la coagulación sanguínea en un gran laboratorio (saber científico), llegue a su casa, se corte el cuchillo y se aplique el viejo remedio que su padre le enseño, para detener la hemorragia (saber cotidiano).

Ernest Nagel nos indica acertadamente que:

“La adquisición de un conocimiento confiable acerca de muchos aspectos del mundo ciertamente no comenzó con el advenimiento de la ciencia moderna y el uso consiente de sus métodos. En realidad muchos hombres, en cada generación, repiten durante sus vidas la historia de la especie: se las ingenian para asegurarse habilidades y una información adecuada, sin el beneficio de la educación científica y sin adoptar premeditadamente modos científicos de proceder” .

El conocimiento cotidiano es por ejemplo saber que cuando sopla viento del sudeste tendremos tormenta, saber que si uno pone los dedos en el enchufe se electrocuta, saber que si nos aplicamos una barra de azufre desaparecerá el dolor muscular, saber que si a una persona la halagamos probablemente consigamos que nos haga algún favor, etc. Para todo ello no necesitamos haber estudiado ninguna ciencia formal o fáctica, vale decir, el saber cotidiano no es aún necesariamente saber científico.

Cabe la siguiente duda: Cuando yo aprendo algo porque se lo escuché al Dr. Socolinsky en la televisión ¿Es eso conocimiento cotidiano o conocimiento científico? Respuesta: en principio sigue tratándose de conocimiento cotidiano, ya que no obtuvimos ese conocimiento aplicando el “método científico” sino que lo hemos incorporado por la vía de una autoridad en la que confiamos. Ese conocimiento solo es científico en la medida en que fue producido por el investigador que escribió un artículo que luego leyó el Dr. Socolinsky y que luego este nos lo transmitió a nosotros. Y así, lo que caracteriza el saber cotidiano, entre otras cosas útiles tanto si vienen del Dr. Socolinsky como si vienen de la abuela y solemos poner ambos saberes en un mismo rango de importancia. Vamos a caracterizar con mayor precisión este saber cotidiano a partir de cuatro características, tres positivas y una negativa: práctico, dogmático, experiencial y no explicativo.

1. El saber cotidiano es PRÁCTICO

La finalidad principal del saber cotidiano es obtener información para producir algún resultado útil, y poder movernos así en el mundo de todos los días. Solo secundariamente puede estar motivado por la simple curiosidad o el afán de saber por el saber mismo. Conocer qué colectivo conviene tomar para viajar sentado, o saber como se hace un huevo frito o como se cambia la rueda al coche no es el resultado de algún impulso epistemológico o de una sed de conocimiento por el conocimiento en sí, sino una exigencia de la vida diaria. Por ese motivo, el saber cotidiano es universal, es decir patrimonio de todas las personas, más allá de su grado de instrucción e incluso de sus predilecciones vocacionales, ya que por ejemplo, una persona puede no tener vocación ni interés por el arte culinario, pero si por las circunstancias de la vida está obligado a cocinar, deberá incorporar este saber a los efectos de su supervivencia. En suma detrás del saber cotidiano debemos ver no un afán especulativo por conocer, sino un afán por dominar nuestro entorno, por ejercer un poder que nos permite sobrevivir, o al menos vivir mejor.

2. El saber cotidiano es DOGMÁTICO

Un saber dogmático es un saber que no cuestiona, no se critica, no se discute, y su lema es “las cosas son así y punto”. Desde ya cuando decimos que el saber cotidiano es dogmático estamos queriendo decir que tiene una tendencia a serlo, que es más fuerte que la tendencia a la rectificación. Dentro de nuestro conocimiento diario,

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