CIRCULO DE VIENA
jhonn31111 de Noviembre de 2012
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INTRODUCCION
Es frecuente que exista una distancia enorme entre lo que opina el común de las personas respecto de aquello que se está gestando en las altas esferas intelectuales. Generalmente, esperamos que esas altas esferas que están pensando nuestra sociedad sean las de los políticos o figuras influyentes en nuestra cotidianeidad. En realidad, eso no ocurre en la mayoría de los casos. El pensamiento se está gestando en sujetos un tanto aislados, un poco provocadores, y que causan rechazo al orden que se quiere mantener por la seguridad pública; estos hombres han sido y son los filósofos.
En algún momento fueron requeridos por un sistema religioso que concentró todos sus esfuerzos en transformarlos en “semidioses” -intérpretes de toda verdad, conocedores de una concepción metafísica del mundo, es decir, incognoscible e inalcanzable-; sin duda, esta época terminó.
Fueron los mismos filósofos, cierto grupo, quienes fueron ampliando su comprensión de la “realidad”; porque el fin en sí mismo del saber lo exige en esta profesión, en la que engañarse no adelanta. Haciendo uso de diferentes ámbitos del conocimiento -la matemática, el lenguaje, la física y la razón misma- dieron vuelta al sentido de la vida y se convirtieron además en “científicos”.
En los años de entreguerras dieron a luz una nueva era del pensamiento humano, que para nosotros parece tan cotidiana, actualmente. Y por supuesto -como todo aquello que se descubre- provoca desconfianza, rompe los esquemas y las instituciones, y a todos los que de ellas se benefician.Su nombre: El Círculo de Viena.
INDICE
1. Antecedentes Históricos
2. Los comienzos del circulo de Viena
3. El Positivismo Lógico Del Círculo De Viena
3.1 Sus principales pensadores
3.2 Sus raíces y fuentes de inspiración
3.3 Su proyecto
3.4 Sus principales características
3.5 Etapas del Positivismo Lógico
4. La visión científica del mundo
5. Principios filosóficos del Círculo de Viena
6. El criterio empírico del significado
7. Valoración final o conclusión
CIRCULO DE VIENA
1. Antecedentes Históricos
En este tema se estudia el nacimiento de la moderna filosofía de la ciencia. En opinión de Mariano Artigas, “el nacimiento y desarrollo de la ciencia experimental a partir del siglo XVII ha estado frecuentemente acompañado de polémicas filosóficas, y no pocas posturas filosóficas de la época moderna han representado, en parte, intentos diversos de solucionar esas polémicas”. Resolver las diferentes polémicas filosóficas ha hecho que en la época reciente se constituyese “la filosofía de la ciencia como disciplina autónoma, que ha dado lugar a la aparición de un nuevo tipo de dedicación profesional”.
La aparición de este nuevo tipo de filósofo suele estar ligada a las actividades del círculo de Viena “que contribuyeron decisivamente a la consolidación de la filosofía de la ciencia como disciplina autónoma”. Desde esas actividades surgieron nuevas figuras que, ancladas en las consideraciones iníciales de la filosofía neopositivista del Círculo intenta responder a la cuestión de qué es la actividad científica y cual es su racionalidad propia. Heredan de la visión positivista que la ciencia es el paradigma de la objetividad y de la racionalidad.
Los conceptos a priori
El racionalismo. Los conceptos a priori son ideas que, según se afirma, no se derivan de la experiencia sensible sino que son producidas independientemente por la razón o por el intelecto. Los racionalistas admiten que algunos conceptos son empíricos (por ejemplo que derivamos nuestra idea de lo rojo de nuestra experiencia de ver objetos rojos), pero mantienen que el conocimiento que tenemos del mundo también implica conceptos a priori como los de causa y sustancia.
El empirismo. Bajo este enfoque es fundamental negar la existencia de tales ideas. Los empiristas, por tanto, argumentan que o bien los pretendidos conceptos a priori pueden ser analizados o descompuestos en una combinación de conceptos más simples que se derivan de la experiencia, o bien en ocasiones, de manera más radical, que no son conceptos genuinos (por ejemplo, que «Sustancia», en cuanto que término metafísico, es simplemente una palabra a la que no se puede asignar ningún significado).
Los enunciados a priori
El empirismo. Generalmente se está de acuerdo en que todas las verdades necesarias son a priori puesto que de la experiencia lo único que podemos aprender es que ha ocurrido y que es probable que ocurra, y no que deba ser así. Los empiristas, que creen que no tenemos ningún medio de adquirir conocimiento, excepto mediante la observación de lo que ocurre realmente, afirman que las verdades necesarias son verdaderas por definición, o analíticas.
El racionalismo. Los racionalistas mantienen que algunos enunciados a priori son sintéticos; esto es, que nos dicen algo acerca de la naturaleza del mundo. La aserción “todo evento debe tener una causa” por ejemplo, se ha dicho que es un principio auto evidente de este tipo: a priori porque establece una conexión necesaria, y sintético porque no es simplemente verdadero por definición (como “todo efecto tiene una causa”).
Nota final: Es característico del empirismo negar que la razón pueda asegurarnos la verdad de un enunciado genuinamente sintético y, por tanto, que cualquier proposición pueda ser a la vez a priori y sintética.
Como bien apunta Bedford, “como resultado de su desacuerdo en estas cuestiones de principio, racionalistas y empiristas tienen actitudes muy distintas respecto a la ciencia natural y la metafísica”. En otras palabras,
Los racionalistas se han inclinado, hablando en general, a pensar que las creencias basadas en la experiencia estaban infectadas por el error. Para ellos, no se puede obtener el entendimiento del mundo mediante la percepción sensible, que es confusa, sino mediante la especulación metafísica. Pero precisamente porque la metafísica pretende proporcionar conocimiento de una realidad que trasciende la experiencia, la investigación metafísica depende de que tengamos conceptos a priori.
La tradición empirista ha sido por tanto antagonista de la metafísica, y le ha dado a la ciencia un alto valor como medio de adquisición del conocimiento.
La filosofía del siglo XX tiene varios hitos fundamentales. Uno de ellos nace a principios de siglos en Viena. Durante el siglo anterior, el XIX, la filosofía idealista se enfrento frontalmente con los intereses científicos. En ese punto, la filosofía parece desligarse de la ciencia y de las preocupaciones de ésta; poco a poco se ambas disciplinas van haciendo autónomas y no dependen tanto una de la otra. Los idealistas, que no parecen ir en contra de las pretensiones y los avances que desde el siglo XVII iban produciendo en las diferentes disciplinas científicas, dirigen la filosofía por caminos distintos a los científicos.
Ahora bien, esta separación es momentánea. Un nuevo movimiento filosófico está fraguando un modelo de comprensión del problema novedoso. Nace, entonces, lo que se ha llamado la moderna filosofía de la ciencia. Ésta se apoya en el creciente auge de las disciplinas científicas y su cada vez mayor influencia en el conocimiento del mundo y de la naturaleza. Eran pensadores fascinados por la fuerza de la experiencia en la comprobación y por el avance que ese método proporcionaba a las disciplinas científicas.
Junto con la predilección por las disciplinas científicas, hay también un auge de la lógica apoyada en las matemáticas, que convierten esta disciplina filosófica en el método adecuado para el conocimiento de la realidad y en una forma de verificación nueva. En este punto aparecen las figuras de Wittgenstein, Russell y Whitehead que contribuyen al desarrollo de esta nueva lógica. Convierten las proposiciones del lenguaje en módulos a través de los cuales puede encerrarse la realidad. La verificación de éstas hace posible saber que proposiciones pueden ser dichas y tienen sentido y cuales no.
El avance de las disciplinas científicas y el nacimiento de esta nueva concepción de la lógica hacen que nazcan aires filosóficos nuevos. Sin la conjunción de estos dos parámetros en el tiempo, no era posible que surgiese una nueva concepción del quehacer filosófico. Sólo falta que un grupo de personas se unan y crean que es posible realizar esos cambios. Y así es; un grupo de jóvenes filósofos, la mayoría de ellos provenientes de disciplinas científicas estaban dispuestos a poner en orden todo el conocimiento científico y descubrir la verdadera esencia de su método.
A primeros de siglo y durante el tiempo de entreguerras “la reflexión sobre el método científico recibe un impulso decisivo. Durante este periodo el centro principal de la filosofía de la ciencia es la Universidad de Viena donde un grupo de científicos y filósofos” se reunían bajo la inspiración de la ciencia y el deseo de unificar el pensamiento científico. Todo parecía apuntar que la consolidación de la nueva forma de pensar requería un conjunto de personas dispuestas a secundar la misma idea y alguien capaz de unificar los nuevos criterios.
¿Quién fue
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