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Pérez Garrido Raul

Dignidad humana y trascendencia

1. Descubrimiento de la alteridad-mismidad

El yo-para-mí es el sujeto activo y único cuya experiencia es inmanente a la vida misma, pues “yo no dejo de vivirme a mí mismo por dentro”. Para esta instancia es imposible reducirse a un objeto pasivo o imagen externa, aun cuando no le es dado vivir todo respecto de si, en su aspecto creador reside su inagotabilidad.

• El yo-para-otro es aquello de la persona que es puesto en común, con la capacidad de ser expresado y comunicable.
• El otro-para-mi es el yo del otro que me es transmitido, cercano, asequible.

Se puede decir que el yo-para-mí constituye la intrapersonalidad, la relación más pura con uno mismo, mientras el yo-para-otro y el otro-para-mi permiten establecer en forma fáctica las relaciones interpersonales.

1. Autoconciencia: lo que se de mí, lo que se del otro

Asimismo, al hablar de condición humana resulta ineludible toparse con los eternos problemas sobre aquello que guarda el corazón humano. Existen diferentes catalizadores de autognosis, como el insight, las situaciones límite y las experiencias cumbre, y cada experiencia posee un impacto de diferente alcance y profundidad en la vida del individuo y la formación de su persona.

El hombre es el ser que da razón del ser, el ser de la palabra, que piensa y cuestiona su propia existencia; en el responsabilizarse de ella reside su dignidad constitutiva, como el poder, la fuerza capaz de romper con las etiquetas que le encierran.

Cada hombre carga con la encomienda no solamente de hacerse a sí mismo, sino de conocerse en la medida en que se proyecta, aunque en ese camino de autoconocimiento ha de enfrentarse a obstáculos tan humanos como su deseo de ser. Existen 3 primordiales:

1. La desesperación: la incapacidad del hombre para aceptarse a sí mismo al no ser capaz de renunciar a los imposibles.
2. La alienación: el estado mental del individuo cuando se encuentra separado de su humanidad esencial, al ser incapaz de vivir una vida plenamente humana.
3. Las relaciones de poder: permiten al sujeto dar sentido a las confesiones hechas a la figura de autoridad y así revelar la verdad acerca de nosotros mismos.

3. Lenguaje: encuentro del yo con el otro

El lenguaje en tanto hablado por un solo individuo o como el juego completo de los hábitos de un solo individuo en un momento dado. En la que se comprende como la realidad del hombre, podemos situarle en una estructura dicotómica que considere tanto su aspecto social como individual. Se habla del lenguaje en 3 planos: el primero es en cuanto forma pura, identificado como esquema, como posibilitador de todo ser humano de la construcción y comprensión del lenguaje,  el segundo en cuanto forma material, concebido como norma que constituye la gramática como soporte de cualquier lengua y el tercero como el conjunto de hábitos de una sociedad dada, reconocido como uso, que da cabida a modismos, regionalismos y acentos por cuestiones prácticas.

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