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Capítulo 8 Patas para Arriba


Enviado por   •  17 de Septiembre de 2021  •  Ensayos  •  1.518 Palabras (7 Páginas)  •  242 Visitas

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El capítulo que a continuación les vamos a presentar pertenece a un libro que ya todos ustedes conocen muy bien, pues se trata del libro “Patas Arriba” de Eduardo Galeano, pero antes, quisiéramos hacer un breve recorrido a través de la historia del autor.

Eduardo Germán María Hughes Galeano, nació en Montevideo, Uruguay, el 3 de septiembre de 1940. Se inició en el periodismo a los catorce años, en el semanario socialista El Sol, en el que publicaba dibujos y caricaturas políticas que firmaba como Gius. Posteriormente fue jefe de redacción del semanario Marcha y director del diario Época. Tras el golpe de Estado de 1973 fue encarcelado y tuvo que exiliarse a Argentina. y en 1976 continuó su exilio en España.

Regresó a Uruguay en 1985, cuando Julio María Sanguinetti asumió la presidencia del país por medio de elecciones democráticas. Posteriormente fundó y dirigió su propia editorial (El Chanchito), publicando a la vez una columna semanal en el diario mexicano La Jornada. En 1999 fue galardonado en Estados Unidos con el Premio para la Libertad Cultural

Galeano huye explícitamente de la imparcialidad; no busca la construcción de un discurso aséptico en el que los hechos y las gentes queden igualados por una mirada presuntamente objetiva. Su pretensión, y sin duda su logro, es reflejar el drama de América en su multidimensionalidad: el juego del poder; la lucha de los oprimidos en pos de su emancipación

Este libro pertenece al género de Literatura Latinoamericana / Ensayos / Política

El capítulo abre con la explicación de la publicidad y el impacto que tiene en cada uno de nosotros, en como nos mandan mensajes de que seamos únicos e impongamos nuestra personalidad ante el mundo, cosa difícil si tomamos en cuenta que vivimos en una sociedad donde las redes sociales y el fast fashion reinan en la actualidad, por lo que, para una persona que no tiene criterio ni personalidad, ser único significa usar la ropa de temporada o seguir modas, incluso arriesgando la vida por estar en tendencia.

El autor hace una reflexión sobre la publicidad automotriz, haciendo la comparación entre una licencia de conducir y una licencia para matar, llegando a la conclusión de que no hay diferencia entre ambas, ya que al final, y por muy obvio que parezca es verdad, un coche es a la vez un arma letal que puede hacer el mismo daño que un arma, siendo esto un grave problema, pues en los tiempos en los que la intolerancia, la falta de empatía y la irresponsabilidad están a la orden del día, realmente una persona ya no está segura ni al cruzar la calle, pues no se sabe si la persona que va al volante va a frenar o traiga un arma. Dicha situación no es exclusiva de los coches, pues esta incertidumbre la podemos tener a cualquier lugar al que vayamos, pero el autor hace énfasis en la perspectiva actual que tiene la sociedad hacía los coches, siendo que, para el autor, la publicidad ahora vende a los automóviles como si fueran armas.

Y regresamos al punto del que partimos, ósea, la televisión; aparato por el cual se controla a la humanidad entera de diversas formas, desde sutiles y casi imperceptibles hasta las más descaradas formas en que se obliga a la audiencia al consumo de cierto producto, de visitar cierto lugar. Todo esto acompañado de la idea de tener un mayor estatus ante la sociedad, de poder lucir el dinero que, en gran parte de la población, se tiene gracias a los créditos o préstamos que se contraen con un banco. Y es que por desgracia esa es la realidad a la que nos enfrentamos, pues hay mucha gente que prefiere sacar un crédito para comprarse el último IPhone del mercado, tener la pantalla plana con más pulgadas o salir a comer hamburguesas a Mc´Donalds que ponerle piso o techo a su casa.

Todas estas acciones impulsadas por la televisión, que vende la imagen de que al hacer o tener tales bienes, significa que se tiene una vida mejor o que es una persona de dinero. Esa es la magia de la publicidad en este mundo de apariencias, donde la hipocresía y la empatía muchas veces van de la mano, haciéndose presente en personas que, por ejemplo, critican al fast fashion y aún así siguen comprando en las principales tiendas de esta forma de producción, o aquellas a las que les parecen injustas las condiciones en las que laboran trabajadores de grandes cadenas de hoteles de lujo o restaurantes y siguen vacacionando en dichos hoteles o consumiendo en esos restaurantes lujosos.

La gente prefiere mantener la apariencia de la vida que le gustaría tener pero que por circunstancias tan diversas no puede alcanzar, al final, la sociedad y el valor que cada individuo tiene dentro de ella termina reduciéndose al grado de aceptación de parte

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