Clemente De Alejandría: La Fe Y La Filosofía
CiberII16 de Julio de 2015
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Clemente de Alejandría: la fe y la filosofía
Estamos aquí ante los inicios de una nueva forma de ver el mundo, donde el pensamiento se va gestando y encontrando la síntesis de lo que más adelante devendrá en la parte más original y característica de la cultura occidental: la filosofía cristiana. Estamos ante el que, como afirma Jaeger, bien podemos llamarle, junto con Orígenes, fundador de la filosofía cristiana: Clemente de Alejandría. Quien, en su afán de convenir la filosofía griega con las doctrinas del cristianismo, ha de usar la especulación filosófica para dar fundamento a la revelación divina, contenida en la Biblia.
Clemente de Alejandría (145-215), teólogo griego y uno de los primeros padres de la Iglesia, es probable que naciera en Atenas y se educase en la catequesis de Alejandría, donde fue alumno del filósofo cristiano Pantaenus (siglo II). Cierto tiempo después de la conversión de Clemente desde el paganismo, fue ordenado presbítero. Hacia el año 190 sucedió a Pantaenus como director de la escuela catequística, que se hizo famosa bajo su dirección. Durante la persecución de los cristianos en el reinado de Lucio Séptimo Severo, emperador de Roma, Clemente se trasladó de Alejandría a Cesarea (Mazaca) en Capadocia. Poco se sabe de sus actividades posteriores. Muchos investigadores creen que Clemente fue el fundador de la escuela de Teología de Alejandría.
Tres son sus obras principales Exhortación a los gentiles, El Pedagogo y Misceláneas. La primera es una defensa de la fe; la segunda contiene instrucciones sobre moral y costumbres; y la tercera es una discusión de varios puntos de teología doctrinal, pensada para conducir al cristiano maduro al conocimiento perfecto. Clemente es además autor de una serie de tratados, que se incluyen en Stromata (Tapices). En lo que sigue, nos ocuparemos de resumir las ideas principales que se encuentran precisamente en algunos fragmentos de esta última serie de tratados.
En primer lugar pasemos a revisar lo que Clemente entiende por Dios, pues es a partir de este que todo lo demás tiene su razón de ser. Dios es la causa de todas las causas buenas, de unas inmediatamente y por sí mismas; de otras, como por concomitancia. Un ejemplo de las primeras es la Biblia; de las segundas, la filosofía. Dios es como un abismo infinito, pues todo lo abarca y contiene en su seno, y nadie puede comprenderlo. Muchas son las maneras en que podemos nombrar a Dios, pero esos nombres no son más que auxiliares del pensamiento para tratar de entenderlo. De ahí que Clemente cuestione el hecho de que se pueda expresar lo que no es género, ni diferencia, ni especie, ni individuo, ni número, como tampoco accidente ni sujeto de accidentes: Dios. Tampoco se le puede llamar el Todo o el Uno, pues Él está por encima de esto.
Atendamos ahora lo que respecta a la importancia de conciliar la filosofía con la fe. Pero ¿Qué entiende Clemente por filosofía? Al hablar de filosofía no se refiere a una doctrina en especial: estoica, platónica, epicúrea o aristotélica; sino al conjunto de todas aquellas escuelas, siempre y cuando se sustenten en la justicia de forma piadosa y científica. Desde los griegos la filosofía era necesaria para la justicia, afirma Clemente; pero para los cristianos la utilidad de la filosofía vendrá a ser otra: conducir los hombres al culto de Dios, pues de esta forma se adquiere la fe por la demostración. Y es en este punto donde el alejandrino va a centrar su atención para evidenciar la necesidad de vincular la fe con la filosofía.
Una es la verdad; uno el camino que a ella conducen, donde confluyen todas las corrientes que surgen desde diferentas ámbitos. De ahí que no deben despreciarse ciegamente las doctrinas ajenas al cristianismo, mucho menos la filosofía en su conjunto. Gracias a esta se pueden alcanzar conclusiones basadas en la demostración, que dan
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