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Dimensión Ético-política de la praxis docente


Enviado por   •  24 de Octubre de 2015  •  Monografías  •  3.871 Palabras (16 Páginas)  •  372 Visitas

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Instituto Superior de Formación Docente N°178


Profesorado de Educación Primaria

Año: 4to

Materia: Dimensión Ético-política de la praxis docente.

Profesora: Juliana Peralta

Alumna: Menna, Matilde.

Actividades Eje I

Cortina, A (1996) “La educación del hombre y el ciudadano” en El quehacer ético. Guía para la educación moral, Madrid: Aula XXI, Santillana.

  • Diferencia entre lo ético y lo moral.

Se habla de la ética como “la parte de la filosofía que reflexiona sobre la moral y el comportamiento del hombre”
La palabra moral y la palabra ética en el lenguaje cotidiano son tomadas como sinónimos, pero en términos filosóficos se concibe a la moral como “la forja del carácter en la vida cotidiana y a la ética como “la dimensión de la filosofía que reflexiona sobre la forja del carácter”.
El filósofo López Aranguren llama a la moral “moral vivida” y a la ética “moral pensada”

  • Diferencie los términos moral, inmoral, amoral y desmoralizado.

Moral: son los actos, conductas, el propio accionar humano, en el sentido de lo que está bien y lo que está mal.

Inmoral: persona que conoce y es consciente de la existencia de reglas en determinado contexto pero que aun así las transgrede.

Amoral: persona que carece de reglas.

Desmoralizado: persona que no está en posesión de sí mismo y que carece de ánimo y esperanza.


Díaz, E. (2000) “La posética” en posmodernidad, Bs.As.: Biblos.

  • ¿Qué plantea la autora en relación a los valores?

Se habla de posética para referirse a la nueva relación entre el hombre y los valores. Los elementos éticos formales siguen siendo lo mismo. Se trata de los valores, de lo que está bien y lo que está mal. Pero, hay un cambio fundamental: el tipo de interrogantes que el sujeto se plantea respecto de su acción moral. La modernidad se preguntaba acerca de lo necesario. Había que preguntar ¿Qué debo hacer?, la respuesta es categórica: actuar según el deber. Había que cumplir con el deber por el deber mismo, sin medir consecuencias. En cambio, la posmodernidad se pregunta acerca de lo conveniente. Se pregunta acerca de lo instrumental ¿Qué me conviene hacer? La respuesta es hipotética: actuar según lo que se desea obtener. Además, el deber le dejó paso al derecho. Cuando se alegan derechos el sujeto debe ser responsable del uso que haga de ellos.

  • Diferencias entre la moral, desde el punto de vista de la modernidad; y lo moral en la posmodernidad.

La moral desde el punto de vista de la modernidad olía a crueldad. Presentaba un imperativo categórico, necesario y universal. Además, no prometía goces. La ley valía por sí misma. Quien cumplía con el deber era digno de ser feliz. Pero ser moral no garantizaba la felicidad.
La posmodernidad desprecia la retórica del deber austero y se reconoce defensora del derecho individual. Accedemos al imperio de la autonomía.
Las morales hoy son polivalentes, multifacéticas, mudables, consensuales. Incrementan la legitimidad de los derechos individuales y corroen el deber universal. Invaden, recintos nunca fatigados por la moral moderna, como las estrategias empresariales, el discurso científico, el respeto por los animales y la preservación de la naturaleza.
La moral tiene buena prensa, rating elevado y potencia vendedora. Cada vez se cree menos en utopías históricas. El mundo tiende a la democracia. Y el neoliberalismo, el más joven de los totalitarismos llamado “globalización” se expande alegremente por el mundo.

Bourdieu, P (1997) “Razones prácticas sobre la teoría de la acción: un fundamento paradójico de la moral” Anagrama. Pp.221-226

  • Según el autor como se construye “lo moral”

Según el autor “lo moral” se construye mediante estrategias de universalización que conceden al grupo lo que exige por encima de todo, es decir una declaración pública de reverencia hacia el grupo y hacia la representación que pretende ofrecer y ofrecerse a sí mismo. Esas estrategias mediante las cuales uno “se pone en regla”, particularmente “observando las formas”, es decir manifestando que se reconoce la regla hasta en la transgresión, implican el reconocimiento de la ley fundamental del grupo.
Son estrategias de universalización que conceden al grupo lo que exige por encima de todo, es decir una declaración pública de reverencia hacia el grupo y hacia la representación que pretende ofrecer y ofrecerse a sí mismo.  Pues el grupo recompensa universalmente los comportamientos que ellos consideran como universales realmente o, por lo menos, en intención, por lo tanto con la virtud; y otorgan una preferencia particular a los homenajes reales, y hasta ficticios, al ideal de desinterés, a la subordinación del Yo al nosotros, al sacrificio del interés particular al interés general, que define, muy precisamente, el paso al orden ético.
Someterse a lo universal es cubrir las apariencias de la virtud, doblegarse exteriormente a la regla oficial.
La universalización es la estrategia universal de legitimación.
Quien se pone en regla pone al grupo de su parte poniéndose de parte del grupo en y a través de un acto público de reconocimiento de una norma común, universal en tanto que universalmente aprobada dentro de los límites del grupo.

  • Relación entre moral y política.

La relación entre moral y política,  implica interrogarse de manera práctica sobre las condiciones que deberían cumplirse para que las prácticas políticas estuvieran sometidas, en permanencia, a un test de universalidad.
La moral solo tiene alguna posibilidad de advenir, particularmente en política, si tratamos de crear los medios institucionales de una política de la moral. Esto es cuando los hombres públicos son hombres privados socialmente, legitimados y estimulados a tomarse por hombres públicos, por lo tanto a concebirse y a presentarse como los devotos servidores de lo público y del bien público. Una política de la moral no puede tener en cuenta este hecho: por un lado tratando de atrapar a los oficiales en su propio juego, es decir en la trampa de la definición oficial de sus funciones oficiales y por el otro trabajando sin parar para elevar el esfuerzo de disimulo necesario para ocultar la separación entre lo oficial y lo oficioso; lo que hay detrás de la vida política.

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