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EL VALOR DE LA PALABRA EN EL PROFESIONAL


Enviado por   •  7 de Junio de 2014  •  1.360 Palabras (6 Páginas)  •  8.771 Visitas

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LA PALABRA. EL VALOR DE LA PALABRA EN LA PROFESION

Hemos olvidado el gran valor que tiene la palabra, la que se dice y la que se calla, la que se da o la que se pide. Hay palabras que dan la vida y otras que nos matan, palabras que nos alaban, palabras que nos lapidan…

Las palabras libertad, igualdad, fraternidad, son banderas de conceptos por los que se ha combatido y se ha muerto. Injusticia, pobreza, hambre… son palabras que nos recuerdan que aún queda mucho por qué luchar.

Nuestras palabras nos definen como hombres y como mujeres; nuestra forma de decirlas, nuestra manera de usarlas, nos delata como grupo. Nuestras palabras forman parte de nuestro patrimonio, son una pieza importantísima de nuestra Oralidad. Con ellas nos hemos contado cuentos y leyendas, hemos nombrado objetos de los que solo se recuerda eso, la palabra de su nombre; hemos inventado palabras nuevas, sonoras, que nos matan de nostalgia al escucharlas, y que funcionan igual que las imágenes, que los aromas,…

El valor que doy a mi palabra es mi identidad, define lo que soy, quien soy y como me relaciono con los demás. Define mi credibilidad, mi moralidad, establece si soy o no digno de confianza no sólo en lo personal sino en lo profesional. Mi palabra soy yo. Si algo puede establecer lo que valgo es la credibilidad en lo que digo, por las implicaciones que tiene. Incluso la credibilidad en lo que no comunico verbalmente pero transmito de manera no verbal.

Es cierto que actualmente el valor de la palabra dada está a la baja. Y no sólo de la palabra comprometida verbalmente, sino de la escrita y concertada en cualquiera de los medios de comunicación que nos permiten emitir nuestros mensajes sin tener siquiera que hablar con la otra persona.

Ya no se hace extraño el anular reuniones y conferencias mediante mensajes de e-mail o whatsap, a veces incluso con posterioridad a la hora en la que hipotéticamente deberían haber comenzado. Cada vez es más frecuente el incumplir los compromisos pactados de fechas en la elaboración de trabajos y proyectos conjuntos. De igual modo que la frase “¿dónde está eso escrito?” cuando reclamas una parte de un compromiso en una compra o servicio a alguien a quien suponías de confianza, es cada vez más habitual. Incluso aún sabiendo que se ha elegido como proveedor o partner entre varias ofertas por el valor que suponía la confianza existente.

Sin sonrojos de ningún tipo. Y, generalmente, con la palabra honestidad de manera permanente en la boca de quien tiende a incumplir su compromiso. Ya lo dice el refrán “dime de qué presumes…”

A pesar de que la palabra empeñada cada vez es menos sinónimo de garantía debemos esforzarnos en dotar de valor a la nuestra, contribuir a otorgar de nuevo valor real a los conceptos de honestidad, compromiso, palabra otorgada. No ser solamente tópicos con los que nos expresamos de manera grandilocuente ni que añadimos como valores propios o de empresa. Es necesario generar un clima de confianza alrededor nuestro, y porque no, ser ejemplo.

Una palabra puede ser más potente que una lluvia de misiles, porque una palabra dicha, o no dicha, gritada o susurrada puede desatar una revolución.

Uno no se da cuenta de todo lo que tiene para decir hasta que empieza a decirlo.

A veces solo hace falta abrir la boca para que se desate un huracán.

Pero las palabras cuando llegan te despiertan.

Las palabras pueden distraer, engañar.

Las palabras son pensamientos que se convierten en acción.

Las palabras provocan, inquietan, movilizan. ¿De quién son las palabras que decimos? ¿A quién pertenecen? ¿A uno, a varios o a todos?

¿De qué sirven las palabras si uno las dice y nadie del otro lado las recibe?

¿Qué valor tiene una palabra si nadie la escucha?

Muchas veces no sabemos por qué callamos, y muchas más no sabemos por qué hablamos.

Dicen que una imagen vale más que mil palabras, pero cuando una palabra tiene valor puede contener mil imágenes.

La palabra vale. ¿Acaso hay una expresión que sea más hermosa, llena de sentido y amor que “te doy mi palabra”? Te doy mi palabra es un acto de entrega, de amor, de confianza, es más que una expresión de deseo, es un compromiso de vida, es un acto de fe. Porque cuando todo

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