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El Modelo De Pickman. H.P Lovecraft

poesonerMC22 de Octubre de 2012

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No necesitas pensar que estoy loco, Elliot: muchas personas tienen prejuicios más raros que éste. ¿Por qué te ríes del abuelo de Oliver, que no monta nunca en un vehículo a motor? Si a mí no me gusta ese condenado ferrocarril metropolitano, es cuenta mía; y, de todos modos, hemos llegado más rápidamente aquí en el taxi. Si hubiéramos tomado el Metro habríamos tenido que subir a pie la colina desde Park Street.

Sé que estoy más nervioso de lo que estaba cuando me viste el año pasado, pero no por ello debes pensar en una clínica. Dios sabe que tengo numerosos motivos para estarlo, y creo que puedo considerarme afortunado al haber conservado la cordura. ¿Por qué el tercer grado? Antes no eras tan inquisitivo ...

Bueno, si tienes que oírlo, no veo ningún motivo para que dejes de hacerlo. Tal vez tengas derecho a oírlo, ya que insististe en escribirme como un pariente agraviado cuando te enteraste de que había dejado de frecuentar el Art Club y me mantenía apartado de Pickman. Ahora que Pickman ha desaparecido me doy una vuelta por el club de cuando en cuando, pero mis nervios no son lo que eran.

No, no sé lo que ha sido de Pickman, y no me gusta conjeturarlo. Podías haber sospechado que sabía algo importante cuando me aparté de él ... y ése es el motivo de que no quiera pensar adónde ha ido. Dejemos que la policía descubra lo que pueda. No será mucho, teniendo en cuenta el hecho de que todavía no sabe nada de la casa del North End que Pickman alquiló bajo el nombre de Peters.

No estoy seguro de que yo mismo puediera encontrarla otra vez ... ni de que vaya a intentar encontrada, ni siquiera en pleno día. Sí sé, o temo saber, por qué la alquiló. De eso voy a hablarte. Y creo que comprenderás, antes de que haya terminado, por qué no acudo a la policía. Me pedirían que les guiara hasta allí, pero no podría regresar a aquella casa aunque supiera el camino. Había algo allí ... bueno, por eso no puedo utilizar el Metro, ni (y puedes reírte también de lo que voy a decir) bajar a ningún sótano ni bodega.

Pensé que comprenderías que no me aparté de Pickman por los mismos estúpidos motivos que impulsaron a hacerlo a hombres como el doctor Reid, o Joe Minot, o Rosworth. El arte morboso no me impresiona, y cuando un hombre tiene el genio que tenía Pickman, considero un honor conocerle, al margen de la dirección que tome su obra. Boston no ha tenido nunca un pintor tan grande como Richard Upton Pickman. Lo dije al principio y continúo diciéndolo, y no retrocedí una pulgada cuando exhibió aquel Vampiro alimentándose. A raíz de aquello, como recordarás, Minot dejó de tratarle.

El producir obras como las de Pickman requiere un arte profundo y una profunda percepción interior de la Naturaleza. Cualquier dibujante de portadas puede embadurnar una tela absurdamente y dar al resultado el nombre de Pesadilla, o Aquelarre de brujas o Retrato del diablo. Pero únicamente un gran pintor puede conseguir que resulre verosímil y aterrorizante. Ello se debe a que sólo un verdadero artista conoce la verdadera anatomía de lo terrible o la fisiología del miedo; el tipo exacto de líneas que se relacionan con los instintos latentes o los recuerdos hereditarios del temor, y los adecuados contrastes de color y efectos de luz que despiertan en el espectador su dormido sentido de lo extraño. No tengo que explicarte por qué un Fuseli nos hace estremecer, en tanto que la portada de una historia de fantasmas sólo provoca en nosotros la risa. Hay algo que esos individuos captan -más allá de la vida- y que son capaces de hacernos captar por unos instantes. Doré poseía esa cualidad. Sime la posee. Angarola de Chicago la posee. Y Pickman la poseía en grado superlativo, como nadie la poseyó antes que él, y como nadie, quiéralo el cielo, volverá a poseerla.

No me preguntes qué es lo que ven. En el arte normal existe una gran diferencia entre los cuadros que reproducen seres vitales extraídos de la Naturaleza y los productos comerciales elaborados en un estudio. Bueno, debería decir que el artista realmente fantástico posee un tipo de visión que le permite percibir escenas verdaderas de un mundo espectral. De cualquier modo, consigue unos resultados que difieren de las almibaradas representaciones de sueños del mismo modo que los resultados de un pintor vitalista difieren de los pastiches de un individuo que ha aprendido a dibujar por correspondencia. Si yo hubiera visto en alguna ocasión lo que Pickman vio ... pero no. Vamos a beber un trago antes de profundizar en el asunto. ¡Dios! No estaría vivo si hubiera visto lo que aquel hombre -si es que era un hombre- vio.

Recordarás que el punto fuerte de Pickman eran los rostros. No creo que nadie, desde Goya, haya puesto tanta intensidad en unos rasgos faciales o en una expresión. y antes de Goya, habría que remontarse a los tipos medievales que elaboraron las gárgolas y las quimeras de Notre Dame y de Mont Saint-Michel. Ellos creían en toda clase de cosas ... y tal vez veían también toda clase de cosas, ya que la Edad Media tuvo algunas fases muy curiosas. Recuerdo que en cierta ocasión le preguntaste a Pickman dónde diablos obtenía semejantes ideas y visiones. Te contestó con una desagradable risa. Y Reid se apartó de él a causa de aquella risa. Reid acababa de graduarse en patología comparada, y estaba lleno de pomposas ideas acerca del significado biológico o evolutivo de este o de aquel síntoma mental o físico. Dijo que Pickman le resultaba cada vez más repelente, y que al final, casi llegó a asustarle; que los rasgos y la expresión de Pickman se estaban desarrollando lentamente en un sentido que no le gustaba; en un sentido que no era hUmano. Supongo que le habrás dicho a Reid, si habéis tenido correspondencia sobre el asunto, que dejó que los cuadros de Pickman actuaran sobre sus nervios o excitaran su imaginación. Es lo mismo que le dije yo ... entonces.

Pero convéncete de que no me aparté de Pickman por nada de esto. Por el contrario, mi admiración por él fue en aumento, ya que aquel Vampiro alimentándose era una obra maestra. Como ya sabes, el club no quiso exhibirlo y el Museo de Bellas Artes no lo aceptó como regalo; y puedo añadir que nadie quiso comprarlo, de modo que Pickman lo guardó en su casa hasta que se marchó. Ahora lo tiene su padre en Salem; ya sabes que Pickman procede de la antigua Salem, y que uno de sus antepasados fue colgado en 1692, por brujería.

Adquirí la costumbre de visitar a Pickman con cierta frecuencia, especialmente después de haber empezado a recoger material para una monografía sobre el arte fantástico. Probablemente fue su obra la que me sugirió la idea, y de cualquier modo, descubrí en él una mina de sugerencias y de datos en el momento de desarrollarla. Me enseñó todos los cuadros y dibujos que poseía, incluidos algunos bocetos a pluma, que hubieran provocado su inmediata expulsión del club, si muchos de sus miembros los hubieran visto. Al cabo de poco tiempo me había convertido en una especie de creyente, y me pasaba horas enteras escuchando, como un escolar, unas teorías artísticas y unas especulaciones filosóficas lo bastante descabelladas como para justificar el ingreso de Pickman en el manicomio de Danvers. Mi admiración, unida al hecho de que la gente empezaba a no querer tratos con él, hizo que se mostrara muy confidencial conmigo; y una tarde sugirió que, si estuviera seguro de mi discreción y de mi entereza, podría enseñarme algo fuera de lo corriente, algo mucho más fuerte que cualquier otra cosa de las que tenía en la casa.

Hay cosas -dijo- que no son para la Newbury Street; cosas que aquí están fuera de lugar y que no pueden ser concebidas aquí. Mi tarea consiste en captar las armonías del alma y resulta imposible encontrarlas en una serie de calles artificiales recién construidas. La Back Bay no es Boston ... no es todavía nada, porque no ha tenido tiempo de almacenar recuerdos y atraer a espíritus locales. Si hay fantasmas aquí, son los fantasmas domesticados de una marisma y de una cueva poco profunda; y yo necesito fantasmas humanos; los fantasmas de seres lo bastante organizados como para haberse asomado al infierno y conocido el significado de lo que veían.

El lugar para vivir un artista es el North End. Si un esteta fuera sincero, habitaría en los barrios pobres, donde se acumulan las tradiciones. Son lugares que no han sido simplemente construidos, sino que se han desarrollado. Allí, generación tras generación han vivido, han sentido y han muerto, en una época en que la gente no temía vivir, sentir y morir. ¿Sabías que en 1632 había un molino en la Copp's Hill, y que la mitad de las calles actuales fueron trazadas en 1650? Puedo enseñarte casas que llevan en pie más de dos siglos y medio; casas que han presenciado lo que haría derrumbarse a un edificio moderno. ¿Qué saben los modernos de la vida y de las fuerzas que hay detrás de ella? Tú das el nombre de fantasía a la brujería de Salem, pero mi retatarabuela podría haberte contado algunas cosas. La colgaron en la Gallows Hill, bajo la mirada santurrona de Cotton Mather. Mather, maldito sea, temía que alguien consiguiera fugarse de aquella condenada cárcel de monotonía. ¡Ojalá le hubieran hecho víctima de un hechizo, o sorbido su sangre durante la noche!

Puedo enseñarte una casa donde él vivió, y puedo enseñarte otra en la cual no se atrevía a entrar, a pesar de todas sus balandronadas. Sabía cosas que no se atrevió a incluir en aquel estúpido Magnalia ni en aquel infantil Maravillas del Mundo Invisible. Mira, ¿sabías que hubo una época en que todo el North End tenía una serie de túneles que mantenían a ciertas personas en contacto con otras casas, con el cementerio y con el mar? De cada diez casas

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