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El Ser Humano Según La Filosofía Gestalt


Enviado por   •  29 de Agosto de 2013  •  2.169 Palabras (9 Páginas)  •  245 Visitas

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La Filosofía Gestalt surge ante los cambios de valores que estamos viviendo cada día, causados por la globalización, la cual al tratar de concebir la realidad inmediata como una sociedad planetaria, más allá de fronteras, barreras arancelarias, diferencias étnicas, credos religiosos, ideologías políticas y condiciones socio-económicas o culturales diferentes; produce, en el ser humano, una desvirtualización y desindividualización, que repercuten en una pérdida del sentido de la vida y un sentimiento de vacío.

Muchos de los problemas filosóficos poseen un carácter general que sobrepasa el marco histórico y social en el que han surgido, por ejemplo ¿Quién soy?, ¿De dónde vengo? y ¿Adónde voy?; igualmente han existido problemas con peculiaridades pertenecientes a fenómenos estáticos de alguna época en particular, por ejemplo: la desvirtualización y la desindividualización del ser humano de la que hablamos antes, que es un problema que surge desde la revolución industrial manteniéndose e incrementándose hasta nuestros días. Sin embargo, parece que los problemas filosóficos, sean atemporales o estáticos, tienen un origen que nos remite a uno de tantos problemas filosóficos que se ha mantenido durante toda la historia de la filosofía: ¿Qué es el ser humano? Esta pregunta pertenece a todas las doctrinas filosóficas, incluso ahora a la Filosofía Gestalt.

Esto nos hace recordar a Sócrates, quien pasó la mayor parte de su vida en los mercados y plazas públicas de Atenas, iniciando diálogos y discusiones con todo aquel que quisiera escucharle, y a quienes solía responder mediante preguntas. Creó así un método denominado mayéutica, por el que lograba que sus interlocutores descubrieran la verdad a partir de ellos mismos. Puntualizó que la humanidad se encuentra ante una serie de preguntas importantes a las que no encontramos fácilmente buenas respuestas. Existen por lo tanto dos posibilidades: podemos engañarnos a nosotros mismos y al resto del mundo, fingiendo que sabemos todo lo que merece la pena saber, o podemos cerrar los ojos a las preguntas primordiales y renunciar, de una vez por todas, a conseguir más conocimiento.

Esta pregunta –¿Qué es el ser humano?– es tan antigua como la filogenética misma del ser humano, porque somos los únicos seres que preguntamos y buscamos desde nuestro instinto epistemofílico todas las causas y todos los efectos. Preguntamos porque deseamos saber. Este hecho cotidiano, –preguntar– es tan propio del ser humano que lo distingue, entre otras cosas, de todo lo demás. El ser humano “es” pregunta. Pero preguntarnos no sólo tiene que ver con el hecho de querer saber, sino de darse cuenta, –el hombre pregunta porque no sabe, sabe que no sabe–, y tiene deseo de saber –quiere saber porque no sabe–; esto implica una serie de procesos que culminan en la consciencia, por otro tanto, es menester señalar que el ser humano no sólo se pregunta, sino también es consciente. Desde este punto de vista son estas dos condiciones las que determinan en gran medida “lo humano”.

Si el ser humano tiene la capacidad de preguntarse y tiene la capacidad de la consciencia, entonces también tendrá la capacidad de reinventar su realidad, de manipular su ambiente, porque es conciente de él. El ser humano modifica su realidad con el lenguaje, por ejemplo, cuando tiene el poder de nombrar las cosas, porque posee la capacidad de elaborar códigos que sirvan de enlace entre él y la realidad, y al mismo tiempo es conciente de todo este proceso.

Por consiguiente, se intenta describir al ser humano como “un ente que tiene la potencialidad y la actualidad de ser sin dejar de ser, en esencia, lo que es”. Una semilla, por ejemplo, es un árbol en potencia, pero no es un árbol, es en potencia un árbol, pero en acto es una semilla. Un ser humano en acto puede ser un estudiante, pero en potencia puede ser lo que éste quiera ser, y seguirá siendo un ser humano. Un objeto no tiene la capacidad de cambiar su actualidad o su potencialidad de ser, una mesa no puede ser nada más que una mesa; no obstante, el ser humano, puede llegar a ser todo lo que él se proponga y esto no significa que deja de ser humano.

De igual manera el ser humano tiene la capacidad de atribuir un significado a todos los objetos de los que se rodea debido a que el sujeto realiza representaciones objetales en la consciencia.

Bajo esta premisa, cabe la posibilidad de que surja una complicación, la cual consiste en dar un juicio de valor a cada uno de los fenómenos que surgen perdiendo de vista lo obvio. Por consiguiente una labor de la Filosofía Gestalt consistiría en fomentar la “epojé” para que el ser humano se dé cuenta que la vida “es”.

La realidad depende del contexto de cada individuo, ya que la persona tiene que aprehender la realidad y percibirla por medio del fondo y la figura que surge dependiendo de la necesidad más apremiante.

Para la filosofía, una figura elemental radica en la pregunta: ¿Qué hago aquí? El ser humano intenta darle un significado a su vida y ante la incapacidad de hacerlo surge la angustia, debido a que somos los únicos seres que tenemos consciencia de nuestra existencia y el fin de la misma.

Parte natural de la vida, es la muerte, no es posible la existencia de una sin la otra, y esto lo sabe el ser humano. Parecería, entonces, que no tendría sentido la vida, pues ésta inminentemente terminará en la muerte, sin embargo, no nos encontramos suicidios masivos en un intento de enfrentar con antelación lo irremediable del destino, ¿Qué es, pues, aquello que ata al ser humano a su realidad mientras conserva su vida? La respuesta es la búsqueda de su trascendencia.

Algunas personas pueden buscar su trascendencia grabando su nombre sobre una roca y esto daría una concepción diferente a todos los grafitis pintados en los muros; otros depositan su trascendencia sobre sus hijos y esto también explicaría porque en nuestra cultura el deceso de un hijo es la peor muerte que alguien puede experimentar y más aún si es el hijo varón. En otras culturas como la oriental incluso existe el dicho de “siembra un árbol, escribe un libro y ten un hijo”.

Pero para la vida no hay recetas, a cada quien le corresponde buscar su forma de trascendencia, aunque lo complicado es lograrlo ante esta desindividualización que existe en la sociedad.

Por deducción, otra tarea de la Filosofía Gestalt residiría en fomentar que cada individuo encuentre su propia forma de trascender, sea cual fuere, respetando que cada uno es igual y diferente a uno. El camino que cada persona decida será el correcto siempre y cuando su sentir, pensar y actuar sean coherentes y congruentes contemplando

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