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El concepto de persona.


Enviado por   •  18 de Enero de 2015  •  Ensayos  •  2.361 Palabras (10 Páginas)  •  166 Visitas

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El concepto de persona. El amor a las personas

“Persona significa lo que es más perfecto en toda la naturaleza, es decir, lo que subsiste en la naturaleza racional”. Suma Teol., 1, q.29, a.3, c.

Por su carácter racional y libre la persona es el ser más perfecto del cosmos. Sin embargo, queda dilucidar si esta condición le confiere además un valor superior al de cualquier otro que exista. Podría pensarse que no necesariamente por tener una perfección de la que el resto de los seres carece, tiene un valor o dignidad mayor que ellos y que, por ejemplo, la vida de la persona debiera protegerse lo mismo que la de cualquier otro animal o incluso vegetal.

Para abordar esta cuestión es útil comenzar por definir lo que se entiende por dignidad. Este vocablo proviene del latín, y significa lo adecuado, lo conveniente o conforme a algo. Se dice de las cualidades o de las relaciones, en cuanto se conforman a las personas, cosas oficios o actividades. Digno del hombre se dice el vestido, la casa, etc. Tiene que ver, por tanto, con la justicia (que es la virtud humana que consiste en tener una firme y constante voluntad de dar a cada uno lo que le corresponde). Pero el término digno indica además una cierta excelencia, superioridad o nobleza. Tiene que ver con un rango, un oficio, familia etc.

Conlleva también una autoridad. De ahí lo de “dignatario”. El Presidente de la República, por ejemplo, en virtud de su cargo, tiene una dignidad superior a la de cualquier otro ciudadano.

Pero esta perspectiva no agota el contenido de la palabra dignidad, pues para hablar de la dignidad de la persona, es necesario abordarla desde una perspectiva ontológica, es decir desde la perspectiva de la naturaleza. El ser humano no es un peldaño más dentro de la naturaleza, pues sus cualidades específicas, la racionalidad y la voluntad, lo hacen estar muy por encima del resto de los seres vivos, pues por ellas tiene la capacidad de ser dueño de sus actos (por lo cual es inherente a él la responsabilidad de los mismos), y de perseguir fines que él mismo se propone. Por esto es que el vocablo “alguien” sólo lo referimos a las personas. Una primera y elemental distinción de las cosas que existen es que hay cosas (algo) y personas (alguien). Es verdad que no llamamos “cosas” a los animales, pero no podríamos tampoco hablar de “persona animal”; por esto es que nos referimos a ellos como individuos de una especie determinada; pero no son un “alguien”.

El valor especial del hombre, la dignidad humana, es incomparable a la del resto de los seres vivos. Poner a la persona a la misma altura que un animal en virtud de que los dos comparten el hecho de estar vivos, es rebajarla a un nivel inferior al que le corresponde, y significa negar o pasar por alto su naturaleza o esencia u olvidar el carácter espiritual que posee. El valor de cada uno de los entes de la naturaleza viene dado por lo que son, y no todos los seres son iguales. La naturaleza espiritual del hombre, que le confiere la capacidad de conocer la verdad, actuar libremente y de amar, es la raíz última de la especialísima dignidad del ser humano. Esta dignidad, por tanto, es inalienable y viene dada por el hecho de ser persona y no en virtud de ser una persona con tales o cuales características. Los seres humanos pueden perder libertades o derechos, pero la dignidad humana no se puede quitar nunca, pues viene dada por la naturaleza.

A la persona considerada en su totalidad, en cuanto que es persona, se la debe respetar en virtud de lo que es, y no en virtud de cómo es, por eso es que la dignidad del ser humano es inalienable, es decir, que a la persona no se la puede despojar de ella. Este respeto se fundamenta en el hecho de que la persona, absolutamente considerada, no puede ser usada por otra como un objeto o mero instrumento para conseguir un fin determinado, porque esa persona no puede ser tratada como un medio porque es un fin en sí misma. Por otra parte, la experiencia de toda persona indica que cada uno quiere ser amado desde lo más profundo de su ser con un amor benevolente; siempre se tiene la necesidad radical de saberse amado “por sí mismo”, únicamente en virtud de que se existe, por el solo hecho de ser lo que se es: persona. Esto supone el entendimiento de que toda persona es digna de amarse con el mismo amor de benevolencia con el que cada cual quiere ser amado. Esta es la consecuencia principal de la dignidad del ser humano, y por estas razones el usar a una persona como instrumento u objeto es atentar contra la dignidad humana.

Ahora, atentar contra la dignidad humana no es sólo tratar a alguien como esclavo, o llegar al extremo del uso que dieron los nazis a los judíos en los campos de concentración. Si miento a un conocido para conseguir algo de él que quiero para mí, o si me hago amigo de una persona por interés, o si mantengo un noviazgo únicamente para obtener placer de la otra persona, o si hago a alguien objeto de burlas para divertirme, o le doy a cualquier persona un trato inadecuado debido a su origen, raza, posición social o política, también estoy atentando contra su dignidad.

En el sentido anterior, cualquier persona, sea quien sea, tiene la misma dignidad, y esto se conoce por “dignidad natural”. Pero también existe otro sentido según el cual podemos referirnos a la dignidad. Según esto, no todas las personas tienen la misma dignidad por igual. Esta otra dimensión de la dignidad tiene su fundamento en la naturaleza moral de la persona humana. Es decir, la persona, porque es libre, es también responsable de sus actos y tiene, por tanto, el deber durante toda su vida de ir perfeccionándose como ser humano, es decir, de vivir cada vez más una vida más humana, según su propia naturaleza se lo exige. La persona va adquiriendo mayor dignidad en la medida en que se hace mejor persona, y esto se da primordialmente en la medida en que practica las virtudes, a través de las cuales puede acercarse al fin último, que es su felicidad.

La primera fuente de la dignidad es, entonces, su propia naturaleza: se es digno porque se es lo que se es.

Pero la dignidad moral tiene que ver con aquello que Santo Tomás, siguiendo a Aristóteles, llamaba la “segunda naturaleza”. La persona humana no se va perfeccionando únicamente en la medida en que va creciendo y llegando a la adultez o por azar, sino que, por ser libre y por lo tanto responsable de sus actos, puede y debe perfeccionarse también de un modo libre. Y esto se logra, como se vio en la sesión anterior (Nº 18), a través del ejercicio de las virtudes, por las que el hombre, en la medida en que se habitúa a realizar ciertas operaciones y actos buenos, se va perfeccionando y adquiriendo una “segunda naturaleza”, de carácter moral, en virtud de

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