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El criterio. El buen pensado procura ver en los objetos todo lo que hay, pero no más de lo que hay

cuadralex1Resumen2 de Agosto de 2017

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EL CRITERIO

MIGUEL ANGEL ROLON

ALEJANDRO ROMAN FLORES

El buen pensado procura ver en los objetos todo lo que hay, pero no más de lo que hay.

Hay diferentes formas de conocer la verdad a veces conocemos la verdad pero de un modo grosero, la realidad no se presenta a nuestros ojos tal como es, si no con alguna falta o mudanza.

El conocimiento es imperfecto porque nos falta distinguir el uniforme para saber la pertenencia será así porque añadiremos lo que en realidad no hay.

El pensar bien consiste en conocer la verdad o dirigir el entendimiento. La verdad es la realidad de las cosas conociendo que el respeto a los padres, a la obediencia de leyes, la buena fe en los contratos, la fidelidad con los amigos son las virtudes; conocemos la verdad así como podemos caer en el error pensando que la perfidia, la ingratitud, la injusticia, la destemplanza son cosas buenas y laudables.

Cuando conocemos perfectamente la verdad nuestro entendimiento se parece a un espejo en el cual vemos retratados con toda fidelidad los objetos como son en sí, cuando caemos en el error se asemeja a uno de aquellos vidrios de ilusión que nos presentan lo que realmente no existe.

Un entendimiento claro, capaz y exacto abarca el objeto entero; le mira por todos sus lados en todas sus relaciones con lo que le rodea. En cada palabra encontramos una idea y esta idea ves que corresponde a la realidad de las cosas.

El perfecto conocimiento de las cosas en el orden científico forma los verdaderos sabios, en el orden práctico; y en todas las profesiones es cada cual más o menos aventajado a proporción del mayor o menor conocimiento de los objetos que trata o maneja, pero este conocimiento ha de ser practico. L pequeñas verdades han de ser muchas en todas las profesiones. Cual será pues el mejor agricultor? El que mejor conozca las cualidades de los terrenos, climas, simientes y plantas; el que sea cuales son los mejores instrumentos de labranza y que mejor acierte en la oportunidad de emplearlos;  en una palabra el que conozca los medios más a propósito para hacer que la tierra produzca con poco coste mucho, pronto y bueno. El mejor agricultor pues será pues el que conozca más verdades relativas a la práctica de su profesión.

El conocimiento es un don precioso que nos ha otorgado el creador, es la luz que nos ha dado para guiarnos en nuestras acciones y claro tener bien arreglada esta luz. Si ella falta nos quedamos a oscuras y por este motivo es necesario no dejarla que se apague.

El arte de pensar bien no se aprende tanto como las reglas como los modelos.

Hay medios que nos conducen al conocimiento de la verdad; y obstáculos que nos impiden llegar a el; enseñar a emplear los primeros y a remover los segundos, es el objeto del arte de pensar bien.

La atención es la aplicación de la mente a un objeto. El primer medio para pensar bien es atender bien; sin la atención estamos distraídos, nuestro espíritu se halla en otra parte y no ve aquello que se le muestra. Lo que nos hace falta a menudo no es la capacidad para entender lo que vemos, leemos u oímos si no la aplicación del animo a aquello de que se trata.

Un espíritu atento multiplica sus fuerzas de una manera increíble, aprovecha el tiempo, atesorando siempre caudal de las ideas; las percibe con más claridad y exactitud; y finalmente las recuerda con más facilidad, con la continua atención estas se van colocando naturalmente en la cabeza de una manera ordenada.

Los que no atienden sino flojamente, pasean su entendimiento por distintos lugares a un mismo tiempo, acumulan cien cosas inconexas que se confunden, se embrollan y se borran unas a otras.

Esta atención no es incompatible ni con la misma diversión y recreo; el hombre atento posee la ventaja de ser más urbano.

Algunas veces las interrupciones serán tal vez un defecto natural; en otras una afectación vanidosa por hacerse el pensador y en no pocas falta de habito de concentrarse.

La palabra talento es una capacidad absoluta, creyendo equivocadamente que quien está dotado de felices disposiciones para una cosa lo estará igualmente para todas. Quien tiene el talento generalizador no es fácil que posea la exactitud minuciosa; el poeta que vive de inspiraciones bellas y sublimes no se avendrá sin trabajo con la acompasada seguridad de los estudios geométricos.

Los actos de nuestro entendimiento los divide en dos: especulativos y prácticos. Los primeros son os que imitan a conocer y prácticos los que dirigen para obrar.

Cuando tratamos de conocer alguna cosa nos cuestionamos si es posible o no, cuál es su naturaleza, cuáles son sus propiedades y relaciones.

Si nos proponemos obrar es claro que intentamos siempre conseguir un algún fin del cual nacen las cuestiones siguientes: cuál es el fin y cuál es el mejor medio para alcanzarle.

Posibilidad. La idea expresada por esta palabra es correlativa de imposibilidad, pues que la una envuelve necesariamente la negación de la otra. Cuando se consideran las posibilidades o imposibilidad solo con respecto de un ser prescindiendo de toda causa se le llama intrínseco; y cuando se atiende a una causa se les denomina extrínsecas.

Imposibilidad expresa muchas veces una idea que a nuestro entendimiento se le presenta como positiva, esto es la repugnancia entre dos objetos, una especie de exclusión, de oposición, de lucha. Se distinguen tres clases de imposibilidades: metafísica, física y moral.

Un vicio virtuoso es un imposible absoluto, porque el vicio fuera o no fuera vicio a un mismo tiempo.

Lo que es absolutamente imposible no puede existir en ninguna suposición imaginable. Para afirmar una cosa que es absolutamente imposible hay que tener muy claras las ideas que se repugnan.

La imposibilidad física o natural consiste en que un hecho este fuera de las leyes de la naturaleza. Lo que es naturalmente imposible, lo es para la criatura no para Dios.

Los milagros son tal vez efectos de causas que por ser desconocidas no dejaran de ser naturales; luego no prueban la intervención divina y por tanto, de nada sirven para apoyar la religión cristiana.

La imposibilidad moral u ordinaria es al curso regular u ordinario de los sucesos. Las cosas normalmente imposibles no dejan por eso de ser muy posibles absoluta y naturalmente.

La existencia o no existencia de un ser o bien de una cosa es o no es, podemos cerciorarnos de dos maneras: por nosotros mismos o por medio de otros. El conocimiento de la existencia de las cosas es adquirido por nosotros mismos sin intervención ajena, proviene de los sentidos; a veces lo que nos proporcionan nuestros sentidos es errado, por lo que para conocer no basta solo con ellos, es preciso emplear otros al mismo tiempo o bien atender a las circunstancias que nos pueden prevenir contra la ilusión. Podemos errar en el juicio que nos hagamos. La sensación no se verifica en el órgano de os sentidos sino en el cerebro que es el verdadero receptáculo de lo que sentimos. Donde no alcanzan los sentidos llega el entendimiento. Así los sentidos representan un objeto y el entendimiento llega con este medio al conocimiento de otros muy diferentes. El tránsito de lo conocido a lo desconocido no lo podemos hacer sin antes tener al menos una idea más o menos completa o general del objeto desconocido.

La ley cristiana es no solo ley de caridad, si no de prudencia y buena lógica. No hay nada más arriesgado que juzgar una acción por mera apariencia.

Es necesario no fiarse de palabras. Los hombres son muy malos, obras son amores y no buenas razones, como si el evangelio nos enseñase a ser imprudentes e imbéciles.

La máxima perniciosa que se propone nada menos que asegurar el acierto con la malignidad del juicio, es tan contraria a la caridad cristiana como la sana razón; la experiencia nos enseña que el hombre más mentiroso dice mucho mayor número de verdades que de  mentiras, y que el más malvado hace muchas acciones buenas o indiferentes que malas.

No se debe de fiar de la virtud del común de los hombres puesta prueba muy dura. La experiencia nos enseña que en semejantes extremos la debilidad humana suele sucumbir y la escritura nos previene de quien ama el peligro perecerá en él.

Por ejemplo: Un amigo nos ha hecho grandes ofrecimientos y no podéis dudar que son sinceros. La amistad es antigua, los títulos muchos y poderosos, la simpatía de los corazones está probada y para colmo hay identidad de ideas y sentimientos.

Algunas ocasiones son lícitas y muy prudentes desconfiar de la virtud de los hombres; lo que acontece cuando el obrar bien exige una disposición de ánimo que la razón, la experiencia y la misma religión nos enseñan.

Es necesario dar al tiempo lo que es suyo; la entereza no ha de convertirse en terquedad.

El conocimiento del hombre es uno de los estudios más difíciles, la experiencia del día a día nos enseña que el hombre se inclina a juzgar a los demás tomándose por pauta así mismo “quien mal no hace, mal no piensa” y “piensa el ladrón que todos son de su condición” se nos hace muy difícil despojarnos de nuestras ideas y sentimientos en lo que nos formamos sobre la conducta de los demás; con nadie vivimos más íntimamente que con nosotros mismos.

En el pensamiento filosófico entra la prudencia, la cual es muy difícil de adquirir… también percibir con claridad, exactitud y viveza, juzgar con verdad, discurrir con rigor y solidez son dotes de un buen pensador. Percepción es aquel acto inferior con el que nos hacemos cargo de un objeto, siendo la idea aquella imagen, representación o lo que se quiera. Percibiremos con claridad y viveza si nos acostumbramos a estar atentos a lo que se nos ofrece, también es necesario para que haya una percepción intelectual conocer el conjunto de condiciones, y su conjunto formara mi inteligencia.

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