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El malestar en la cultura Freud argumenta que para poder tener


Enviado por   •  10 de Octubre de 2015  •  Resúmenes  •  1.861 Palabras (8 Páginas)  •  158 Visitas

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El malestar en la cultura

En el malestar de la cultura Freud argumenta que para poder tener una cultura debe ser suprimida casi en su totalidad la dicha por medio de la culpa sin embargo en los próximos renglones se tratara de plasmar las ideas más esenciales del malestar de la cultura.

Al inicio del libro Freud señala que a un buen amigo suyo le mando una serie de cartas en el que trataba a la religión como una ilusión, su amigo claramente compartía esa idea, lo que él decía acerca de la religión aunado al punto de vista de Freud era que la religiosidad era un sentimiento particular que inclusive a el no lo abandonaba del todo, Un sentimiento que preferiría llamar sensación de «eternidad»; un sentimiento como de algo sin límites, sin barreras, por así decir «oceánico».

Freud admitió que él no podía descubrir en mí mismo ese sentimiento «oceánico». En su persona no había podido convencerse de la naturaleza primaria de un sentimiento semejante; mas no por ello tenía derecho a impugnar su presencia en otros.

Freud estaba casi dispuestos a admitir que en muchos seres humanos existe un sentimiento «oceánico», e inclinados a reconducirlo a una fase temprana del sentimiento yoico, pero se hace una pregunta más: ¿Qué título tiene este sentimiento para ser considerado como la fuente de las necesidades religiosas?

El sentimiento oceánico ha entrado con posterioridad en relaciones con la religión. Este ser-Uno con el Todo, que es el contenido de pensamiento que le corresponde, se le presenta como un primer intento de consuelo religioso, la religión es como otro camino para desconocer el peligro que el yo discierne amenazándole desde el mundo exterior.

Freud menciona que en su trabajo El porvenir de una ilusión (1927c) no trato tanto a las fuentes del sentimiento religioso, pero ahora dice que las doctrinas y promesas que se hacen al creyente de ciertos enigmas del mundo, aunado a que le aseguran una envidiable providencia de su vida y una posible solución a todas sus frustraciones en la tierra.

Es entonces que Freud dice que el hombre no puede representar esa divina Providencia sino solo en la persona de un Padre de gran magnificencia. Sólo un Padre como este, puede conocer las necesidades de todas sus criaturas, enternecerse con sus súplicas, y ceder ante lo signos de un mínimo arrepentimiento.

Freud afirma que todo esto es tan infantil, tan irreal, que quien profese un credo nunca podrá salir de esta concepción de la vida tan meramente fantasiosa.

Dejando a un lado a ese Padre que no permite que sus criaturas sucumban en la vida, Freud dice que la vida real, nos es impuesta, nos trae dolores, desengaños, tareas insolubles y para soportarla, parece ser la única opción el uso de calmantes. Él menciona tres clases: las poderosas distracciones, que nos hagan olvidar un poco nuestra miseria; satisfacciones sustitutivas, que la reduzcan, y sustancias embriagadoras que nos vuelvan insensibles

a ellas.

Hablando de la vida Freud señala que sólo la religión sabe responder a la pregunta por el fin de la vida, siendo claro meras subjetividades. Y siguiendo este concepto de la religión difícilmente se errará si se juzga que la idea misma de un fin de la vida depende por completo del sistema de la religión. Sin embargo plantea una nueva pregunta ¿Qué es lo que los seres humanos mismos dejan discernir, por su conducta, como fin y propósito de su vida? ¿Qué es lo que exigen de ella, lo que en ella quieren alcanzar? Es muy sencillo responder esta pregunta dice Freud, todos quieren alcanzar la dicha sin excepción, conseguir la felicidad y mantenerla. Sin embargo para poder obtener lo antes mencionado él señala que se quiere por completo la ausencia del dolor y los displaceres y por otro lado se desea intensamente el placer.

Para tener dicha se contraponen muchos factores inclusive son más los que se contraponen que los que ayudan para poseerla por ejemplo desde tres lados amenaza el sufrimiento; desde el cuerpo propio, que está destinado a corromperse, no puede prescindir del dolor y la angustia como señales de alarma; desde el mundo exterior, que puede abatir sus furias sobre nosotros despiadadamente y el ultimo seria desde los vínculos con otros seres humanos.

Freud menciona que existen diferentes caminos para llegar a la dicha por ejemplo, la dicha que puede alcanzarse por la del sosiego. Del temido mundo exterior no es posible protegerse excepto extrañándose de él de algún modo, si es que uno quiere solucionar por sí solo esta tarea. Otro camino es ser miembro de la comunidad, y con ayuda de la técnica guiada por la ciencia. Entonces se trabaja con todos para la dicha de todos.

Freud dice que un número mayor de seres humanos emprenden en común el intento de crearse un seguro de dicha y de protección contra el sufrimiento por medio de una trasformación delirante de la realidad efectiva, afirma que cada uno de nosotros se comporta en algún punto como el paranoico, corrige algún aspecto insoportable del mundo por una formación de deseo. Entonces Freud cataloga a las religiones tantas de la humanidad como tales delirios y quien comparte el delirio, naturalmente, nunca lo discierne como tal.

Existe una orientación de la vida según Freud que sitúa al amor en el punto central, que espera toda satisfacción del hecho de amar y ser-amado se atiene a la aspiración originaria, apasionada, hacia un cumplimiento positivo de la

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