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El príncipe: La guía atemporal para ser un líder pragmático


Enviado por   •  24 de Junio de 2021  •  Reseñas  •  1.248 Palabras (5 Páginas)  •  90 Visitas

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El Príncipe: La guía atemporal para ser un líder pragmático

Por García Villalobos Alejandro.

Hoy día, la ciencia política moderna tiene muchos especialistas en su materia, varias décadas de estudio intensivo y miles de obras de consulta y al contrario de lo que pudiéramos pensar, la politología no es nada nuevo, puesto que su origen se le atribuye por alrededor del siglo XV [1].

En el año 1513, el historiador, diplomático, escritor y filósofo italiano Nicolo Machiavelli (o Nicolás Maquiavelo en español) terminaba una obra controversial que desencadenaría todo un fenómeno político y social en los siglos posteriores. Se publicó en 1532 e iba a dirigida, en primera instancia, a Lorenzo di Piero Médici, antiguo soberano de Florencia, y a la casa de los Médici, en general. En estos años, el Reino de Italia atravesaba una lucha interna por el poder, por lo que los Médici estaban muy interesados en la unificación del reino. Maquiavelo, que para entonces era un diplomático de renombre en el reino, publica este libro de 26 capítulos, en los cuales plasma el conocimiento adquirido en años de experiencia, en forma de consejos, mismos que debería tomar un príncipe si es que quiere convertirse en un líder audaz y respetado por su pueblo.

La obra dedica sus primeros capítulos a explicar las diferencias entre los principados que existen, las ventajas y desventajas que representan para el soberano, menciona que los principados nuevos son bastante más complicados de mantener bajo el yugo del príncipe, cosa que es más rara que suceda en un principado hereditario, puesto que los habitantes ya han convivido en armonía con esa forma de gobierno anteriormente y es más difícil que haya contrapunteos. [2] En los principados mixtos sucede algo similar, pero al ser de naturaleza variada, puede que no sufran la misma suerte que los nuevos.

En los capítulos siguientes, Maquiavelo nos introduce formas en que los príncipes pueden efectuar conquistas y los riesgos que éstas suponen según su naturaleza; si es por la fuerza, será fácil obtenerlas, pero difícil conservarlas; si es por elección civil, será difícil ganarlas, pero fácil retenerlas[3], y si es un principado eclesiástico, el yugo bajo el cual se someterá al pueblo es de un carácter religioso, por lo que, tomando en cuenta el contexto histórico, era poco probable que se suscitara una rebelión. De este último consejo podemos extraer que la presión política de una organización eclesiástica puede ser tanta como para ejercer un poder real en un estado, como pasa en el Vaticano, en la actualidad.

A partir de los capítulos intermedios, en los que se habla de las características deseables en el poderío militar de un príncipe, se observa más claramente la intención de Maquiavelo de ser un consejero astuto, puesto que sus instrucciones están enfocadas a lograr que el ejército de un reino sea hábil, que siempre sea leal a su estado, que siempre esté preparado para la guerra y que sea autosuficiente. Estas ideas se han visto confrontadas con las de algunos geopolíticos y estrategas militares modernos al observar el comportamiento bélico de las potencias militares del mundo: forman alianzas entre ejércitos para derrocar a otras potencias[4], hacen uso de fuerzas paramilitares como los mercenarios [5] y se valen de la ayuda de contratistas militares que proveen de recursos armamentísticos a los gobiernos actuales [6], lo que es símbolo del mal envejecimiento de las ideas de Maquiavelo si se las quiere ver en un sentido estrictamente literal.

A partir del capítulo XIV, Maquiavelo escribe las cualidades que un príncipe ejemplar debe tener. Un príncipe debe saber del arte de la guerra, debe conocer su territorio, estar en forma y no tirarse a los vicios, exceptuando aquellos que pueden ser percibidos como virtudes [7], también debe informarse acerca de los que le precedieron, para aprender de sus victorias y no cometer sus errores. A la vez que debe mantener una reputación de líder nato, elocuente, sensato, de persona de temer, generosa pero no a extremos y cruel hasta el punto de infligir castigos ejemplares cuando sea necesario para infundir temor. [8]

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