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Etica De Kant


Enviado por   •  22 de Noviembre de 2014  •  6.098 Palabras (25 Páginas)  •  251 Visitas

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01 de octubre de 2014

INTRODUCCIÓN

La ética de Kant está recogida en su Fundamentación de la metafísica de las costumbres (1785), la Crítica de la razón práctica (1787), La metafísica de la moral (1797) (cuyas dos partes Los elementos metafísicos del derecho y La doctrina de la virtud a menudo se publican por separado) así como en su Religión dentro de los límites de la mera razón (1793) y un gran número de ensayos sobre temas políticos, históricos y religiosos. Sin embargo, las posiciones fundamentales que determinan la forma de esta obra se examinan a fondo en la obra maestra de Kant, La crítica de la razón pura (1781), y una exposición de su ética ha de situarse en el contexto más amplio de la filosofía crítica que allí desarrolla.

Esta filosofía es ante todo crítica en sentido negativo. Kant argumenta en contra de la mayoría de las tesis metafísicas de sus precursores racionalistas, y en particular contra sus supuestas pruebas de la existencia de Dios. De acuerdo con su concepción, nuestra reflexión ha de partir de una óptica humana, y no podemos pretender el conocimiento de ninguna realidad trascendente a la cual no tenemos acceso. Las pretensiones de conocimiento que podemos afirmar deben ser por lo tanto acerca de una realidad que satisfaga la condición de ser objeto de experiencia para nosotros. De aquí que la indagación de la estructura de nuestras capacidades cognitivas proporciona una guía a los aspectos de esa realidad empírica que podemos conocer sin referirnos a experiencias particulares.

Kant se caracteriza por su insistencia en que este orden causal y nuestras pretensiones de conocimiento se limitan al mundo natural, pero que no tenemos razón para pensar que el mundo natural cognoscible es todo cuanto existe. Por el contrario, tenemos y no podemos prescindir de una concepción de nosotros mismos como agentes y seres morales, lo cual sólo tiene sentido sobre la suposición de que tenemos una voluntad libre

De la ética kantiana se han destacado algunas características que la puedan hacer convincente. En primer lugar, la preeminencia de que goza la razón, al convertirse en el fundamento último de la moral. En segundo lugar, que las acciones correctas dependan de normas morales parece captar el carácter de obligatoriedad- y no de deseo, aunque racional- que tiene la moral. En tercer lugar, el carácter universal de las normas morales, que hace que nadie pueda considerarse una excepción, introduce el carácter de imparcialidad que tiene la moral. Y finalmente, que el auténtico valor moral resuda en la intención, ya que parece más digno de valor moral decir la verdad porque es un deber, que hacerlo por inclinación egoísta.

Los críticos han objetado a Kant el carácter absolutista de su teoría, es decir, que no atienda a las circunstancias particulares de cada caso y, por tanto, que los deberes morales no tengan nunca en cuenta las consecuencias de las acciones. Si el deber obliga a no mentir, las consecuencias de que una persona que esconde en la buhardilla a una familia judía diga la verdad a una patrulla nazi pueden ser tan perjudiciales que parecería una inmoralidad confesar la verdad. A continuación estudiaremos la ética Kantiana o la ética de Kant basada en sus obras.

La Ética de Kantiana

(La Ética de Kant)

La buena voluntad

Kant inicia su tratado diciendo:

No es posible pensar nada dentro del mundo, ni después de todo tampoco fuera del mismo, que pueda ser tenido por buena restricción algún, salvo una buena voluntad (Ak. IV, 393).

Este aparente tono dramático no supone para Kant más que la explicación de una verdad que, al menos implícitamente, se halla en el conocimiento moral ordinario.

El concepto de bondad pura o absoluta es bien simple. Así, toda posesión externa que pueda ser de alguna manera objeto de abuso, no es un bien absoluto. Por tanto, talento y riqueza tan ponderados ahora, no son ni en opinión de Kant ni en la nuestra, bienes absolutos. Lo mismo cabe decir del valor y de Kant ni en la nuestra, bienes absolutos. Lo mismo cabe decir del valor y de otros rasgos naturales del carácter generalmente considerados como positivos.

Lo que no puede ser mala en ningún caso y sí siempre buena y por lo tanto absoluta, es la buena voluntad. Para Kant voluntad buena es aquella en la que la significación buena, bueno o bien cuando se aplica a la voluntad, está íntimamente asociada al concepto de deber que es para él el rasgo más destacado de la conciencia moral. El concepto de deber o de obligación implica el concepto de la auto conquista, o por lo menos de la posibilidad de superar un obstáculo. Hablando con precisión no se pude decir que una voluntad buena es la que obra por el deber; hay que decir exactamente que una voluntad qué obra por el deber es una voluntad buena, que no es exactamente lo mismo. Por lo tanto la buena voluntad es la que obra por el deber, pero esta noción de obrar por el deberla diseccionaremos en el apartado siguiente.

El deber y la inclinación.

Kant distingue sutilmente entre acciones realizadas de acuerdo con el deber y acciones realizadas por mor del deber. Ejemplo kantiano actualizado: supongamos un empresario que presta servicios a sus clientes y procura afinar para no exigirles un pago excesivo. Este comportamiento es acorde con el deber, este comportamiento es acorde con el deber, pero de tal actuación no puede deducirse que será únicamente dicho deber quien le dicte estrictamente esa buena forma de obrar. Puede ser que la prudencia le sugiera que la honradez es la conducta más comercial.

Para Kant, solo tiene valor moral aquellas actuaciones realizadas por mor del deber cuyo campo de juego es mucho más reducido que la clase de las acciones realizadas de acuerdo con el deber. Como este razonamiento tiene a complicarse, creemos poderlo ilustrar con un razonamiento del propio Kant relacionado con la conservación de la propia vida. Conservar ésta supone un deber y una inmediata inclinación hacia ella. Esa tendencia a la preservación de la vida por instinto de conservación carece de valor moral aunque en si sea buena. En cambio, si conservamos la vida por mor del deber de conservarla, o sea porque obramos exclusivamente por el deber, es cuando dicha conservación cobra todo su sentido moral. Ejemplo de actualidad: determinados enfermos que su incurabilidad o discapacidad permanente, se hallan en dificilísimas circunstancias que les han hecho perder todo gusto por la vida y desean la muerte. El hecho de conservar la propia la vida sin amarla, no por inclinación o por miedo sino por

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