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¿Existe La Pedagogía Reflexiva Y Crítica En La Formación De Docentes Y En Su Permanente Mejoramiento?

nachitoki28 de Septiembre de 2011

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Introducción

Mucho se dialoga en torno a las necesidades de la pedagogía y cuáles serían los caminos ideales para poder mejorar la calidad de la educación. Soy un estudiante aspirante a la docencia y en muchas oportunidades me ha tocado escuchar los diversos discursos de mis pares y el de mis profesores. Hay mucho que rescatar y otras tantas cosas que permitir que el viento se lleve, pero hay un punto que activa el mecanismo de mi reflexión: La famosa y recurrente “opinión”. En Chile existe la opinología casi como una profesión, pero pocos se cuestionan cuán válido es opinar. La opinión no surge a partir de estudios o academicismos, sino de la emocionalidad de las personas, que siendo objetivos es bastante “subjetiva”. Este imperio de la opinión ha generado la construcción de un mundo de conceptos y teorías que, dentro de su carácter libre e individual, nos ha alejado del mundo del conocimiento conceptual y científico, volviendo todo ambiguo y engorroso. Este mecanismo social, por supuesto, nos ha afectado duramente. Nuestra capacidad de razonamiento ha disminuido y se ha instaurado en nuestras personas el culto a la comodidad y a nuestro bienestar económico y físico. Atrás quedaron los Quijotes, los Sócrates, los Galileos y tantos otros que lograban ver más allá de las fronteras de la realidad limitante y sólo con su existencia lograban dar un vuelco al mundo. Hoy reside la sumisión ante quienes tienen mayor poder y ante quienes dominan el conocimiento. En este punto reside el centro de interés de este ensayo. La sociedad como la estamos percibiendo, merece más que una simple opinión, requiere de acción y de auxilio. Esa acción puede verse reflejada en diversas áreas, pero una de las únicas capaces de provocar un cambio a la realidad es la educación. ¿Tarea del docente entonces? Puede ser, pero sería inapropiado atribuirle toda la responsabilidad. Es una labor de todos, de apoderados, alumnos y la comunidad educativa, incluso una obligación social. Por supuesto, lo ideal es contar con una labor dirigida y estratégica. Para eso se requiere de un profesional con más que competencias y conocimientos. Los elementos clave que se plantean en este ensayo, que deben formar parte de los profesionales de la educación, es la reflexión y la crítica. Cabe cuestionarse si dichos elementos se encuentran presentes en la pedagogía actual, en el “nuevo trabajo pedagógico”. Será necesario interpelar el proceso de formación inicial docente y así comprobar cuál es su realidad respecto a este punto. De este modo es que aterrizamos en la interrogante de este ensayo: ¿Existe la pedagogía reflexiva y crítica en la formación de docentes y en su permanente mejoramiento? Mi tesis se centra en plantear que dicha pedagogía no está presente en dicho momento de formación profesional del educador. Claramente, este ensayo es un llamado de atención a muchos que estudian carreras de educación y a sus formadores, quienes “supuestamente” están donde están por una ferviente vocación de servicio y el ánimo de trabajar. A quiénes no se encuentren en esa posición, busquen algún programa de televisión o algún partido de fútbol, que esto se pondrá muy aburrido. Un profesor amigo con el que me he encontrado en mi camino hacia la pedagogía, se preguntaba no en palabras textuales: “Si la realidad se muestra tan adversa y compleja, ¿por qué los estudiantes de pedagogía se someten a su sistema y no se motivan en producir cambios?”

Argumentos

En primera instancia debo remitirme a definir algunos conceptos, principalmente aclarar a qué me refiero con reflexión y crítica, y así poder clarificar con mayor facilidad mis argumentos. Entenderemos, en este contexto, la reflexión como aquella actividad por la cual quien asume responsablemente el rol de profesor es capaz, por una parte, de dar cuenta frente a su propia conciencia y frente al mundo de la razón de sus decisiones y acciones ante cada caso particular y, por otra parte, de enfrentar las consecuencias que esas decisiones y acciones pueden tener para el desarrollo y vida de sus alumnos. (Liñero, B., Fleming, L., Nuñez, M. y Arévalo, A. (2001). Acción Pedagógica: Hacia la Construcción de un Vínculo Humano. Santiago de Chile: LOM Ediciones Ltda.). Visto de ese modo es necesario señalar que dicho concepto puede plantearse también como la famosa autoreflexión, por supuesto cuando el ejercicio reflexivo es en torno al desempeño personal. Por su parte, el concepto de crítica se sitúa en la idea de tener una postura frente a una determinada realidad. En ese sentido, es preciso formar personas con capacidad de crítica y solidaridad, si no queremos dejarlas todavía más indefensas. Mientras tanto van a ser las profesoras, profesores, estudiantes y colectivos sociales progresistas, convencidos del valor de la educación, quienes pese a toda clase de obstáculos, seguirán abriendo nuevas brechas, desarrollando prácticas educativas más democráticas, en las que los chicos y chicas pertenecientes a colectivos sociales no hegemónicos no serán discriminados” .

Cuando se comprende el trasfondo de dichos elementos, se pudiera pensar, e incluso estar convencido de que es imposible “no equivocarse” en la labor que se ejerce, pero cabe mencionar que sí es perfectamente posible enfrentar los errores y aprender de ellos. Es más, a mi parecer, esto debe formar parte de la base de la reformulación continua de la práctica profesional, pues le permite adquirir la capacidad de mejorar constantemente y apuntar cada vez más alto.

En relación a lo anteriormente planteado, corresponde atender al sentido de este ensayo e intentar comprobar si durante la formación docente, existe o no una entrega de herramientas, a los estudiantes de pedagogía, para desarrollar esas capacidades.

A la fecha podemos observar dos grandes extremos en los enfoques de formación docente: El academicismo y la socialización. Por su parte, el academicismo encausa la formación de profesionales hacia un elevado dominio de conocimientos, figurando éste como el elemento clave para un buen desempeño docente. Por otra parte, la socialización presenta toda acción, basada en todos aquellos momentos en que el docente demuestra sus competencias como experto, su pensamiento práctico y metódico. No sería extraño observar que en este proceso, se originen el activismo y el conductismo, pues al no contar el docente con elementos de desarrollo creativo, capacidad de indagación, reflexión y construcción del conocimiento, entonces es poco probable que elementos diferentes, como el constructivismo, se vean reflejados en sus alumnos posteriormente. Justamente este divorcio entre la teoría y la práctica es la que genera una fragilidad en el ejercicio docente pues se tiende constantemente a la inconsecuencia o la incongruencia. En el proceso de asociación de estos conceptos, con el afán de relacionarlos para fortalecer el desempeño profesional, es que la investigación acción y el pensamiento crítico-reflexivo, juegan un papel trascendental. Dichos mecanismos, permiten comprobar la teoría a través de la práctica y perfeccionarla. No pretendo afirmar si estas herramientas están presentes o no en el proceso de formación inicial, pues para eso considero más práctico que el lector consulte mayas y programas de estudio de las Escuelas de Pedagogía. Por mi parte, me apegaré a lo que acontece en la realidad del mundo educativo en Chile y sus instrumentos de evaluación. Hoy no contamos con instrumentos que evalúen capacidades y habilidades pedagógicas. Es el dominio del conocimiento y de las disciplinas el que impera como pilar base fundamental de un docente por excelencia. Yo me pregunto, si un docente que sólo domina conocimientos y, a su vez, los reconoce como componentes esenciales del proceso educativo, ¿es entonces el Conductismo o Positivismo la metodología más adecuada para mejorar la “calidad de la educación”? Porque si lo importante es el dominio disciplinar, el conductismo es infalible. Considero que nos encontramos frente a un paradigma muy limitado, que sitúa el concepto de “calidad” a un espacio sideral de distancia de aquello que sí consideraríamos “calidad” desde un punto de vista integral y más completo. De hecho, si lo que inconscientemente como sociedad estamos buscando, es formar alumnos recipientes, creo que me encuentro en una posición suicida, pues en definitiva no es lo que busco para una sociedad.

Dicha realidad me hace reflexionar respecto a otro punto. Visto el centro de atención en el ámbito disciplinario, se hace presente, por consiguiente, un bajo nivel de habilidades cognitivas. Dicha consecuencia es respuesta de poca significancia de lo que se aprende, pues carece de sentido para la vida. Somos seres que vivimos un día a día, proceso en el cual, trabajar o estudiar no es el foco único que delimita lo que somos o cómo nos desenvolvemos socialmente. Nuevamente se presenta un “divorcio” entre lo que somos y lo que aprendemos. La educación de personas no puede enfocarse en un solo ámbito de éstas, pues la limita y la vuelve inútil. No olvidemos el trasfondo de la educación como pilar fundamental de la conservación de nuestra especie desde un punto de vista sociológico y cultural. ¿Acaso al momento de atender a nuestras necesidades biológicas, nos preocupamos sólo de nuestros pulmones o de comer sólo carne? La misma anatomía y fisionomía de nuestro cuerpo nos habla de integridad, de un complemento entre órganos, que mediante su cuidado y alimentación balanceada, podemos mantener en un estado de salud estable que permite que nos conservemos sanos y que perduremos más tiempo con

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