Pedagogias en la formación de los docentes: problemas de la formación en acción

Pedagogias en la formación de los docentes: problemas de la formación en acción.

Se me ocurre iniciar este trabajo partiendo de conceptos que me permitan, a lo largo del mismo, entender mejor la problemática de formación docente.

Si hablamos de “racionalidad técnica”, nos estamos refiriendo a un concepto, muy antiguo empleado en la formación docente, pero muy vigente aún desde algunas perspectivas tradicionalistas, en el que se concibe que al futuro docente hay que nutrirlo de teorías para que luego, una vez egresado, pueda aplicarlas en la práctica. Este concepto, en los últimos tiempos, fue, no solo cuestionado sino también reconsiderado, principalmente porque los docentes tenían muchas fallas cuando ejercían. Esto permitió la búsqueda para reorientar las propuestas de formación, abriendo puertas a enfoques pedagógicos críticos que revalorizan la práctica docente como fuente de conocimiento. Se busca, entre otras cosas, formar un “docente reflexivo”, desde un contexto más cercano a la realidad, que vaya de la reflexión a la acción, que teorice y pueda descubrir algo nuevo sobre su propia práctica, algo que de ese modo que le ocurrió nadie se lo haya dicho previamente, ni lo haya leído en ningún lado. Parte de ser un educador reflexivo nos ayuda a reflexionar sobre que los seres humanos son únicos e irrepetibles; que trabajo con personas, y ninguna persona es igual a la otra; que no todos tienen el mismo ritmo de aprendizaje, que no todos aprenden las cosas de la misma manera, que para dos personas diferentes, muchas veces, debo aplicar dos métodos distintos para enseñar un mismo concepto. No a todos puedo transmitirle de la misma manera y no todos recepcionan la información de la misma manera; que no solo hay una tría donde intervienen docente, alumno y contenido, también hay un cuarto componente que es el contexto. Y hablo de contexto con la diversidad de acepciones que tiene esta palabra, y la abarcatividad que esto implica. Hablo del contexto aula, y ampliando cada vez más el mismo,  siguiendo por escuela, hogar, sociedad, economía y principalmente situación personal. No es lo mismo un chico que tiene buena posición económica, un plato de comida diario (mínimamente), todo el material de estudio requerido (libros, computadora, cuadernos, etc.), un marco familiar ameno, que puede llegar a su casa y cumplir con cualquier tarea escolar requerida por el docente; con un alumno que carezca, por lo menos, de alguno de los factores mencionados. Con hambre es muy difícil incorporar conocimientos, sin material de estudio, con problemas familiares, toda situación personal afecta el rendimiento académico, y en base a eso el docente deberá encontrar diferentes caminos, para llegar en

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todas las diversas situaciones descriptas, a un mismo fin, educar, formar. Ese es  el docente reflexivo del cual hablamos, aquel que no repita, modelos, métodos, tecnicismos, aprendidos e implementados de manera general a un todo, como si el aprendizaje fuera homogéneo, sino a la singularidad de cada ser; que pueda y sepa vincularse con el otro, que mire a los ojos a otro individuo desde al lado, no desde más arriba.

A partir de la reforma educativa a raíz del congreso pedagógico nacional en 1984, del cual sus conclusiones fueron plasmadas en 1988 para concluir con la ley federal de educación sancionada en 1993, el paradigma para la formación docente cambió, y la práctica docente se empezó a plantear a partir de lo real y lo concreto. Tenemos que tener en claro, cuando hablamos de prácticas, que hablamos de tener herramientas para operar sobre la realidad externa (futura clase), pero también necesito poder y saber operar sobre nuestra propia realidad interna. Un docente competente debe “saber hacer”, es aquel que puede aplicar las teorías y técnicas a la acción particular de la práctica.

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