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Filosofia De La Educacion

djnext2 de Septiembre de 2011

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“FILOSOFÍA DE LA EDUCACIÓN”

En este pequeño tratado de filosofía de la educación se plasman los fundamentos de ella misma con la preocupación de construir constructos epistémicos en los que el saber doxa este presente en los universitarios y en docentes preocupados por una preparación constante en donde cuya voluntad .sea recrear el espíritu en el conocimiento.

Autor.

M.C.E Vladimir Méndez Exzacaríast

INDICE

INTRODUCCIÓN

OBJETIVOS

UNIDAD 1. FUNDAMENTOS METAFÍSICOS DE LA FILOSOSFÍA DE LA EDUCACIÓN.

UNIDAD 2.LA FILOSOFÍA DE LA EDUCACIÓN.

UNIDAD 3.PROBLERMAS METAFÍSICOS DE LA EDUCACIÓN.

UNIDAD 4. LA FORMACIÓN DE LA PERSONALIDAD.

UNIDAD 5. EL IDEALISMO ONTOLÓGICO EN LA EDUCACIÓN.

UNIDAD 6. LA FILOSOFÍA DEL IDEALISMO TRASCENDENTAL EN LA EDUCACIÓN.

UNIDAD 7. EL MATERIALISMO EN LA EDUCACIÓN.

UNIDAD 8. EL HUMANISMO EN LA EDUCACIÓN.

MI FILOSOFÍA DE LA EDUCACIÓN. CONCLUSIONES.

BIBLIOGRAFÍA.

CUESTIONARIO.

INTRODUCCION.

La búsqueda de la verdad es lo que libera al ser humano. A lo largo de la historia de la humanidad, su incansable deseo por descubrirse a sí mismo y a todo lo que le rodea, ha llevado al hombre a recorrer el camino de la evolución y el progreso.

El contar con una concepción de la vida ha sido un aliciente determinante en dicha búsqueda. La necesidad de ideas claras que orienta su desarrollo y lo ayuden al progreso continuo de sus sociedades, ha hecho que el pensamiento humano trascienda e indague sin descanso por los más recónditos rincones del saber.

El fin básico de hacer un recorrido por la Filosofía de la Educación, considero que tiene sus fundamentos en ayudar al maestro a encontrarse a sí mismo y adquirir una visión cimentada en bases racionales sobre el sentido de su vida. Eso definitivamente contribuirá en la formación y en la orientación de sus alumnos. Es una convicción que la verdadera filosofía es el alma de toda sana formación.

Como cimiento de este proceso llamado vida, la verdad se pondera como el factor capital de la educación. Una mala concepción de la vida puede desencadenar una mala formación, una equivocada instrucción y con resultados de consecuencias históricas y sociales para la humanidad.

Las prácticas y las experiencias educativas en nuestros tiempos, nos han llevado a enriquecer el concepto filosófico de la educación. La reflexión, la búsqueda y la sensibilidad han invadido el nuevo discurso educativo. Las interrogantes de la época tal vez sigan siendo similares a las de antaño, pero los enfoques de respuesta nos plantean nuevas posibilidades de acción pedagógica y nos motiva a quienes recorremos el camino de la búsqueda del conocimiento, del intercambio de información y del desarrollo de las habilidades humanas.

Hoy se exige una versatilidad en la formación de las generaciones actuales y venideras. La acumulación de saberes que no miden procesos comprensivos de la vida cotidiana de cada profesión y oficio, pone en riesgo la eficacia del proceso educativo.

Retomaré una frase de José Guadalupe de la Mora Ledesma, quien en su obra “Esencia de la Filosofía de la Educación” [1]presenta una frase que inspiró el desarrollo del presente trabajo: “...Qué tremenda responsabilidad la del maestro: ser luz o ser oscuridad. Él no da lo que sabe, sino lo que es”. Esta concepción filosófica del quehacer educativo encierra en unas líneas lo que ha representado el conocer los fundamentos básicos de la filosofía de la educación, además de integrar en mi persona la firme intención de generar una filosofía propia del proceso educativo y de mi labor como ser activo y participante de éste proceso. Fortalece ésta filosofía mis intentos cotidianos por dejar en el aula algo más que un puñado de conocimientos, sino dejar mi esencia misma como ser humano que percibe y concibe la vida como un proceso de educación continua que inicia desde la gestación hasta el último respiro.

La presente memoria se orienta en que toda filosofía de la educación se construye sobre los principios de un sistema filosófico, quedando así integrada en una cosmovisión. Las diversas filosofías de la educación se cimentarán en sus respectivos sistemas filosóficos.

La filosofía de la educación trabaja sobre dos planos: por un lado busca determinar los principios explicativos y constitutivos de la educación, esto es, su esencia y su significado; por otro lado, ahonda en el problema de los fines educativos y en su conexión con la totalidad de la vida humana. Sin embargo, también podemos encontrar un tercer aspecto que es importante citar: proporcionar al educador una conciencia o una actitud unitaria antes los momentos dispersos de su propia actividad, y ayuda al pedagogo a captar el sentido y el valor de su propia disciplina.

En el conocimiento del desarrollo de la Filosofía de la Educación, lo más atrayente es precisamente el tercer aspecto: encontrar el sentido de la labor pedagógica sumándose a esto es sentido mismo de la vida. La búsqueda de la verdad y el descubrimiento del ser se ciernen entonces como los motivadores que hacen de la educación un proceso que libera, evoluciona y transforma a los individuos y a las sociedades.

OBJETIVOS.

Interpretar los problemas fundamentales de la vida que constituyen los puntos reflexivos de la Filosofía y aplicarlos al proceso educativo.

Estructurar una concepción filosófica de la vida para tener una base firme en al conducción propia y que pueda ser aplicada en el proceso de orientación de los demás.

Definir diversas corrientes de la Filosofía de la Educación y valorarlas para entender su trascendencia en el proceso educativo y en el ámbito docente.

Lograr una explicación de las consecuencias pedagógicas que se puedan desprender de las diferentes concepciones filosóficas de la educación.

UNIDAD 1. FUNDAMENTOS METAFÍSICOS DE LA FILOSOFÍA DE LA EDUCACIÓN.

PROBLEMAS QUE ENGRENDRA LA DESORIENTACIÓN FILOSÓFICA.

La mentalidad actual es difícil de ser comprendida. Existe un ámbito de confusión y de desorientación referente hacia dónde vamos, de donde venimos, etc.; tanto el pensamiento como las prácticas educativas de hoy se caracterizan por éste ambiente de confusión. José Guadalupe de la Mora Ledesma, en su obra titulada “Esencia de la Filosofía de la Educación”, enuncia tres grandes problemas que engendran la desorientación filosófica: “El problema de la realidad esencial; el problema relativo a la naturaleza de la verdad y la validez del conocimiento y el problema acerca del origen, naturaleza y destino del hombre”[2].

Desde mi perspectiva, estos tres asuntos son motivo de una reflexión profunda por parte de quienes hemos dedicado nuestra cotidianeidad a la labor educativa. Apoyo la idea de que si los educadores lográramos tener un recto conocimiento del hombre, su naturaleza y de su realidad, se pudiera ayudar a la ciencia de la educación a salir un poco de la confusión y del desconcierto en que se navega. Es preciso entonces, recurrir a una verdadera filosofía para que la acción educativa reciba una adecuada orientación.

Todo lo anterior, nos lleva a rescatar algunas reflexiones interesantes en ese ámbito. Los modos de vida, las condiciones sociales, están viviendo profundos cambios. La industria, el campo, la salud pública, el ajuste social y definitivamente la educación, todo se sumerge en un momento histórico cambiante y que presenta necesidades muy distintas a las de las sociedades anteriores.

Es una realidad que muchos de éstos cambios constantes de los que hablamos han traído grandes beneficios para el hombre y su entorno. Sin embrago, también es cierto, que en el plano humano, el individuo se ha visto alejado de principios de vida fundamentales de una existencia plena. Se nos ha olvidado, en medio de tanto ajuste y cambio, que los principios de una verdadera filosofía pueden ofrecer al hombre un criterio válido para interpretar y valorar la vida y el significado de la misma.

“El hombre, desde hace un siglo se haya inmerso con mayor profundidad cada vez, en una crisis, que sin duda, guarda mucho de común con otras que nos son familiares por la historia pero que, sin embrago, resulta peculiarísima en un punto esencial. Nos referimos a la relación del hombre con las nuevas cosas y circunstancias que han surgido de su propia acción o que, indirectamente se deben a ella. Podríamos calificar esta peculiaridad de la crisis contemporánea como el regazo del hombre tras sus obras...”[3].

Al párrafo anterior aportado por Buber, podemos también añadir la reflexión de A.K.C. Ottaway en su obra Educación y Sociedad: “...de un modo general, puede decirse que los cambios señalados han surtido efectos tanto positivos como negativos. Por una parte, hoy en día, los niños tienen más libertad y la democratización de la familia ha aumentado; por otra parte, el control paterno, necesario en ciertos casos, es menor; y también lo es la interacción social en el hogar. Muchas veces se exige de la

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