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Filosofias Del Siglo XIX Y XX


Enviado por   •  17 de Febrero de 2014  •  3.927 Palabras (16 Páginas)  •  419 Visitas

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PRINCIPALES TENDENCIAS FILOSÓFICAS DEL SIGLO XIX Y XX, Y SUS REPERCUSIONES PARA LA EDUCACIÓN MEXICANA.

Sonia Pérez Martínez

A lo largo de la Historia, la filosofía ha cumplido diversas funciones; sin embargo, a continuación intentaré hacer un breve recorrido sobre las tendencias filosóficas del siglo XIX y XX y sus repercusiones en la Educación mexicana.

La información ha sido resumida del texto Esbozo de la Filosofía Mexicana. Siglo XX de la Enciclopedia Electrónica de la Filosofía Mexicana del siglo XX del Centro de documentación en Filosofía Latinoamericana e Ibérica (CEFILIBE).

LIBERALISMO Y POSITIVISMO.

Después de una confrontación política e ideológica que dividió a la nación en dos bandos: conservadores y liberales y después de vencer a la intervención extranjera que impuso una monarquía encabezada por Maximiliano de Habsburgo, las fuerzas liberales dirigidas por Benito Juárez triunfaron.

El triunfo significaba para los liberales también el compromiso de sustituir la antigua estructura social por otra nueva. Hasta ese momento, todo había sido controlado por la iglesia católica. Ahora se trataba de construir una sociedad moderna y laica.

En 1867, se le confía al Dr. Gabino Barreda, la tarea de formar una comisión para reorganizar la Educación, dicha comisión elabora una ley el 2 de Diciembre del mismo año, en donde se establece la educación primaria, obligatoria, gratuita y laica, así como la organización de los estudios medios, originándose la Escuela Nacional Preparatoria (ENP) como inicio de la transformación de toda estructura educativa del país, nombrando a Barreda, director de la ENP.

Fue en ese momento en que Gabino Barreda, tiene la idea de introducir en México el positivismo de Augusto Comte.

¿Qué es el positivismo?

Es una corriente o escuela filosófica que afirma que el único conocimiento auténtico es el conocimiento científico, y que tal conocimiento solamente puede surgir de la afirmación de las teorías a través del método científico, como lo podemos estudiar en las obras de Augusto Comte; Herbert Spencer o John Stuart Mill, tres figuras que influirán en México, de manera preponderante.


La razón por la cual Barreda pensó en introducir el positivismo en México fue que se requería una filosofía educativa modernizadora que se opusiera a la escolástica, (que era la que había normado la educación durante siglos) y una filosofía basada en la ciencia que propiciara una mentalidad progresista.

La escolástica fue la corriente teológico-filosófica dominante del pensamiento medieval, y se basó en la coordinación entre fe y razón, que en cualquier caso siempre suponía una clara subordinación de la razón a la fe.

Cuando se acuerda la Ley de instrucción Pública y se funda la Escuela Nacional Preparatoria, se estaban dando dos pasos históricos: el primero era, el de arrebatarle a la Iglesia Católica el monopolio de la Educación que ahora pasaría a ser obligación del Estado laico. El segundo era el de imprimirle a la educación estatal un carácter científico.

La introducción del positivismo en México tuvo, aspectos positivos y negativos. Por un lado, sirvió para impulsar otra mentalidad basada en la ciencia y la técnica, necesarias para el desarrollo de nuestro país pero, por el otro, distaba mucho en ser la única expresión de la ciencia en el plano mundial. Además, Comte había expulsado de su reflexión a ciertas ciencias importantes como la astronomía, el cálculo proposicional y a las disciplinas humanísticas. Pero lo más grave fue que el positivismo se adoptó, por muchos, como la última verdad revelada y por tanto, en forma acrítica y doctrinaria.

Debido a ello, las posiciones conservadoras no podían aceptar su influencia en la educación y fue por ello que durante años, la ENP, su fundador y sus seguidores, fueron atacados en forma permanente y enconada por la iglesia; los periódicos reaccionarios; miembros del Congreso y todos los medios.

Habiendo entonces una abierta tendencia critica hacia el positivismo comteano aunque esta ya no se hará́ desde la defensa de la ciencia sino desde las posiciones que largamente habían pugnado en su contra: el espiritualismo cristiano. Los encargados de esta critica con el aval del Estado fueron los jóvenes filósofos del Ateneo de la Juventud: Antonio Caso y José́ Vasconcelos pero también polígrafos como Pedro Henríquez Ureña y Alfonso Reyes, entre otros.

Caso y Vasconcelos serán dos figuras que tendrán una gran importancia en el terreno educativo en las primeras décadas del siglo XX. Su característica es que son autodidactos pero practican una reflexión filosófica con relativa autonomía aunque ellos se manifestaran siempre religiosos.

Antonio Caso nació́ en México D.F. en 1883, fue discípulo de Justo Sierra en la Escuela Nacional Preparatoria y pronto se convirtió́ en su cercano colaborador. Participó como orador en el homenaje a John Stuart Mill; se graduó́ en Derecho y fue nombrado profesor de diversas Facultades.

Fue Rector de la Universidad en varios momentos: 1920, 1922 y 1923. Tiene una basta obra que editó la Dra. Rosa Krauze para la UNAM. Propuso una concepción filosófica propia a través de su libro La existencia como economía, como desinterés y caridad.

Antonio Caso protagonizará una serie de polémicas. La primera de ellas fue en 1911, en contra de Agustín Aragón para defender a Justo Sierra de los ataques que le dirigieran los positivistas por haber fundado la Universidad con criterios tradicionales.

La segunda fue en 1927, contra de su discípulo Samuel Ramos, quien en la Revista Ulises publica un articulo en donde considera que Caso era solo un brillante expositor de las filosofías de otros pero carecía de una propia. La tercera fue contra Vicente Lombardo Toledano y Francisco Zamora, con motivo de la adopción de la educación socialista en 1933 y 1934.

La cuarta fue en contra de Eduardo Pallares y Alfonso Junco en 1936, a propósito de las relaciones entre fe y saber. Finalmente, la ultima la dirige en contra de los neokantianos y en especial de Guillermo Héctor Rodríguez. en 1937.

Caso muere el 6 de marzo de 1946. Sus discípulos serán, entre otros: Samuel Ramos; Vicente Lombardo Toledano; Manuel Gómez Morín; Miguel Ángel Cevallos; Adalberto García de Mendoza; José́ Romano Muñoz; Paula Gómez Alonso; Francisco Larroyo; Eduardo García Máynez; Oswaldo Robles; Adolfo Menéndez Samará; Guillermo Héctor Rodríguez; Antonio Gómez Robledo; Leopoldo Zea; Juan

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