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Filosofía del Lenguaje.


Enviado por   •  30 de Septiembre de 2016  •  Ensayos  •  4.266 Palabras (18 Páginas)  •  212 Visitas

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Universidad San Carlos de Guatemala         

Escuela de Historia

Filosofía

Licenciatura en Historia

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El lenguaje

Concepción Argentina Nájera Alfaro                          

Carné: 201402324

04 de mayo del 2016

El Lenguaje

El día viernes ocho de abril del presente año a las diecinueve horas con treinta minutos, varios alumnos de la clase de Antropología General de primer semestre se encuentran leyendo una carta a la directora, al coordinador y la catedrática de dicho curso. La carta incluye puntos en donde estos mismos expresan su desacuerdo en ciertos lineamientos o en ciertas herramientas didácticas en función de la nota que obtuvieron en la cátedra. La persona encargada de impartir dicha clase, la antropóloga Alejandra Letona, escucha con atención mientras los alumnos leen sus argumentos. Ella está parada, brazos cruzados, se encuentra inclinada de cierta manera en que su pierna derecha se encuentra recta y la izquierda de la rodilla para abajo no deja de doblarse, además de mover el pie. Su gesto facial es un ceño fruncido con la boca cerrada, apretando fuerte, torciendo los labios. La antropóloga no ve a nadie a la cara, mantiene su mirada hacia el piso y de vez en cuando voltea a ver o las ventanas o al compañero que se encuentra leyendo la carta.

El compañero que lee la carta muestra un semblante serio, en su postura tiene las piernas muy abiertas y mientras sostiene con una mano la carta, su otra mano se encuentra detrás de la espalda, casi formando la figura de una letra a mayúscula o si se es más sencillo relacionarlo con otra analogía, como la postura de un militar. Ambos sujetos, tanto la catedrática que escucha como el alumno que habla, dicen algo más allá de las palabras que puedan expresar. No solo la carta que lee el alumno transmite un mensaje, también lo hacen sus acciones y conductas, de la misma forma que la licenciada, su silencio y postura también aportan información. Es tan complejo la cantidad tan grande de datos que se transmiten en una medida de tiempo y en un espacio. Es esa transmisión o forma de comunicación la que permite las diferentes actividades diarias y son tan diversas las formas en que el ser humano puede intercambiar conocimiento que surge la interrogante sobre si existe algo en común entre todos estos mecanismos. ¿De dónde surgen? ¿Cuál es su naturaleza?

Desde que nace, el ser humano se sitúa en un escenario en donde convergen millones de fenómenos, circunstancias, elementos y todo tipo de cosas que serán una influencia para este y delimitarán en muchos aspectos cómo su conocimiento se podrá desenvolver. Uno de estos es el lenguaje. Pareciera un elemento innato dentro de la persona, la necesidad de que otros sujetos conozcan lo que piensa. Un imperativo de comunicarse. Porque ¿qué sucedería si el sujeto no puede decirle a nadie lo que piensa? O ¿qué pasaría si la persona no entiende lo que los demás tratan de expresar? Un ejemplo un tanto burdo podría ser la película cuyo protagonista, Tom Hanks, se encuentra en la condición de náufrago en una isla y crea un amigo imaginario para poder hablar con él, aun sabiendo que este no podría contestarle ya que no era algo que tuviera la capacidad de poder comunicarse con él.

El lenguaje no siempre se presenta de una sola forma, puede representarse de varias maneras como por ejemplo el lenguaje corporal. ¿Por qué el sujeto decide cruzar sus brazos cuando algo no le traduce confianza? Tal vez no es eso lo que desea traducirle a su receptor, pero su cuerpo aun así lo dice. Lo que podría llevar a una interrogante más, ¿el sujeto tiene el dominio total de lo que comunica? Y es que esto que comunica, de lo que él o ella supone que tiene total y completo dominio, ¿no es un limitante? Entendiéndolo desde el sentido que la persona nunca va a ser capaz de expresar todo lo que desea. Julio Cortázar solía decir que las palabras nunca alcanzan cuando lo que hay que decir desborda el alma. Seguro, hasta hoy en día, tiene razón.

El conocimiento del ser humano en tanto no dude es solo una jaula de la que no puede salir. Lo mismo sucede con el lenguaje. En cuanto la persona se abstenga a conocer más de lo que ya sabe sobre sus formas de comunicación, no podrá salir de eso, nunca tendrá la capacidad de expresar más de lo que la sociedad en la que vive le ha enseñado que puede expresarse. En el conocimiento del lenguaje hay verdadera libertad. Libertad que sobrepasa fronteras de idiomas y de categorías lingüísticas. Un estado que posiblemente ningún ser humano haya conocido jamás. Las cadenas que arrastra la humanidad se forjan con el placer de la ignorancia y la abstinencia del vicio del saber. Solo la duda es capaz de oxidar este metal y mientras más se reproduzca esta, más cerca estará de lograr romperlas.

Los idiomas, su estructura y su gramática, todos son formas de vida. Un ejemplo de esto es el idioma español. A pesar de que posee una estructura, los diferentes países que lo hablan han desarrollado una gran cantidad de costumbres lingüísticas que lo hace parecer un idioma diferente en cada uno de estos lugares.  El lenguaje traduce cultura, traduce poder, traduce pensamientos. Incluso llevar una conversación con alguien que ha leído toda su vida libros sobre  biología y luego platicar con alguien cuya lectura se basa solo en teoría social denotan léxicos de naturaleza distinta. Lo cual quiere decir que el lenguaje también es experiencia. Hechos como estos solo denota que la esfera del lenguaje es tan grande, tan diversa, tan difícil de describir, que el mismo idioma que utilizamos a diario seguramente no posee dentro de su estructura un sustantivo capaz de describir una cualidad que abarque la complicidad de la descripción de un fenómeno social tan extenso.

Entonces, el lenguaje, como parte de una sociedad, desde que comenzó a existir ha seguido con vida hasta donde se conoce. ¿Podría llegar a morir o extinguirse?, ¿Qué requisitos o cualidades necesita este para poder decir que se encuentra presente? Son varias las preguntas que se pueden formular alrededor de lo que el lenguaje no es, puede ser y sea, pero una de las interrogantes más profundas sobre el tema es buscar la naturaleza del lenguaje: ¿cuál es la esencia del lenguaje? A pesar de que existe la posibilidad de que no se llegue a una conclusión donde se responda la interrogante, es certero que se buscará disertar en la medida de lo posible sobre lo que pueda ser ese origen o “sin el cuál” el lenguaje no puede concebirse como tal. Es difícil encontrarlo en cuanto a que el mismo lenguaje que se utilizará conlleva desde ya límites en cuanto a conceptos que tal vez sean ideales, pero no puedan materializarse desde que el idioma no los contempla. Todo esto es tan solo una tentativa de encontrar una respuesta que seguro muchos podrán criticar en cuanto solo de ese modo se desarrolla y progresa el conocimiento.

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