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Ingenieria


Enviado por   •  25 de Septiembre de 2014  •  1.355 Palabras (6 Páginas)  •  215 Visitas

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Los problemas de la filosofía Bertrand RussellDe hecho, el valor de la filosofía debe ser buscado en una, larga medidaen su real incertidumbre. El hombre que no tiene ningún barniz de filosofía, vapor la vida prisionero de los prejuicios que derivan del sentido común, de lascreencias habituales en su tiempo y en su país, y de las que se handesarrollado en su espíritu sin la cooperación ni el consentimiento deliberadode su razón. Para este hombre el mundo tiende a hacerse preciso, definido,obvio; los objetos habituales no le suscitan problema alguno, y las posibilidadesno familiares son desdeñosamente rechazadas. Desde el momento en queempezamos a filosofar, hallamos, por el contrario, como hemos visto ennuestros primeros capítulos, que aun los objetos más ordinarios conducen aproblemas a los cuales sólo podemos dar respuestas muy incompletas. Lafilosofía, aunque incapaz de decirnos con certeza cuál es la verdaderarespuesta a las dudas que suscita, es capaz de sugerir diversas posibilidadesque amplían nuestros pensamientos y nos liberan de la tiranía de la costumbre.Así, el disminuir nuestro sentimiento de certeza sobre lo que las cosas son,aumenta en alto grado nuestro conocimiento de lo que pueden ser; rechaza eldogmatismo algo arrogante de los que no se han introducido jamás en la regiónde la duda liberadora y guarda vivaz nuestro sentido de la admiración,presentando los objetos familiares en un aspecto no familiar.Aparte esta utilidad de mostrarnos posibilidades insospechadas, lafilosofía tiene un valor —tal vez su máximo valor— por la grandeza de losobjetos que contempla, y la liberación de los intereses mezquinos y personalesque resultan de aquella contemplación. La vida del hombre instintivo se hallaencerrada en el círculo de sus intereses privados: la familia y los amigospueden incluirse en ella, pero el resto del mundo no entra en consideración,salvo en lo que puede ayudar o entorpecer lo que forma parte del círculo de losdeseos instintivos. Esta vida tiene algo de febril y limitada. En comparación conella, la vida del filósofo es serena y libre. El mundo privado, de los interesesinstintivos, es pequeño en medio de un mundo grande y poderoso que debe,tarde o temprano, arruinar nuestro mundo peculiar. Salvo si ensanchamos detal modo nuestros intereses que incluyamos en ellos el mundo entero,permanecemos como una guarnición en una fortaleza sitiada, sabiendo que elenemigo nos impide escapar y que la rendición final es inevitable. Este génerode vida no conoce la paz, sino una constante guerra entre la insistencia deldeseo y la importancia del querer. Si nuestra vida ha de ser grande y libre,debemos escapar, de uno u otro modo, a esta prisión y a esta guerra.Un modo de escapar a ello es la contemplación filosófica. Lacontemplación filosófica, cuando sus perspectivas son muy amplias, no divideel Universo en dos campos hostiles: los amigos y los enemigos, lo útil y loadverso, lo bueno y lo malo; contempla el todo de un modo imparcial. Lacontemplación filosófica, cuando es pura, no intenta probar que el resto delUniverso sea afín al hombre. Toda adquisición de conocimiento es unaampliación del yo, pero esta ampliación es alcanzada cuando no se buscadirectamente. Se adquiere cuando el deseo de conocer actúa por sí solo,mediante un estudio en el cual no se desea previamente que los objetos tengantal o cual carácter, sino que el yo se adapta a los caracteres que halla en losobjetos. Esta ampliación del yo no se obtiene, cuando, partiendo del yo tal cuales, tratamos de mostrar que el mundo es tan semejante a este yo, que su

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Los problemas de la filosofía Bertrand Russellconocimiento es posible sin necesidad de admitir nada que parezca serleajeno. El deseo de probar esto es una forma de la propia afirmación, y comotoda forma de egoísmo, es un obstáculo para el crecimiento del yo que sedesea y del cual conoce el yo que es capaz. El egoísmo, en la especulaciónfilosófica como en todas partes, considera el mundo como un medio para suspropios fines; así, cuida menos del mundo que del yo, y el yo pone límites a lagrandeza de sus propios bienes. En la contemplación, al contrario, partimos delno yo, y mediante su grandeza son ensanchados los límites del yo; por elinfinito del Universo, el espíritu que lo

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