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Investigativo

nserranoc14 de Mayo de 2013

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Curso: Ética

Estudiante:

NAILETH SERRANO C

CC: 1094161597

Tutor

José Tomas Blanco

2013

EL FORMALISMO KANTIANO

Presentado por:

NAILETH SERRANO CONTRERAS

CC: 1094161597

Presentado a:

José Tomas Blanco

Universidad Nacional Abierta y a Distancia (UNAD)

Escuela ECACEN

CEAD Valledupar

Ceres Curumani

2013

INTRODUCCION

Las teorías utilitaristas se basan en el análisis de las consecuencias que para la sociedad o un grupo humano tiene una determinada acción. Las decisiones correctas según esta teoría, serían por tanto, aquellas que maximizan la utilidad, felicidad, placer, de un grupo humano o de la sociedad en su conjunto. La aplicación de esta teoría exige, por tanto, el análisis de las diversas consecuencias que una determinada acción va a ocasionar en los diversos individuos afectados. Posteriormente, habría que analizar la repercusión en la utilidad o felicidad de los diversos individuos, y calcular la utilidad total, lo cual exige hacer comparaciones interpersonales de utilidad, y cálculos de utilidad que difícilmente va a poder realizarse.

Desde la antigüedad hasta la época moderna, la moral del hombre occidental estuvo orientada por la teología moral cristiana, que articuló los ideales de vida del Evangelio sobre los principales modelos éticos antiguos, aristotélicos, estoicos y neoplatónicos, asumidos en forma sincretista. Ya en pleno siglo XVIII, Kant elabora un nuevo modelo ético, que busca un fundamento diferente de la vida moral. Las éticas anteriores tenían un fundamento heterónomo, es decir, fundamentaban sus exigencias o principios en realidades exteriores y trascendentes al hombre mismo: Dios, la idea del bien, la naturaleza, la felicidad. El interés de Kant consiste en darle a la moral un fundamento autónomo: que la moralidad misma del hombre constituya el fundamento último y la fuente original de todas las normas morales. Esto equivale a decir en un lenguaje sencillo: no importa si el objetivo de mi acción es en sí mismo bueno o malo; lo importante es la intención que me mueve a realizarla.

FORMALISMO KANTIANO

Desde la antigüedad hasta la época moderna, la moral del hombre occidental estuvo orientada por la teología moral cristiana, que articuló los ideales de vida del Evangelio sobre los principales modelos éticos antiguos, aristotélicos, estoicos y neoplatónicos, asumidos en forma sincretista. Ya en pleno siglo XVIII, Kant elabora un nuevo modelo ético, que busca un fundamento diferente de la vida moral. Las éticas anteriores tenían un fundamento heterónomo, es decir, fundamentaban sus exigencias o principios en realidades exteriores y trascendentes al hombre mismo: Dios, la idea del bien, la naturaleza, la felicidad. El interés de Kant consiste en darle a la moral un fundamento autónomo: que la moralidad misma del hombre constituya el fundamento último y la fuente original de todas las normas morales. Esto equivale a decir en un lenguaje sencillo: no importa si el objetivo de mi acción es en sí mismo bueno o malo; lo importante es la intención que me mueve a realizarla.

Kant llega así a determinar que el único fundamento de la norma moral es el deber. El valor moral sólo puede radicar en la voluntad del hombre, en “querer hacer el bien”, en la buena voluntad. La voluntad de cumplir el deber es el criterio máximo de bondad moral. “Obra siempre de tal manera que la máxima de tu voluntad pueda valer como principio de legislación universal”. En esta fórmula el mismo Kant sintetiza el principio práctico del obrar moral.

De este modo se construye una moral autónoma y formalista, cuyo influjo ha sido enorme en la sociedad moderna y actual. El hombre encuentra la perfección moral en el cumplimiento del deber por el deber mismo. No importan las consecuencias de las acciones, el beneficio o perjuicio que de ella se siga; lo importante es haber cumplido exactamente con el deber; y el deber me lo indican las leyes de la sociedad. Cuando en la formación moral de los niños y jóvenes se insiste tanto en el cumplimiento del deber, en la observancia de los reglamentos, en el orden institucional, se está poniendo en práctica la ética kantiana, aunque uno crea que está dando una formación cristiana.

Son muchas las teorías que a lo largo de la Historia han intentado desentrañar el misterio que supone la procedencia del conocimiento, la capacidad del Hombre para alcanzarlo y la existencia de una verdad absoluta.

En dichas teorías se especula sobre las fuentes del conocimiento y su fiabilidad, sobre el papel de la razón frente a los sentidos, el del innatismo frente a la experiencia, y otros puntos relacionados.

Lo que se pretende con éste trabajo es aclarar los conceptos de conocimiento y verdad, en torno a los cuales giran estas teorías, y analizar éstas, buscando sus limitaciones, sus puntos débiles y sus puntos fuertes, que nos permitan avanzar en nuestra búsqueda.

Prestaremos especial atención a la teoría de la Analítica Trascendental formulada por Kant, que se presenta como una combinación coherente de lo mejor de las principales teorías acerca del conocimiento.

No todas las teorías del conocimiento son igualmente válidas. La finalidad de las diferentes teorías es establecer las pautas según las cuales los seres humanos alcanzan el conocimiento. Para poder abordar este tema debemos aclarar antes dos conceptos claves: conocimiento y verdad.

Conocimiento: Es la relación entre sujeto y objeto, a través de la cual el sujeto capta la realidad del objeto

Verdad: Es la concordancia entre lo que creemos y lo que realmente se da en la realidad de la que somos parte integrante. En principio, la verdad tiene carácter universal, es decir, es igual para todos.

La teoría del conocimiento que me parece más acertada es la propuesta por Kant, la Analítica Trascendental, la cual combina el innatismo y la experiencia, el racionalismo y el empirismo. Para Kant el conocimiento es la combinación de lo que aporta la realidad, pudiendo ser percibido por nuestros sentidos, y las categorías de nuestro entendimiento. Así, captamos las cosas condicionados por nuestros sentidos e inteligencia, conociendo lo que es real para nosotros, de este modo, nuestro conocimiento sigue siendo verdadero, pero sólo llega hasta donde permiten nuestras limitaciones. De lo que no sea captado por nuestros sentidos no sabremos realmente nada, a pesar de que la razón intente especular.

El que nuestro conocimiento empiece con la experiencia no quiere decir que todo él proceda de ella. El entendimiento piensa mediante conceptos que forman juicios. Existen dos clases de conceptos: los empíricos, que son síntesis de nuestros datos sensoriales y los conceptos puros, a los que Kant llamó categorías del conocimiento, que no provienen de la experiencia y a través de los cuales pensamos sobre los conceptos intuidos, que son posibles gracias a las categorías.

Kant hizo lo que llamó deducción metafísica de las categorías, que consistió en la deducción y explicación de las categorías de doce clases de juicios, y que fueron clasificadas en cuatro grupos: cantidad, cualidad, relación y moralidad. Si no pensamos según estas categorías la experiencia carecerá de sentido o no será posible. Kant llamó a ésto deducción trascendental de las categorías. Sin ellas no es posible la síntesis y no se alcanzará el conocimiento objetivo, ya que éste es objetivo, precisamente, porque las categorías lo son y sólo pueden formular realidades objetivas.

En estas ideas se basa nuestra mente, son condiciones a priori universales y necesarias para el conocimiento, innatas. Las formas de sensibilidad permiten intuir el objeto y los conceptos puros pensarlo.

Kant también sostiene que algo no es objeto hasta que no se enfrenta con una conciencia que actúa como sujeto. Este sujeto es anterior al objeto (kant comparte aquí la óptica racionalista) y recibe el nombre de unidad trascendental de la conciencia. En ese yo trascendental convergen las diversas experiencias, tras síntesis sucesivas, por lo que es origen del conocimiento objetivo. Esta forma de argumentación es válida tanto por inducción como por deducción, combinando así racionalismo y empirismo.

Según la teoría de Kant, el entendimiento dicta las leyes a las que se somete la experiencia. Así, la experiencia se constituye conforme a los conocimientos que proporcionan las categorías, pero éstos no pueden aplicarse más allá de la propia

Experiencia, es decir, la actuación de la razón nunca debe sobrepasar los límites de la experiencia. Éste es un error propio de los racionalistas.

La razón sería un conjunto de hábitos deductivos, a la vez dictados por la experiencia y basados en pautas de carácter lógico. Lo que hacemos al utilizar el procedimiento racional es buscar, sopesar y contrastar argumentos antes de dar validez a aquello que

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