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Juicio A Sócrates


Enviado por   •  3 de Noviembre de 2013  •  2.743 Palabras (11 Páginas)  •  422 Visitas

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JUICIO A SOCRATES Vocero: Vosotros, que eligió la suerte con la aquiescencia de los dioses sabed que debéis dar vuestra sentencia en ocasión del proceso iniciado por Meleto y apoyado por Anito y Licón, contra Sócrates. Meleto, hijo de Meleto, acusa a Sócrates hijo de Sofrónico de los siguientes crímenes. Primero: Sócrates no cree en los dioses de Atenas. Segundo: Sócrates propone nuevas creencias. Tercero: Sócrates corrompe a la juventud. El acusador pide la pena de muerte. Tiene la palabra el primer acusador, tiene la palabra Meleto. Meleto: No son intereses personales los que me traen ante este tribunal para acusar del crimen de impiedad a nuestro conciudadano Sócrates. Es por amor Atenas. Sócrates pretende cambiar el culto de nuestros viejos dioses por el culto de nuevos dáimones, de cuya naturaleza por otra parte se guarda bien de revelar gran cosa. Y es que siempre fue más propenso a destruir, que a construir. Este crimen, ahora que hemos recuperado la paz, amenza con desencadenar contra nuestra patria, contra Atenas, la justa cólera de los dioses. Con ánimo profundamente afligido, siento que es mi deber solicitar la pena de muerte contra Sócrates. ¡la existencia misma de Atenas se halla en vuestras manos! Publico: ¿oíste? ¡Y dice que no tiene intereses personales…! Vocero: Tiene la palabra Anito. Anito: Atenienses, hace mucho que me conocéis y sabéis cuanto amo nuestra ciudad. Por culpa de Sócrates ya hemos sufrido un gran desastre. Los dioses no nos han protegido, y el justo castigo que nos Platón: Jantipa vengo del ágora. El discurso de Meleto fue muy malo. La gente no lo tomaba en serio. Licón: y es por eso que os digo, atenienses no dejéis que os dicten vuestra conducta. Ahora conocéis las acusaciones. Os conozco, y sé muy bien que sabréis tomar la mejor decisión de acuerdo a vuestra conciencia. Chasquidos…Juez: Hemos escuchado a los acusadores. Tiene la palabra el acusado, tiene la palabra Sócrates. Sócrates: Os han dicho atenienses que yo soy un orador, yo os digo que a mi edad, 70 años no haría bien en practicar la elocuencia, es la primera vez que comparezco ante vosotros llamado por una corte de justicia, pero los que me han oído hablar en calles y plazas podrán deciros que hablo aquí como hablo siempre y en todo lugar: a mi manera, es decir, buscando

2. la verdad sin argucias formales. La ley exige que tome la palabra para defenderme y me defenderé. Sin embargo antes de responder a mis acusadores, a los que escuché con la mayor atención, debo responder a las malas lenguas que por más de 20 años insisten en confundir con cierto Sócrates, hombre ocupado en escrutar los misterios de la tierra, o, lo que es aún más grave en venerar las nubes. Un personaje así solo está en el espíritu de los que tan malignamente me han puesto en escena ¡Como un Ateo! y Aristófanes o sus imitadores, no disimulan bajo sus bufonadas la severidad de sus acusaciones. Ahora bien, el personaje que os presentan, que camina en el aireo hace mil locuras, más o menos científicas, de las que nada sé, en modo alguno se me parece. Apelo aquí al testimonio de los que me conocen. Cuando se dice que me ocupo de la educación de muchos jóvenes para cobrar honorarios, y para enseñarles a hacer justa una causa injusta, se incurre en falsedad. Yo, de hecho, me contento con buscar la verdad. Si tuviera la fortuna de ser sabio como “Hipias” o como “Gorgias” a quienes todos conocéis, ciertamente que no vacilaría en cobrar. Desafortunadamente, soy ignorante y mi único conocimiento reside en saber que no sé nada. Pero es éste un tipo de conocimiento que no se puede vender. Ahora alguno podría exclamar: “Pero dime, Sócrates, si no hay en ti nada extraordinario por qué esta calumnia y este proceso?” Y yo responderé: “Porque poseo la sabiduría” Chasquidos…Por favor… ¡por favor! Me apoyo en el testimonio del dios de Delfos. Todos habéis conocido a Clerofonte. Para mí fue un amigo de la infancia, y su muerte me conmovió. Para vosotros, era un demócrata, un hombre que conoció el exilio bajo el dominio de Esparta. Su hermano está aquí, y testimoniara por mí en su lugar. Hermano de Clerofonte: En Delfos, mi hermano Clerofonte preguntó a la Pitia si había mundo alguno más sabio que Sócrates. La Pitia respondió que no había en el mundo ninguno más sabio. Sócrates: Con esta respuesta del oráculo quedé atónito, pues no tenía conciencia de ser sabio. Sin embargo, como el oráculo no puede mentir me puse a la búsqueda de todos aquellos que pasaban por ser sabios, con la esperanza de descubrir el sentido de la palabra divina. Luego de interrogar a un gran número de hombres eminentes, comprendí de repente lo que quería decir el oráculo. Yo era el más sabio, porque todos esos políticos, esos poetas y artesanos presumían de saber sin saber nada, mientras que yo, Sócrates, tuve siempre conciencia de mi ignorancia. Me hice muchos enemigos, porque a menudo son los más encumbrados los que tienen mayores defectos, pero yo permanezco al servicio del dios queme obliga a buscar la verdad, aun cuando esta búsqueda me ha revelado que cuantos pretenden ser sabios, no lo son en modo alguno. Ahora me dirijo a Meleto. Este ciudadano ejemplar, este Meleto, yo os digo que es culpable, porque me trae a la corte pretendiendo interesarse por cosas de las que nada sabe. Responde una pregunta, Meleto. ¿No das acoso una gran importancia a la educación de la juventud?

3. Meleto: Si, ciertamente. Sócrates: Dado que pretendes que soy yo, Sócrates, el que corrompe a la juventud, tú sabrás seguramente quien la hace mejor. ¡Bueno responde! Tu silencio podría hacer sospechar a lacorte que no sabe nada ¿Quién hace mejores a los jóvenes? Meleto: ¡Las leyes! Sócrates:¿Y quién tiene el mejor conocimiento de las leyes? Meleto: Mira en torno tuyo, Sócrates. ¡Tus jueces! Sócrates:¿Todos, o sólo algunos de ellos? Meleto: Todos. Sócrates:¡Por Zeus, qué buena noticia! Y todos esos que nos escuchan ¿También ésos tiene una buena influencia sobre la juventud? Meleto: ¡Sin duda! Sócrates:¿Y los miembros del consejo? Meleto: Los miembros del consejo, también. Sócrates: En suma, todos los atenienses tienen buena influencia sobre la juventud. Todos salvo Sócrates, que al contrario la corrompe, ¿No es esto lo que dices? Meleto: Si ¡Y con todas mis fuerzas! Sócrates:¡Ah, que pobre hombre este Sócrates! ¡Que horrible destino! ¡Y qué gran felicidad si fuese cierto que todos en la ciudad tienen buen influencia sobre la juventud, y que solo un hombre, este Sócrates, la corrompe! Acabas de demostrar, Meleto, que no tiene mínimo conocimiento de los problemas por los que me han iniciado proceso. Pero dime ¿No es acaso cierto que los malos hacen siempre mal a los que se les acercan, mientras que los buenos, les hacen siempre bien? Meleto: Convengo en ello. Sócrates:¿Y conoces alguno,

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