ClubEnsayos.com - Ensayos de Calidad, Tareas y Monografias
Buscar

LA POLÍTICA DEL INTERÉS Y LA CREATIVIDAD POLÍTICA DEL SOBERANO: Maquiavelo y Hobbes


Enviado por   •  30 de Agosto de 2017  •  Monografías  •  1.536 Palabras (7 Páginas)  •  213 Visitas

Página 1 de 7

LA POLÍTICA DEL INTERÉS Y LA CREATIVIDAD POLÍTICA DEL SOBERANO: Maquiavelo y Hobbes

Para abordar el pensamiento político de Nicolás Maquiavelo y Thomas Hobbes es necesario hacer referencia a la etapa de transición del feudalismo a la modernidad en que ambos desarrollaron sus ideas. Se presentaron diferentes contextos conflictivos y grandes cambios en donde se vislumbraba la disputa por el poder, emergían fuertemente las facciones y el orden era amenazado por la contraposición de intereses. Citando a Sheldon Wolin, el caos sería material para la creatividad y no un motivo de resignación.

Ello despertó en ambos pensadores la reflexión acerca de la naturaleza del hombre, de un hombre que se presentaba movidos por pasiones y deseos. En primer lugar, Maquiavelo hizo una inflexión en las modulaciones de la teoría política al procurar remodelar sus conceptos con el objeto de captar mejor la realidad de los individuos que se esforzaban por obtener ventajas dentro de un espacio determinado. Hizo hincapié y llamó la atención hacia el elemento dinámico de la búsqueda del interés, y estableció el interés como punto de partida para entender la actividad política. Sin embargo, los supuestos de su análisis de la política del interés estaban incompletos, no bastaba con afirmar que el problema de la actividad política era satisfacer intereses, o que debía recurrirse a una transacción o a la coacción, aún seguían planteándose interrogantes que quedaban pendientes ¿Qué presuponía la búsqueda del interés en cuanto a ordenamientos y reglas que controlaran la inevitable lucha entre individuos? A palabras de Wolin, faltaba un principio totalizador que posteriormente Hobbes propondría, faltaba la idea de un consenso unificador que permitiera enfrentar la naturaleza de la nueva actividad política dominada por los intereses. ¿Cómo era posible entonces establecer un conjunto de restricciones cuyo acatamiento correspondiera al interés de todos? ¿Cómo ocurría esa conjunción de las individualidades? Faltaba el sentido de “vida común” en la teoría maquiavélica, que pudiera soportar el desorden y la destructividad inherentes a los fenómenos políticos movidos por pasiones humanas, idea que luego Hobbes plasmaría en su concepto de pacto social.

Sin embargo, para poder entender estos postulados acerca de que las pasiones e intereses se convertían en un elemento dinámico en la política, es necesario hacer alusión a la concepción antropológica de ambos autores.

Maquiavelo en “El Príncipe” describe al hombre como egoísta, cobarde, voluble, ávido de lucro, simulador, ingrato, etc. Es un ser más inclinado al mal que el bien y que, en última instancia, obrará bien pero por necesidad o por miedo al castigo. Una característica muy importante es que concibe al “psiquismo humano como una suerte de maquinaria deseante inagotable”[1]. 

Es una concepción de carácter pesimista e inmutable: “los hombres nacen, viven y mueren de la misma manera”. Sin embargo, el hombre por ser simple y atado al dictado de las necesidades, queda atrapado en los límites del mundo de las apariencias. Esta naturaleza lo torna altamente maleable, y es allí donde la figura del gobernante debe actuar. Además, los hombres no saben obrar ni bien ni mal, son volubles y manipulables. La herramienta por excelencia será el temor, en tanto miedo al castigo y a la pérdida, que jugará un papel fundamental a la hora de la acción política del príncipe a modo de contención a sus apetitos. Por ende, el temor se plantea como morigeración de los deseos (especialmente el de Dios). Ambas serían las principales pasiones movilizadoras de la psiquis.

Por otro lado, Hobbes también comparte un antropocentrismo pesimista. El hombre pertenece al mundo de la vida que está regido por una norma básica: todo cuerpo vivo trata instintivamente de conservar y aumentar su vitalidad y evitar lo que pueda perjudicarla. Este impulso de conservación es el principio básico que rige el movimiento de la vida. Las fuerzas que mueven al hombre respecto a estos dos objetivos son las pasiones o apetitos que se polarizan en dos direcciones fundamentales: la búsqueda y satisfacción de nuestros deseos (aproximación) y anulación de nuestros temores (alejamiento).

Además, en cuanto todos los hombres son iguales en capacidades, tienen también igualdad de esperanza con respecto a los fines. Es así que se les presentan los mismos deseos y surge la competencia y los conflictos. Para autoconservarse el hombre debe por lo tanto dominar con anticipación para garantizarse seguridad. Y como es un ser puramente pasional, su deseo insaciable convierte al hombre en el lobo del hombre. Por ende, el pesimismo de Hobbes se desprende de que el estado de naturaleza es un estado de guerra constante, en donde prima la desconfianza inseguridad y vanagloria.

...

Descargar como (para miembros actualizados)  txt (9.8 Kb)   pdf (76.1 Kb)   docx (47.5 Kb)  
Leer 6 páginas más »
Disponible sólo en Clubensayos.com