La Escuela Que Queremos

LA ESCUELA QUE QUEREMOS

Jorge Luis Ibarra Mendívil

La educación juega un papel capital en el desarrollo de la ciudadanía, la búsqueda de los caminos adecuados para el dominio de esos conocimientos y la discusión sobre las opciones pertinentes para su distribución.

La principal motivación de esta colaboración es la Reforma Integral de la Educación Básica (RIEB), que propone la integración de los tres niveles (preescolar, primaria y secundaria) en un tramo de doce años, conformado de cuatro etapas formativas organizadas en función de los estándares curriculares y aprendizajes esperados para el logro del perfil de egreso.

Son dos sucesos que marcaron un gran salto en el desarrollo de la humanidad:

• La elaboración y el uso de herramientas que facilitaron y modificaron su relación con el medio.

• La formalización de la transmisión de las prácticas productivas, que con el tiempo deriva en la construcción de esquemas de representación social mediante elementos simbólicos y valorativos de esa nueva relación con el medio.

Estas condiciones que dan origen a la conformación de la educación como un campo de acción de la actividad humana, expresadas en sistemas orientados a la transmisión, la preservación y la transformación de la cultura.

La escuela surge como la educación institucionalizada que tiene el propósito de dar orden a los contenidos que la época requería, para la integración social y el desarrollo económico. La noción de la escuela se ha ido modificando en el tiempo, se puede afirmar que hoy el concepto de escuela requiere de elementos que van más allá de la determinación de tiempos y espacios acotados por estructuras normativas y operativas.

La escuela, como institución debe repensarse, pues permite dotar de los elementos que requieren tiempos que corren, primero porque, los procesos de socialización de los productos culturales existen sin que sea necesaria su institucionalización; los sujetos aprendemos en la interacción constante. Segundo, el estadio del desarrollo social que vivimos se caracteriza, por la producción y distribución acelerada de los bienes y servicios y la flexibilidad en los ritmos de asimilación en diferentes contextos de uso.

Durante las últimas décadas, el sistema educativo mexicano ha sido objeto de cambios en los distintos niveles y en diversos aspectos, que incluyen: esquemas de financiamiento; reforma curricular; introducción de recursos y materiales de apoyo a la enseñanza y el aprendizaje, todas estas acciones han tenido la intención de responder a los desafíos de cada época.

Escudero ha caracterizado a la escuela por una serie de rasgos. La organización estática y rígida que priva en las escuelas impide una respuesta pertinente a los desafíos de la formación integral que se demanda en la actualidad. Cabe mencionar por qué la escuela no se transforma para adaptarse con la agilidad necesaria y convertirse en una institución que también aprende.

Si el proceso que define a la educación es el aprendizaje de quienes participan de ella, la escuela deberá pensarse como un proyecto organizativo sensible a las necesidades de la comunidad y los individuos que la conforman, mediante la articulación de procesos y formas de relación entre los actores, basadas en criterios de igualdad y de respeto.

El proyecto formativo nacional pone de relieve tres procesos básicos que se inscriben en el contexto escolar: la formación de los alumnos, las condiciones para la puesta en práctica del proyecto y la participación de sus hijos. Se debe trabajar de forma colegiada para planificar y conducir la enseñanza. También se debe trabajar en colaboración con los padres de familia para el logro de los objetivos.

El aprendizaje es un proceso de interacción con el mundo que nos rodea y las interacciones dispuestas desde el currículo

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