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La Filosofia Del Trabajo


Enviado por   •  2 de Marzo de 2014  •  2.285 Palabras (10 Páginas)  •  173 Visitas

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CAPITULO 3

Toda organización del trabajo tiende inevitablemente a separar el espíritu que manda de la mano que ejecuta, así el producto o la obra final se divide en tareas intelectuales y en tareas materiales aunque la unión entre el espíritu y la mano es cosa cierta, según Bernard Palissy.

Tenemos que la actividad artesana compromete al hombre entero y le permite desarrollar la totalidad de sus aptitudes. Ejercer un oficio es lo que constituye la verdadera unión del pensamiento y de la acción, de la inteligencia y de la fuerza. Sabio y hombre de acción se hallan aquí en una participación común y consiente en la obra.

De otro lado el sabio participa en la ejecución solamente, y se encamina al descubrimiento, mientras que el hombre de acción participa de la ciencia, porque para ejecutar el proyecto del sabio es preciso que adquiera su inteligencia. De esta forma el progreso intelectual resulta del trabajo manual. Hay que empezar por enseñar al alumno a manejar herramientas, talar pues la práctica engendra la teoría.

De la práctica se remonta a teorías, asi es que cada especialidad según le corresponda a cada hombre puede extenderse a otras, elevándose a leyes generales tanto de la naturaleza como del espíritu. El menor de los oficios encierra toda metafísica.

Por tanto se halla en el trabajo el valor humano gracias a la práctica, siendo el trabajo la acción inteligente del hombre sobre la materia.

El problema radica en que la sociedad industrial hace imposible todo vínculo directo entre el trabajo intelectual y el trabajo manual.

Cuanto más complejo se torna el trabajo intelectual, mas tiende a simplificarse el trabajo manual. Una especialización cada vez más extrema, al contrario, impide al espíritu tener una visión global de la obra, y al mismo tiempo condena a la mano a realizar un trabajo desmenuzado en vista de una obra que ignora. Se abre un foso entre la concepción de la obra y su ejecución, por esto es necesario de los técnicos llamados a coordinar un espíritu que ignora a la mano, y la subordinación de una mano que ya no comprende al espíritu.

La sociedad industrial da origen a una dicotomía cada vez más acentuada entre las funciones de dirección y de ejecución.

La separación entre el homo sapiens y el homo faber impuesta por el maquinismo, acaba por eliminar todo elemento humano de un trabajo que ha venido a ser un puro esfuerzo intelectual o una simple y forzosa obligación.

¿Se acentuara la separación del espíritu y la mano hasta el punto de convertirse en lago biológico? ¿Se acabara por crear castas artificiales, la casta de los señores que piensan y la de los esclavos que ejecutan ciegamente?

Para devolver al trabajo su valor verdadero conviene luchar contra las desviaciones de la época y devolverle su sentido humano, viendo el trabajo bajo 3 aspectos diferentes: como esfuerzo muscular (donde no se distingue del animal), como esfuerzo voluntario, consiente y reflexivo (se distingue del animal al no ser dominado por sus instintos, contrario sensu, sabe concebir y aplicar un plan.)

Pero lo que desde el primer momento distingue al peor arquitecto de la abeja más experta es que aquel ha construido el panal en su cerebro antes de construirlo, el trabajo preexiste en la imaginación del trabajador.

La materia que es la necesidad misma, bajo la forma de la herramienta se convierte en un instrumento de libertad, ya que vence los obstáculos que le pone la naturaleza dominando y ordenando la naturaleza, ennobleciendo de esta manera la herramienta al trabajo.

De otro lado, el hombre a diferencia del animal supera el automatismo e inmediatez de este, con su facultad de construir pensamiento. De allí que lo que singulariza al hombre no es tanto la herramienta propiamente dicha, sino el instrumento surgido de la construcción intelectual previa.

Al poder dominar la naturaleza desarma el hombre los mecanismos naturales y los hace servir para su uso propio, por ende dota a la naturaleza de una finalidad nueva: se ofrece al saibó dar a las experiencias físicas representaciones matemáticas adecuadas.

Por tanto la construcción previa del conocimiento, es la gestión esencial del trabajo humano.

Desde este punto de vista, la técnica moderna, lejos de atentar a la dignidad del hombre le ofrece nuevas posibilidades de florecimiento. La máquina no es como la herramienta (sencilla prolongación de nuestros miembros) es una lengua auxiliar. Y el producto final refleja la imagen del espíritu que la ha concebido, entonces el trabajo, descubrimiento del hombre por sí mismo, cumple plenamente su función. Un ejemplo de lo anterior son el trabajo en la creación artística, y en el trabajo religioso, que son cultos por si mismos, que no persiguen utilidad alguna, donde el hombre eleva para si el mundo interior y exterior a la conciencia espiritual como objeto en el que reconoce su propio ser.

Libres de toda sujeción utilitaria y de todo elemento adventicio, las obras religiosas, en mayor medida que otras obras menos gratuitas, tienen el privilegio de revelarnos a nosotros mismos.

Es pues el trabajo: un plan que pide realización, una intención que precede al acto, el interior del hombre que se exterioriza y que, gracias a esta exteriorización, se enriquece y se reconoce. El trabajo humano une la mano y el espíritu, ya que el espíritu tiene necesidad de la mano para manifestarse, mientras que la mano no puede actuar sin que el espíritu la dirija. Y el espíritu es una especie de fuerza hiperorganica, que para obrar ha de comenzar por someterse al cuerpo.

La ruptura de la actividad humana en dos esferas opuestas y enemigas es contraria a la esencia humana y no tiene en cuenta la realidad. De lo contrario se caería al extremo en que el hombre se disuelve en la pura subjetividad y se pierde en la pura objetividad. NI TAN HERCULES NI TAN PROMETEO.

Este mundo que ignora al hombre y que le aplasta con toda su fuerza, parece adquirir forma en nuestra época cuando la automatización y la cibernética hacen temer la eliminación progresiva del espíritu humano. Esto se refleja en las últimas invenciones como lo es el “cerebro de obrero “el cual registra los gestos y en adelante es capaz de repetirlos indefinidamente. De esta manera el robot desaloja al hombre y resulta superior a este.

¿Es exacto afirmar que el espíritu humano corre el riesgo de ser totalmente suplantado de ahora en adelante en el proceso de producción?

Es más exacto decir que el pensamiento humano ha delegado sencillamente su poder en el robot. El único detentador del poder de creación es

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