La Transformación De La Realidad

La transformación de la realidad

Estimado lector. Hoy me decidí a contravenir algunas de las ideas y opiniones generalizadas que se extienden por el mundo de la lectura y cuyo efecto suele ser devastador para la comunidad lectora. Vengo aquí no a revelarte alguna verdad. Vengo a ofrecerte una manera nueva de leer y algunos de los resultados que horas de lecturas y reflexión han logrado recabar. Me concentraré en dos de las muchas ideas que circulan. Primero el concepto de política y segundo el de escritor comprometido. Algunas ideas se subordinan a estas dos en general, pero a su tiempo iré señalándolas y desprendiéndolas lógicamente en mi argumentación.

Hay entre muchos lectores un problema para definir el término política y distinguirlo de otros, algunos lo entienden de manera operativa, algunos de manera institucional, algunos otros filosóficamente y, en el peor de los casos, no la entienden y la desdeñan ciega y categóricamente. Según la definición que entiendan por política, son igualmente el tipo de lector. Podríamos creer ingenuamente que la definición de política es posterior al tipo de lector, porque necesariamente estamos obligados a investigar y a leer qué significa la política, sin embargo, la naturaleza profundamente práctica de ésta parece darnos crédito para opinar sobre ella sólo con recuperar algunos hechos aislados o experiencias inmediatas o mediáticas. Notaremos con el ejemplo central de esta exposición que la mayoría de los lectores se conforma con una definición empírica de la política, ya para aceptarla o ya para rechazarla.

Este primer concepto, el de política, respalda al segundo: el del escritor comprometido. Éste es un tipo de escritor que hace pública su posición y su perspectiva de acuerdo a ciertos problemas o polémicas en una sociedad o en una comunidad. Es para muchos lectores, el único escritor que hace política, que la entiende o que al menos le interesa. Al parecer se opone de manera radical al resto de escritores. Esto no significa necesariamente que sea un escritor de izquierda, también hay escritores de derecha que transmiten su posición contraria a la revolucionaria o la que solemos nombrar: rebelde. A pesar del rechazo de la opinión pública. Quizá, la diferencia entre estos tipos de escritores radica en aquellos quienes le interesa un lugar en la opinión pública y aquellos quienes les interesan no la opinión sino la verdad. Ya profundizaré en este problema. Hay en la historia de la literatura y del pensamiento, muchos escritores de ambos tipos y muchos otros que se inventan un propio lugar desde el cual hacer política

Una definición de política desde la literatura

El primer tipo de lector es aquel que considera la definición de política únicamente como una práctica discursiva, una posición o una perspectiva ante un problema social o comunitario. Este es el ejemplo de lector que sólo lee escritores comprometidos. Un ejemplo de escritor comprometido es el genial B Brech en Europa, Mario Benedetti en América o Henry Thoreau en USA, y faltan miles de escritores que han dedicado su vida y su pluma a luchar por mejorar las condiciones que los determinan y configuran. Algunos lectores que comparten esta definición de política, por el contrario, como desconoce con precisión el concepto de política se alejan de ese tipo de escritor, estos son el segundo tipo de lector, aquellos quienes rechazan a los escritores por que consideran el arte o la literatura un recinto sagrado que no debe contaminarse con ideas, ideales y menos aún otorgarles un uso práctico. En los pasillos de las universidades y de los centros culturales solemos escuchar que un poeta es malo, si vende mucha poesía, si hace panfletos para adoctrinar a sus lectores o si se le antoja expresar una visión que cuestione o ponga en crisis conceptos, ideas o prácticas ajenas a la esfera estética. Por ello, ambos tipos de lector están fundamentados en un mismo tipo de definición de política, el de una política partidista e ideológica, es decir, acotada, pobre, la diferencia es que algunos aprueban al escritor comprometido y los otros los desaprueban.

Muchos escritores con un estilo refinado y elegante, han sido poco leídos o difundidos, por su carácter abiertamente político. Igualmente otros han sido rechazados y vituperados por no ser abiertamente políticos, o bien porque sus temas parecen estar alejados de la esfera de la política. Esta lógica acotada entre un lado o el otro, entre el amigo y el enemigo ha alimentado este prejuicio. Pues, sabemos que el juicio de un texto no sólo concierne a los temas, al estilo, a la posición política o a la vida del escritor, sino a todos y cada uno de ellos y al resultado de una valoración en conjunto. Aquel lector que acepta o rechaza a un escritor por su posición política o su no declaración pública de esa posición cometen el error más grave, juzgar con prejuicios, valorar con un solo criterio. Este error es resultado de una visión acotada, un tanto

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