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Ludwig Wittgenstein (1889 - 1951)

orleyguey9 de Septiembre de 2014

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Contexto histórico y sociocultural:

Los últimos años del siglo XIX y la primera década del siglo XX se caracterizan por el dominio político, económico, cultural y técnico de las potencias europeas. El imperialismo europeo alcanza su punto más alto con el reparto de las últimas regiones del globo todavía “disponibles” en la carrera por África. En el plano social, se tiene una confianza generalizada en que el progreso científico-técnico, que avanza a velocidad asombrosa, terminará resolviendo los problemas de la humanidad. La organización capitalista de la economía continúa también su avance y abarca cada más esferas. El Reino Unido permanece en su aislamiento voluntario respecto del continente europeo (la famosa “splendid isolation”) y en el continente prima la inestabilidad, ligada a un complejo sistema de alianzas entre las principales potencias continentales (Alemania, Rusia, el Imperio Austro-Húngaro y el Imperio Otomano). A pesar de esta inestabilidad política, el contraste con los terribles acontecimientos que viviría Europa poco después hace que este periodo (1890 – 1914, aproximadamente) se conozca generalmente como la “Belle Époque” (“época bella”). Esa visión nostálgica surge después de la I Guerra Mundial e idealiza el periodo anterior a la guerra como un paraíso perdido, en el que las transformaciones técnicas y culturales llegaban a todas las capas de la sociedad, y en el que podía vivirse más o menos bien.

En cualquier caso, todo ese mundo estalla el 28 de junio de 1914, cuando el nacionalista serbio Gavrilo Princip asesina en Sarajevo al Archiduque Francisco Fernando, heredero al trono del Imperio Austro-Húngaro. Austria-Hungría deseaba desde hacía tiempo acabar con el problema de los nacionalismos eslavos en su territorio y en este asesinato ve su ocasión de oro para atacar y destruir Serbia. El Imperio Austro-Húngaro cuenta con el respaldo de Alemania, pero Serbia cuenta con el respaldo ruso, y en el momento en que Austria-Hungría declara la guerra a Serbia, los resortes del juego de alianzas se ponen en marcha y el conflicto se convierte rápidamente en la Primera Guerra Mundial. Después de millones de muertos y de cuatro años de salvaje enfrentamiento la contienda finaliza con la firma del Tratado de Versalles, por el que las potenciales centrales capitulan y reconocen su derrota. Mientras tanto, en el imperio ruso la revolución bolchevique de 1917 ha acabado con el zarismo e impone una reorganización política y económica del país de acuerdo con los principios “marxistas”. En poco tiempo, el partido bolchevique (llamado Partido Comunista a partir de 1918) monopolizará y centralizará todo el poder, produciendo un Estado totalitario y burocrático.

Los poco más de veinte años que ocupan el periodo de entreguerras (1918 – 1939) serán a su vez testigos de grandes convulsiones. Las grave crisis económica de 1929 (que comienza con el crash de la bolsa de Nueva York) arrastrará en poco tiempo a casi todas las economías capitalistas a la llamada “gran depresión”. La miseria y la precariedad producida por esta crisis será el caldo de cultivo idóneo para el desarrollo del fascismo, que a lo largo de estos años alcanzará el poder en Italia (Mussolini), en cierto modo en España (con la Falange y después Franco) y en Alemania (partido nacional-socialista de Hitler).

El nacional-socialismo alemán, dirigido por Hitler, desarrolla entonces una política de recuperación de la “Gran Alemania”, que incluye la revisión del Tratado de Versalles, proyecta la anexión de los territorios que considera necesarios para el “espacio vital” de la raza germana y fomenta la expulsión o la eliminación de todas las razas “inferiores”. Alemania ocupa así Austria y se anexiona los Sudetes, ante la inhibición de Francia e Inglaterra. Cuando, sin embargo, Hitler invade Polonia en 1939, Francia e Inglaterra declaran la guerra a Alemania y comienza la Segunda Guerra Mundial (1939-1945). Tras el conflicto, los vencedores quedarán alineados en dos grandes bloques político-económico-militares: a) el bloque occidental, liderado por EE.UU. y defensor de la democracia liberal, y el bloque comunista, liderado por la U.R.S.S, defensor del sistema al que denominan “democracia popular”.

En el ámbito cultural, se puede decir que dos fenómenos atraviesan y dominan esta época. Por un lado, las vanguardias ocupan un lugar central en toda la producción artística desde finales del XIX. Sus repercusiones –sobre todo en la pintura– son enormes, y las distintas corrientes (impresionismo, expresionismo, cubismo, dadaísmo, surrealismo, futurismo, etc.) dan el tono espiritual de cada época. El otro gran fenómeno cultural es la cultura de masas. En efecto, aunque sus orígenes deben remontarse, probablemente, hasta la invención de la imprenta, la cultura de masas propiamente dicha es un fenómeno del siglo XX, en el que los medios de comunicación (prensa, radio, cine y televisión) alcanzan y modelan a unas masas cuyo poder adquisitivo ha aumentado de manera generalizada.

Contexto filosófico:

Wittgenstein entra a la historia del pensamiento a través de lo que, en sentido muy amplio, se denomina filosofía analítica. La filosofía analítica, considerada en este sentido amplio, tiene muchas corrientes, subcorrientes y ramificaciones, y con el tiempo llegaría a ser dominante en el mundo anglosajón, pero en cualquier caso puede considerarse que su origen es la obra de G. E. Moore (1873 – 1938) y B. Russell (1872 – 1970). Si Moore puede ser considerado como uno de los precursores de la “filosofía del lenguaje común”, Russell dio lugar a una cierta “filosofía del lenguaje ideal” con su atomismo lógico, y ejerció una importante influencia en Wittgenstein. Bertrand Russell nació en el seno de una familia noble inglesa y estudió en Cambridge, donde fue profesor hasta su expulsión, en 1916, por oponerse al servicio militar obligatorio. Vivió y enseñó también en Estados Unidos, y también allí fue despedido por motivos ideológicos. En 1950 recibió el Premio Nobel de la Paz, y en 1970 murió, en Gales, a los 97 años de edad. El atomismo lógico sostiene que la misión del análisis filosófico es la de distinguir los problemas reales de la ciencia de aquellos problemas que surgen por un mal empleo del lenguaje, y la de construir un lenguaje perfecto que no incurra en estos errores. Ese lenguaje perfecto debe ser construido con los procedimientos de la lógica y debe partir de los elementos más simples, indescomponibles (“atómicos”) del lenguaje, que se corresponderán con los hechos simples de la realidad.

Vida y obra:

Ludwig Wittgenstein nació en Viena en 1889, en el seno de una familia rica y culta de ascendencia judía. Su padre era un ingeniero puntero en la industria austro-húngara del hierro. Su madre, al parecer, inculcó un notable espíritu artístico a la familia. El hogar de los Wittgenstein era un centro de la vida cultural –especialmente musical– de la ciudad, y todos los hijos de la familia (cinco hijos y tres hijas, Ludwig era el más pequeño) crecieron en un ambiente de grandes estímulos intelectuales y artísticos.

Wittgenstein se educó en el hogar hasta los 14 años y, después de pasar tres años en una escuela de Linz, en 1906 se matriculó para estudiar ingeniería en la Escuela Superior Técnica de Berlín-Charlottenburg (al parecer, Wittgenstein tenía desde muy joven un vivo interés por las máquinas y por la construcción de máquinas, y un talento igualmente notable para ello). En estos años se ocupa de investigación aeronáutica. Después de experimentar con cometas en el verano de 1908, se matricula como estudiante de investigación en el departamento de ingeniería de la Universidad de Manchester y se centra en la construcción de una hélice de reacción a chorro para la aviación. En este momento, el interés de Wittgenstein empieza a deslizarse de unos asuntos a otros: en un primer momento es la máquina la que absorbe su atención; después se concentra en el diseño de la hélice, que es una labor eminentemente matemática; de ahí pasa a la matemática pura y luego hacia los fundamentos y la filosofía de las matemáticas.

Ese interés cada vez mayor por los fundamentos de la matemática es lo que le lleva a abandonar sus estudios de ingeniería y a viajar a Jena (Alemania) a discutir sus planes con Frege (Gottlob Frege es a la sazón, junto con Bertrand Russell, uno de los padres de la “nueva lógica”, que en ese momento despunta en la investigación sobre fundamentos de matemática). Frege le aconseja que vaya a Cambridge, a estudiar con Russell, y a comienzos de 1912 Wittgenstein es admitido en el Trinity College. En ese momento Cambridge es un hervidero excepcional de actividad intelectual, y Wittgenstein entabla amistad con A. Whitehead, G. E. Moore, el economista J. M. Keynes, y el matemático G. H. Hardy, entre otros. En esta época, también, Wittgenstein pasa algún tiempo en una granja en Noruega, aislado de todo. En 1912, por cierto, el padre de Wittgenstein había muerto y éste quedó en posesión de una gran fortuna. Wittgenstein da todo su dinero y en adelante lleva una vida extremadamente simple y frugal.

Cuando, en el verano de 1914, estalla la guerra, Wittgenstein se alista como voluntario en el ejército austriaco y es destinado sucesivamente a distintos lugares. En octubre de 1918 el ejército austro-húngaro se colapsa y Wittgenstein, que en ese momento está en el frente sur, es capturado por los italianos, y pasa la mayor parte de su cautiverio en Monte Casino. Al ser capturado, Wittgenstein lleva en su mochila el manuscrito de lo que será

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