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Meditaciones De Descartes


Enviado por   •  2 de Marzo de 2015  •  3.411 Palabras (14 Páginas)  •  315 Visitas

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Meditación Primera (De las cosas que pueden ponerse en duda)

En la primera meditación Descartes nos dice que desde su niñez había admitido como verdaderas una porción de opiniones falsas. Al cuestionarse esos principios, y no por ligereza sino por fuertes razones, ha de liberarse de antiguos prejuicios. Y para esto no será necesario que demuestre que todos ellos son falsos, bastará para rechazarlos que encuentre, en cada uno, razones para ponerlo en duda. También nos habla de las razones por las cuales podemos dudar en general de todas las cosas y, en particular de las materiales, motivo por el cual nos insta a acostumbrar a nuestro espíritu a desligarse de los sentidos, pues todo lo que se tiene por verdadero y seguro lo ha aprendido de ellos y ha podido experimentar que no se puede confiar por completo en ellos pues a veces nos engañan; aunque por otro lado los sentidos nos muestran cosas de las que no se puede razonablemente dudar. Para ello Descartes nos refiere la sensación que se tiene, al soñar, de estar viviendo una realidad; al ser difícil distinguir el sueño de la vigilia y, a pesar de que lo que en ellos se vea son meramente una ilusión, ésta ha de estar basada en realidades al no poder inventar algo totalmente novedoso sin que nunca haya sido visto o sea el resultado de una mezcla y composición de partes diferentes. También añade que, aún en el caso de que alguien pudiese en realidad crear algo completamente nuevo, los colores de los que estaría compuesto serían verdaderos (verdad absoluta). Para Descartes las ciencias que dependen de la consideración de las cosas compuestas, son muy dudosas e inciertas (física, astronomía, medicina) ; por el contrario las que tratan cosas muy simples y generales (aritmética, geometría), sin preocuparse mucho de si están o no en la naturaleza, contienen una verdad que prevalece. Descartes pone como ejemplo que el hecho de que uno esté dormido o despierto no cambia la verdad tan clara de que dos más tres suman cinco, o que el cuadrado nunca tendrá más de cuatro lados. Mas aún así, Descartes crea la incertidumbre de que exista un dios – al que él denomina “genio” o espíritu maligno para diferenciarlo del Dios cristiano que es todo bondad – que le haga equivocarse siempre al hacer dicha suma o contar los lados del cuadrado, añadiendo que quizá algunos preferirán negar la existencia de tan poderoso Dios a creer que todas las demás cosas son inciertas.

En esta primera meditación, Descartes no cuenta que, al cuestionarse todo lo que antes creía verdadero, a partir de entonces, de hallar algo cierto y seguro en las ciencias, se abstendrá de darle crédito, demostrando desconfianza hasta llegar a una firmación de la que no pueda dudar, de la que tenga absoluta certeza, a través de la meditación y el conocimiento.

Meditación Segunda (De la naturaleza del espíritu humano; y que es más fácil conocer que el cuerpo.

Llegado a este punto, en la 2ª Meditación Metafísica, y una vez destruidos todos los conocimientos que había adquirido durante su vida, Descartes busca volverlos a reconstruir mediante un patrón fiable y de mucha más solidez y para ello aplica la duda a la propia duda, encontrando un elemento que prevalece a ésta: “si dudo que dudo puedo tener la certeza de que estoy dudando; lo cual implica necesariamente que estoy pensando; y si estoy pensando es indudable que estoy existiendo”. Descartes llega a la conclusión de que si piensa, existe, siendo ésta la primera verdad absoluta a partir de la cual va a construir todo el conocimiento. Este pensamiento queda plasmado en su célebre la frase “cogito ergo sum” (pienso, por lo tanto existo). Además demuestra la existencia del espíritu, distinguiendo lo que pertenece a la naturaleza intelectual de lo que pertenece al cuerpo, siendo el cuerpo divisible mientras que el espíritu (alma del hombre) es indivisible, siendo ambas naturalezas no sólo diversas sino incluso en cierta forma contrarias. Para Descartes el cuerpo no es más que el medio que usa el alma para interactuar con el mundo material creado por Dios.

En esta meditación Descartes también expone que el contenido inmediato del pensamiento es la realidad existencial del sujeto pensante: la duda puede afectar a todos los contenidos del pensamiento, pero no puede afectar al “yo” donde estos contenidos están. Intuimos la existencia de un “yo” cuya esencia es ser pensamiento. En esto precisamente consiste intuir, pero para ello las ideas han de ser simples, ya que sólo de lo simple hay verdadera intuición. El resto del conocimiento es deducción.

Asimismo Descartes desarrolla la idea de que una cosa engendra otra cosa, y por esto concibe la existencia de un Dios perfecto e infinito, siendo nosotros seres creados por él y causa de ello es que podemos tener ideas acerca de lo infinito y lo inmortal. También nos dice que él tiene la idea de Dios antes que la de sí mismo, ya que Dios posee más realidad y mayor perfección; aduciendo que para sentirse imperfecto, ha de sentir algo más perfecto que él con lo que compararse.

Meditación tercera (De Dios; que existe)

Para realizar esta tercera meditación, Descartes nos dice que primero ha de mantener apartados sus sentidos para así sostener un coloquio consigo mismo, haciendo introspección. El filósofo francés establece como criterio de verdad la claridad y la distinción: todas las cosas que concebimos de forma clara y distinta son verdaderas y se presentan al espíritu.

Después examina si hay Dios, y si es así, si éste puede ser un dios engañador; pues, sin conocer esas dos verdades, dice no saber como poder alcanzar certeza de cosa alguna.”

Para el padre de la filosofía moderna, las ideas no pueden ser falsas en sí mismas, dividiéndolas en tres clases: las que parecen innatas, las que parecen ajenas (venidas de fuera), y las que parecen inventadas por uno mismo.

Descarte nos dice: “no sólo que la nada no podría producir cosa alguna, sino que lo más perfecto, es decir, lo que contiene más realidad, no puede provenir de lo menos perfecto... Para que una idea contenga tal realidad objetiva más bien que tal otra, debe haberla recibido, sin duda, de alguna causa, en la cual haya tanta realidad formal, por lo menos, cuanta realidad objetiva contiene la idea.” De aquí saca la conclusión de que si la realidad objetiva de una idea suya es tal que pueda saber con claridad que no está en él ni formal ni eminentemente, entonces es que no está sólo en el mundo, y que existe otra cosa que es causa de esa idea.

Y añade que aunque pueda ocurrir que de una idea nazca otra idea, ese proceso no puede ser infinito, sino que hay que llegar finalmente

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