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Principales Enfoques Teóricos De La Sociologia


Enviado por   •  21 de Febrero de 2014  •  2.280 Palabras (10 Páginas)  •  1.207 Visitas

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Karl Marx

Los hechos sociales son producidos históricamente bajo unas condiciones de producción que pueden transformarse.

Señala Marx que “la clase que tiene a su disposición los medios para la reproducción material dispone con ello, al mismo tiempo, por término medio, las ideas de quienes carecen de tales medios necesarios para producir espiritualmente”

Según Marx, instituciones como la escuela pertenecen a la superestructura, y por lo tanto se organizan de acuerdo con las relaciones sociales de producción dominantes (infraestructura), adaptándose a los intereses de la clase social hegemónica. Marx concedía prioridad en su obra al estudio de la educación. Sus mayores esfuerzos se concentraron en desarrollar los mecanismos económico-sociales de la explotación del trabajo en la sociedad capitalista (El Capital) y en las que le precedieron (feudal, asiática…, aunque a éstas dedica menor atención). Por estas mismas razones tampoco creyó que la escuela fuera una institución clave para la transformación socialista de la sociedad; antes había que suprimir la propiedad privada de los medios de producción, verdadero origen de las desigualdades sociales con escuela o sin ella. Marx consideraba, pues, que la escolarización plena no iba a llevar aparejada la igualdad de oportunidades sociales mientras las relaciones sociales de producción fuesen asimétricas, es decir, estuvieran basadas en la explotación económica de los trabajadores por los dueños de los medios productivos básicos.

Marx llegó a pensar que una escuela gratuita para todos en la sociedad capitalista podía servir de tapadera para ocultar la desigualdad o legitimarla, pues la gratuidad hace pensar que la escuela sitúa a cada uno en el lugar que merece según su capacidad y esfuerzo (ideología meritocrática), ocultando el origen de la desigualdad. Marx aplazaba la justicia educativa hasta la llegada del socialismo, que equivocadamente creía muy próximo, y esto influyó más de la cuenta en su punto de vista. Compartimos, pues, su perspectiva crítica pero no se escaso aprecio por la enseñanza gratuita, un derecho duramente conquistado al que los políticos neoliberales gustaría detraer recursos públicos.

Max Weber

Weber no dedicó ninguna de sus obras al estudio sociológico de la educación. El detenimiento de Weber en los procesos educacionales y su organización en la sociedad no fue casual.

Cualquier acto humano puede ser estudiado desde la perspectiva sociológica, puesto que el hombre es un ser social. Desde el nacimiento a la muerte nuestros actos se enmarcan en un contexto de relación y significado social. Tanto nuestra existencia física como nuestra personalidad han de producirse socialmente. Su aporte excepcional consistió en señalar que en el estudio de las acciones sociales es importante sociológicamente el significado que éstas tienen para los actores que las ejecutan, y los móviles con los que operan.

El estudio de lo social no consiste sólo en averiguar las regularidades externamente observables, sino en “comprender” la orientación racional, valorativa, de la acción social, el sentido que ésta tiene para los actores.

Weber concede gran importancia a la institución educativa como dispositivo de control psicosocial. Para Weber la escuela, la familia, y la organización eclesiástica son asociaciones de dominación: la iglesia y un sistema de enseñanza. Se ocupan de la administración de bienes espirituales ( la iglesia lo hace de los bienes del transmundo y la escuela de bienes mundanos). Los sujetos se encuentran disciplinados por las reglas que no dependen de ellos y no han elegido (sólo cabe aceptarlas o excluirse).

Señala Weber cuatro rasgos organizativos homólogos:

La existencia de un cuerpo de agentes profesionales que constituyen uno o varios grupos de status bien cohesionados (obispos y sacerdotes; maestros y catedráticos).

La autoatribución del monopolio administrativo de los bienes espirituales que se predican como auténticos. Pretenden por ello sus agentes dominar por encima de las barreras familiares étnicas, clasistas, y grupales de cualquier tipo.

El cuerpo de sacerdotes o enseñantes profesionales ha sido reclutado ateniéndose a unas reglas públicamente establecidas. Tienen una formación homogénea en cuanto a fuentes de contenido técnicas y normas de comportamiento observadas.

A los componentes del cuerpo no les viene dado el carisma por sus cualidades personales intransferibles, sino por su pertenencia al grupo profesional que administra los bienes sagrados o culturales.

Estos tres apartados de coerción psicosocial (iglesia, escuela y familia) son sumamente efectivos para ejercer el control de la sociedad. Reproducen una visión ideológica del mundo, desarrollan en la personalidad las motivaciones afectivamente adecuadas a esa visión y transmiten un ethos de comportamiento apropiado (moral) respecto al sistema de poder establecido.

Sin embargo, siempre negó que la ideología y la moral, fundamentadas por la religión o reproducidas en la escuela, fueran un mero reflejo de las relaciones sociales dominantes, de base económica. Estos aparatos de poder y sus dispositivos ético-culturales tienen mucha más sustantividad de lo que Marx suponía, gran resistencia a disolverse, y perviven a los grandes cambios sociales.

Weber propone 3 tipos teóricos, correspondidos con los tres modelos de autoridad legitimada: carismática, tradicional y legal-racional:

La educación carismática: se corresponde con el tipo de dominación del mismo nombre. Es funcional para explicar la educación de guerreros y sacerdotes, en sociedades heroicas o teocráticas; pero en estado menos puro algunos de los rasgos del modelo también pueden ser útiles para entender los procesos educativos actuales. El desarrollo de la personalidad según la educación carismática se realizaría a partir del estímulo de presuntas cualidades innatas que hay que despertar en el sujeto. En otras ocasiones se pretende que el carisma se infunda “a través de un milagro de renacimiento mágico”, promovido por la ascesis del educando al seguir las disposiciones de los maestros y que puede culminar con un ritual solemne. Dos rasgos de este tipo aparecen en algunas pedagogías: 1) entender la ecuación como “educere”, “sacar de”, como desenvolvimiento de los dones innatos del sujeto; 2) conceder prestigio a los portadores de títulos, especialmente los más selectos. Weber que la educación

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