¿Qué Es La Ilustración?
Jhon.gomez19 de Marzo de 2012
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Respuesta a la pregunta
¿qué es la ilustración?
(Véase en diciembre de 1783, página 516)
I
MMANUEL KANT
2
La ilustración es la salida del hombre de la minoría de
edad causada por él mismo. La minoría de edad es la
incapacidad para servirse del propio entendimiento sin la
guía de otro. Esa minoría de edad es causada por el
hombre mismo, cuando la causa de esta no radica en
una carencia del entendimiento, sino en una falta de
decisión y arrojo para servirse del propio entendimiento
1
La indicación a la paginación de la Berlinischen Monatsschrift –Boletín Mensual de
Berlín– se refiere a la siguiente anotación en el artículo “¿Es Conveniente que la Alianza
Matrimonial se Legitime Adicionalmente por la Religión?”, del señor clérigo Zöllner:
“¿Qué es la ilustración? Esta pregunta que quizá sea tan importante como la pregunta
¿qué es la verdad?, tiene que ser respondida antes que se comience a ilustrar y hasta el
momento no he encontrado respuesta en ninguna parte.”
2
Traducido del alemán por Álvaro Corral, marzo 10 de 2003.
1
Razones por las
cuales el problema
tratado por el autor
es un problema y
cómo los e
jemplos
ilustran el asunto.
sin la dirección del de algún otro. ¡Sapere aude!
¡Ten
valentía para servirte de tu propio entendimiento! Esta es
la consigna de la ilustración.
La pereza y la cobardía son las causas de por qué una
gran parte de los hombres, luego de que la naturaleza
los ha declarado libres, ya desde hace tiempo, de una
dirección externa –
naturaliter maiorennes–
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, no obstante
permanecen a gusto como menores de edad toda la
vida; y de por qué le resulta a otros muy fácil convertirse
en sus tutores. Es muy cómodo ser menor de edad. Si
tengo una guía espiritual que tiene fe por mí, si tengo un
médico que juzga por mí la dieta y así por el estilo,
entonces no necesito esforzarme por mí mismo. No
tengo necesidad de pensar, cuando sólo puedo pagar.
Otros asumirán la fastidiosa tarea por mí. Los tutores que
se han apropiado buenamente de la supervisión, se
preocupan también de que la gran mayoría de los
hombres –incluidas todas las del bello género–, piensen
que el paso a la mayoría de edad, además de ser
fatigoso, resulta también muy peligroso. Después de
haber entontecido a su ganado particular y de haberse
asegurado con cuidado que esas criaturas no se atrevan
a dar paso alguno más allá de las andaderas que los
retienen, les muestran entonces los peligros que les
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4
Expresión latina: “¡Atrévete a saber!”. Nota del traductor.
Expresión latina: mayoría de edad natural. Nota del traductor.
3
Propuesta
para
solucionar el
problema.
Dificultades
en la solución
del problema.
amenazan cuando intentan caminar por sí solos. Pero ese
peligro no resulta ahora muy grande, pues ellos
aprenderían finalmente a caminar con algunos
contratiempos; un sólo ejemplo de este estilo previene y
por lo general atemoriza de cualquier otro intento
posterior.
A cada hombre en particular le resulta difícil salir de la
minoría de edad convertida, ahora sí, en casi una
segunda naturaleza. Incluso hasta se ha encariñado con
ella y será en realidad incapaz de servirse de su propio
entendimiento, por cuanto no se le permitiría ni siquiera
hacer el intento. Las prescripciones y las formalidades, o
sea, los instrumentos mecánicos de un uso racional o
mejor del mal uso de sus dones naturales, son los
grilletes de una minoría de edad que se vuelve
permanente. Aquel que la rechazara, haría con ello, no
obstante, un salto tan inseguro sobre una zanja tan
estrecha, por cuanto no está acostumbrado al
movimiento libre. Por lo tanto, son sólo muy pocos, los
que satisfactoriamente se han podido liberar de la
minoría de edad por medio del esfuerzo de su espíritu, y
avanzan con paso seguro.
Pero que una sociedad se ilustre es por el contrario
bastante probable; incluso, cuando se deja sólo la
libertad, es algo inevitable. Pues siempre se encontrarán,
¿Qué se
requiere para
poder
solucionar el
problema?
¿Bajo qué
condiciones
se espera esa
solución?
incluso entre los tutores señalados de la gran masa,
algunos pensadores autónomos, quienes luego de
haberse sacudido ellos mismos del yugo de la minoría de
edad, extenderán a su alrededor el espíritu de un aprecio
racional del valor propio y de la vocación de cada hombre
para pensar por sí mismos. En esto resulta curioso que la
sociedad, la cual con anterioridad ha sido sometida al
yugo por ellos, es obligada luego a permanecer
sometida, cuando ha sido incitada a la rebelión por parte
de algunos de sus tutores, incapaces ellos mismos de
cualquier ilustración. Por eso es tan dañino sembrar
prejuicios, porque a la postre se vengan ellos mismos en
quienes fueron sus creadores o antecesores. Por esto, es
que una sociedad puede alcanzar la ilustración sólo
despacio. Con una revolución se puede lograr la caída del
despotismo personal o la opresión codiciosa o imperiosa,
pero nunca se logrará una verdadera reforma del modo
de pensar, sino que los nuevos prejuicios servirán, al
igual que los anteriores, como elementos de guía para la
gran masa irreflexiva.
Para la ilustración no se requiere más que la libertad; y
por cierto la menos dañina de todas las que se puedan
llamar libertad, o sea aquella para poder hacer uso
público de la razón en todos los asuntos. Pero por todas
partes oigo ahora la llamada: “¡No razonad!” El oficial
dice: “¡No razonad, sino haced la maniobra!”. El
recaudador de impuestos dice: “¡No razonad, sino
pagad!”. El guía espiritual dice: “¡No razonad, sino
creed!”. –Sólo un único señor en el mundo dice:
“¡Razonad todo lo queráis, y sobre lo que queráis, pero
obedeced!”–. Aquí hay limitaciones a la libertad por todas
partes. ¿Pero qué limitación es acaso un obstáculo para
la ilustración? ¿Cuál no, sino que incluso sea capaz de
estimularla? Yo respondo que el uso público de la razón
debe ser siempre libre y éste sólo puede lograr realizar la
ilustración ente los hombres. El uso privado de la misma
tiene que limitarse con frecuencia demasiado, sin
obstaculizar por ello el progreso en particular de la
ilustración. Pero entiendo por uso público de la propia
razón el que hace cualquiera como intelectual ante su
público del universo de lectores. Denomino uso privado,
el uso que está permitido hacer de su razón cuando se le
confía una cierta responsabilidad o un cargo civil. Ahora
bien, con ciertos asuntos relacionados con el interés del
Estado, resulta indispensable un cierto mecanismo por
medio del cual algunos entes del Estado tengan que
comportarse sólo con pasividad, para que por medio de
una unidad artificial se indiquen por parte del gobierno
las metas públicas, o por lo menos se protejan de la
destrucción de esas metas. En este caso no está
permitido, por cierto, razonar, sino que uno tiene que
obedecer. Pero, en tanto que esa parte de la máquina se
considera ahora también como miembro de la nación en
su totalidad, o incluso de la sociedad cosmopolita, con
ello en calidad de intelectual que se dirige al público en
sentido propio por medio de escritos, entonces sí puede
en ese caso razonar, sin que por ello se menoscaben los
asuntos para los cuales ha sido contratado en cuanto
miembro pasivo. Sería pues muy pernicioso que un
oficial, al que sus superiores le ordenan algo, quisiera,
estando al servicio, exponer sus razones en voz alta
acerca de la finalidad o la utilidad de esa orden; él tiene
que obedecer. Sin embargo, en justicia, no se le puede
prohibir que en cuanto intelectual haga comentarios
sobre los errores del servicio militar y los presente a
consideración del público. El ciudadano no se puede
oponer a las tareas que le han sido impuestas; incluso
una crítica de tales imposiciones, cuando deben ser
ejecutadas por él, puede ser castigada como un
escándalo –que pudiera originar desacatos
generalizados–. Pero precisamente un individuo no actúa
sin consideración en contra del deber de cualquier
ciudadano, cuando él en cuanto intelectual manifiesta en
público
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