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Ser Y Personalidad

SalvaRo28 de Marzo de 2013

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SER Y PERSONA

Por Tomás Melendo*

Arvo Net, 1.12.06

INTRODUCCIÓN

En una obra relativamente reciente —Introducción a la antropología. La persona— esbocé temas varios y distintos en extensión, aunque muy relacionados entre sí: la condición de persona, su dignidad, su autonomía, la libertad, el respeto y la reverencia, la singularidad y la singularización, el conocimiento, el amor, los distintos tipos de bienes, los valores, la contraposición entre dignidad y precio…

Simultáneamente, como fundamento de todos ellos, hicieron acto de presencia algunas nociones-realidades de especial relevancia. En un esfuerzo de simplificación, esas realidades básicas podrían reducirse a tres:

1) la propia persona,

2) el ser que la constituye como tal, y

3) el concreto modo de obrar que les corresponde.

• Dando un paso adelante, e intentando llegar al fondo del asunto, cabe señalar el eje en torno al que en definitiva gira todo ello: esa clave sería, sin duda, el ser propio de la persona, también llamado ser personal.

(No en vano aludí allí de continuo a la persona como a un modo de ser o, ciñendo más la cuestión, a un modo de ser superior o privilegiado, sublime… que necesariamente reclama una manera concreta y también excelsa de obrar.)

• En consecuencia, para apreciar con más hondura la condición personal, dar mayor relieve a lo ya conocido y abrirnos a consideraciones ulteriores, parece oportuno exponer tres nuevos temas, algo más complicados que los tratados hasta el momento:

1) en primer término, y de la forma más breve e inteligible posible, en qué consiste ser real;

2) a continuación, ya dentro de este contexto, pero en cierta manera superándolo, qué es lo propio de la persona, qué caracteres corresponden a su forma peculiar y más noble de ser: en qué consiste, en fin de cuentas, el ser persona (sería el tema central de toda la indagación);

3) por fin, y según anunciaba en la Introducción al libro citado, hasta qué punto este enfoque desemboca y se prosigue en las afirmaciones más vitales de los personalistas y de qué suerte los enunciados de estos enriquecen y perfilan el conocimiento de la condición personal, al tiempo que encuentran su radical fundamento en la «metafísica de la persona» previamente esbozada.

1. APROXIMACIÓN INICIAL A LO REAL

Teniendo en cuenta la envergadura de lo apuntado, en este artículo abordaré solo el primero de los temas.

Lo hago tras pedir un poco de paciencia, pues solo aparentemente cuanto voy a tratar no tiene nada que ver con el esclarecimiento de la condición de persona. Muy al contrario, de hecho, como podrá advertirse más adelante, resulta definitivo no solo para semejante análisis, sino también para el acercamiento entre metafísica y personalismo.

a) ¿En qué consiste ser real?

i) Un mero esbozo. Ya en el escrito repetidas veces aludido anuncié lo costoso que resulta definir la «realidad» en cuanto tal. Más aún, sostuve que definirla, en sentido estricto, es imposible.

Pero también añadía que esa imposibilidad deriva, paradójicamente, de que todos sabemos lo que significa ser real… aunque nos sintamos incapaces de explicarlo. Y que no logramos exponerlo justo porque se trata de un conocimiento absolutamente fundamental y primario, algo que comprendemos de manera tan inmediata que nos impide apelar a nociones previas para, dentro de ese campo más extenso, acotar su significado (recordemos que definir equivale a de-limitar o poner límites).

(En este caso, la cuestión resulta obvia, precisamente porque más amplio que la realidad… no existe nada, ni en la naturaleza ni en nuestro conocimiento: incluso cuando «pensamos» o intentamos «imaginar» la nada, no podemos evitar concederle un cierto tipo de realidad, aunque muy peculiar y curiosa.)

Pero si tal es la situación, ¿qué nos quedaría por hacer?

En primer término, contemplar con mayor penetración y detenimiento cuanto nos circunda y a nosotros mismos, con objeto de descubrir su ser y los caracteres que lo acompañan; y animar a quienes nos rodean a hacer otro tanto.

¿Y algo más?

Tal vez acudir a términos con un contenido análogo, del tipo «perfección», «consistencia», «densidad», «peso específico», «cohesión», «espesor», «firmeza»… aunque seamos bien conscientes de que ninguna de esas palabras nos dirían nada si cada uno, por su propia cuenta y riesgo, no tuviera un conocimiento previo, aunque confuso, de lo real… derivado de su trato con el mundo de las cosas, de las personas y consigo mismo.

En tanto ya sabemos lo que significa «real», podemos apreciar los matices que a esa percepción básica añaden vocablos como «perfección», «positividad» y los otros que he nombrado. Pero no al contrario. Ahora bien, supuesta esa comprensión primordial, las voces complementarias apuntadas, y otras similares a las que luego aludiré, quizás ayuden a asentar y a ahondar en el conocimiento de lo que se entiende por (ser y por) realidad.

Esta sería, pues, la pregunta clave… y bastante ardua de responder: ¿qué es lo que caracteriza a la realidad, precisamente como tal?; ¿en qué consiste ser o ser real?

ii) Tres rasgos capitales. Señalo de momento tres atributos básicos, que más tarde iré explicando. No importa, pues, que por ahora no acaben de entenderse.

• Todo lo que existe, lo que tiene ser, incluyendo en primer término y de manera eminente a las personas, se caracteriza porque:

1) posee una consistencia propia (es lo que es),

2) con total independencia de que los hombres lo conozcamos o no, nos guste o nos disguste, pensemos que debería o no debería existir, etc.; y,

3) gozando de esa autonomía, exige de cada uno de nosotros, justo de las personas, una respuesta proporcionada.

iii) Dos testimonios de altura. Con objeto de facilitar la comprensión intuitiva del asunto, me centraré de momento en los dos primeros rasgos, aunque sin prescindir por completo del último. Y acudiré al testimonio de un par de grandes y profundos literatos: Clive Staples Lewis y Jorge Guillén.

• Lewis:

1) Para referirse a lo que he denominado la consistencia propia de lo real —a ese ser lo que es—, acude al empleo de expresiones figuradas como «sólido», «firme», «enérgico», «entusiasta», «intenso», «lleno de resolución», y otras parecidas: así nos asegura que es la realidad.

2) Para expresar su independencia respecto al sujeto humano, en el sentido que acabo de exponer, habla por ejemplo de lo «tenazmente real» como de aquello en lo que «tus preferencias no cuentan»: es como es, al margen de lo que el lector y yo deseemos o pensemos.

• Guillén:

Por su parte, Jorge Guillén expresa algo similar, de forma prácticamente insuperable, en su magistral Cántico. Y, más en concreto, en el conjunto de versos que abren el libro, titulado «Más allá». Se trata de un poema que canta el resurgir del universo ante un ser humano que despierta, y el estupor agradecido que la maravilla de lo existente suscita en esa persona.

¿Qué notas definen la realidad de tal universo?, ¿cómo lo caracteriza el poeta?

Puesto que cualquier intento de glosar la poesía diluye o hace naufragar la plenitud de su mensaje, me limitaré —con dudas y cierto temor— a entresacar algunos versos y expresiones particularmente elocuentes.

Y esto, en dos fases.

1-2) En primer término, subrayaré el uso de algunos vocablos que manifiestan la solidez o consistencia del cosmos que renace y su independencia respecto a quien lo percibe:

- «(El alma vuelve al cuerpo, / se dirige a los ojos / y choca.) —¡Luz! Me invade / todo mi ser. ¡Asombro!».

- «…mientras van presentándose / todas las consistencias / que al disponerse en cosas / me limitan, me centran!».

- «Una seguridad / se extiende, cunde, manda. / El esplendor aploma / la insinuada mañana».

- «Y este ser implacable / que se me impone ahora» […] «este ser, avasallador / universal mantiene // también su plenitud / en lo desconocido: / un más allá de veras / misterioso, realísimo».

- «¿Dónde extraviarse, dónde? / Mi centro es este punto: / cualquiera. ¡Tan plenario / siempre me aguarda el mundo! // Una tranquilidad / de afirmación constante / guía a todos los seres, / que entre tantos enlaces // universales, presos / en la jornada eterna, / bajo el sol quieren ser / y a su querer se entregan…».

3) A continuación recojo algunas expresiones que, además, manifiestan:

• que lo importante para la persona humana es, en fin de cuentas, incrementar su propia perfección o, con terminología metafísica, ser cada vez con mayor intensidad;

• y que esa persona crece y mejora, y se acerca a su plenitud, en contacto con el ser de las realidades existentes (entre las que figurarían en primer lugar las restantes personas, a las que Guillén aquí no alude porque excede el contexto en que encuadra su poema, pero a las que me referiré con profusión más adelante):

- «Corre la sangre, corre / con fatal avidez. / A ciegas acumulo / destino: quiero ser. // Ser, nada más. Y basta. / Es la absoluta dicha. / ¡Con la esencia en silencio / tanto se identifica! // ¡Al azar de las suertes / únicas de un tropel / surgir entre los siglos, / alzarse con el ser, / y a la fuerza fundirse / con la sonoridad / más tenaz: sí, sí, sí, / la palabra del mar! // Todo me comunica, / vencedor, hecho mundo, / su brío para ser / de veras real, en triunfo. // Soy, más, estoy. Respiro. / Lo profundo es el aire.

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