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Sobre Sócrates, Platón Y Aristóteles


Enviado por   •  21 de Mayo de 2015  •  1.557 Palabras (7 Páginas)  •  377 Visitas

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El trípode de la filosofía griega estaba compuesto por Sócrates (siglo VI a. c.), Platón (siglo V a. c.) y Aristóteles (siglo IV a. c.), tres grandes pensadores que buscaron la forma de definir y encontrar los conceptos universales y el conocimiento verdadero de las cosas.

Platón fue el discípulo de Sócrates, y quien escribió su vida y obra de la manera que hoy en día consideramos la más fiel. Sócrates no escribía sus teorías ni pensamientos, dado que se dedicaba exclusivamente a dialogar con las personas, siendo éste su modo de enseñanza. Decía, además, que lo escrito no podía defenderse por sí mismo, a diferencia de la palabra hablada, la cual lo tenía a uno como constante defensor. Fue hijo de Fenareta, una médica partera, y de Sofronisco, que era escultor.

Es importante el detalle de su madre, puesto que de éste concepto de ayudar a traer vida al mundo es que Sócrates se agarra. Para él, dentro de todas las personas hay verdades innatas, que gráficamente las toma como los bebés que las madres llevan muy dentro suyo. A través del diálogo, de la inducción mayéutica, es que él pretende ayudar a parir éstas ideas, como hacía su madre con las mujeres. Teniendo esto en cuenta, se ve que Sócrates tiene una idea de que el verdadero conocimiento está dentro nuestro desde antes de nacer: innatismo.

El método por el cual Sócrates ayudaba a las personas a llegar al conocimiento fue conocido cono la inducción mayéutica y consistía en dos concisos pasos.

I) Eliminar todas las opiniones relativas o subjetivas de los seres humanos (esto lo hacía, a su vez, con dos pasos: primero, la ironía, ignorando la tesis de su compañero hasta que éste termine negándola; y luego, con el reconocimiento de su propia ignorancia, llegando así al famoso dicho socrático “Sólo sé que no sé nada. Sólo el que tiene conciencia de su ignorancia está en disposición de llegar a la verdad.);

II) Y, una vez que la mente estuviera limpia de prejuicios y opiniones, se podía aspirar a conocer las verdades absolutas, siguiendo con el uso de la inducción mayéutica.

Entonces, una vez que uno había logrado admitir su ignorancia y liberar su mente de prejuicios y opiniones, tenía la capacidad de alcanzar el conocimiento superior. Pero, para comenzar, uno tenía que conocerse, primero, a uno mismo. Recordamos, entonces, que para Sócrates las verdades son innatas, y están dentro nuestro en todo momento. Solamente debemos “parirlas” para conocerlas.

Claro que afirmar estos pensamientos en una época tan cerrada de mente como la suya le trajo más de un inconveniente a éste gran pensados. Llegando, finalmente, a su condena de muerte. Condenado a beber cicuta, un veneno común de la época para estos casos, estuvo acompañado en sus últimos días por sus más cercanos amigos y seguidores. Hubo incluso quien le propuso una forma de escapar de su condena, pero amablemente él dijo que si ese escape le haría realmente escapar de la condena final, puesto que sabía que algún día moriría, y prefería morir acatando a la ley con la frente en alto y sin nunca negar sus principios.

Platón, nuestro segundo gran filósofo y su mejor discípulo, fue quien más sufrió ésta injusta condena hacia su maestro. Esto se ve reflejado entre la mayoría de sus escritos durante la juventud, como por ejemplo la alegoría de la caverna. Platón estuvo muy influenciado, además, por otro dos grandes filósofos del siglo VI a. c.: Heráclito: Todo cambia, todo fluye, “No nos bañamos dos veces en el mismo río”; y Parménides: el ser era uno, inmutable y fijo. Es interesante cómo Platón logra poner, en una misma teoría, éstas dos posiciones tan contradictorias.

Para comenzar, hay que tener en cuenta lo que Sócrates decía sobre el autentico conocimiento: que éste tenía que versar sobre lo fijo, lo quieto y lo estable, y, además, ser innato. Pensando en esto, Platón se da cuenta de que en éste mundo sensible, nada coincide con estos tres requisitos, puesto que todo está sujeto a cambios constantes. Por ésta razón, postula el mundo de las ideas.

Entonces tenemos dos mundos comparables entre sí: el mundo de la ficción, donde vivimos, al cual llegamos por medio de los sentidos, y el mundo de las ideas, el de la autentica realidad, solamente alcanzable por medio de la razón y la lógica. Mientras que en éste mundo todo está sujeto a cambios, tal y como dice la teoría de Heráclito, el mundo de las ideas es estable, único y fijo, como afirma Parménides.

Tenemos, entonces, la propuesta de que el concepto universal de las cosas, aquello que es común entre todos los seres de la sociedad, se encuentra fuera de las cosas mismas, en otro mundo, denominado el mundo de las ideas. Nosotros logramos encontrar éstos conocimientos universales a través de la reminiscencia: conocer es recordar, nos dice Platón. Nuestra alma, antes de

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