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Tema de la Recension sobre la muerte y los moribundos


Enviado por   •  22 de Noviembre de 2017  •  Ensayos  •  5.199 Palabras (21 Páginas)  •  295 Visitas

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Universidad Autónoma de Baja California.

Recensión de libro ‘’Sobre la muerte y los moribundos’’.

Tanatología.

Burgoin, O., Caballero, J., Jácquez, F.

Clínica 902.


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Resumen de capítulos.

Capítulo 1. Sobre el miedo a la muerte.

Las epidemias causaban un gran número de muertes en generaciones pasadas. Sin embargo, la medicina ha cambiado mucho en las últimas décadas, por lo que en la actualidad hay cada vez más viejos, y más personas con enfermedades malignas y crónicas que se asocian a la vejez, pero también hay más pacientes ancianos que se enfrentan a la soledad y aislamiento con todos sus dolores y angustias.

Desde siempre, la muerte siempre ha sido desagradable para el hombre, y tal vez siempre lo será. En nuestro inconsciente sólo podemos ser matados; nos es inconcebible morir por una causa natural o por vejez. Por lo tanto, la muerte de por sí va asociada a un acto de maldad. Otro hecho importante, es que en nuestro inconsciente, no podemos distinguir entre un deseo, por ejemplo de matar a alguien cegados por ira, y el hecho de haberlo llevado a cabo, o de asociación con esta muerte; así pues, un niño pequeño enojado que desea que su madre caiga muerta por no haber satisfecho sus exigencias, quedará traumatizado por la muerte real de su madre, a pesar de que este acontecimiento no sea muy próximo en el tiempo a sus deseos destructores. Pero cuando no hacemos mayores, empezamos a darnos cuenta de que nuestra omnipotencia no existe, aunque sus vestigios aún pueden verse; si alguien se aflige, se da golpes en el pecho, se mesa el cabello o se niega a comer, es un intento de autocastigo para evitar o reducir el castigo previsto para la culpa que ha tenido en la muerte del ser querido.

Como a nadie le gusta admitir su cólera respecto a una persona muerta, estas emociones son disfrazadas o reprimidas y prolongan el período de dolor o se manifiestan de otras maneras. Muchas culturas tienen rituales para protegerse de la persona muerta ‘’mala’’, y todos se originan en este sentimiento de ira que todavía existe en todos nosotros. Realmente la muerte es todavía un acontecimiento terrible y aterrador, y el miedo a la muerte es un miedo universal.

Hay que hablar también de las formas de morir, o de tratar el cadáver del difunto. Si a un paciente se le permite acabar su vida en un ambiente familiar y querido, no necesita tanta adaptación, y podrá vivir sus últimos días con más comodidad. Además, el hecho que se permita a los niños permanecer en una casa donde ha habido una desgracia, les da la sensación de que no están solos con su dolor, les prepara gradualmente y ayuda a ver la muerte como parte de la vida; esto contrasta con una sociedad en la que la muerte es un tabú, en la que hablar de ella es algo morboso, y se excluye a los niños con la suposición y pretexto de que sería ‘’demasiado’’ para ellos; pero lo que sí es cierto, es que si se les oculta el hecho, si les mienten al respecto, sí será una experiencia traumática con unos adultos indignos de su confianza, que no tendrá manera de afrontar.

Hay muchas razones por las que no se afronta la muerte con tranquilidad. Uno es que, morir se considera algo solitario, mecánico y deshumanizado; se considera de esta manera, porque a menudo el paciente es arrebatado de su ambiente familiar y llevado a toda prisa a una sala de urgencias, fue depositado en una camilla y tuvo que soportar el ruido de la sirena de la ambulancia y la carrera febril hasta que se abrieron las puertas del hospital. Cuando un paciente está gravemente enfermo, a menudo se le trata como a una persona sin derecho a opinar; puede pedir a gritos descanso, paz y dignidad, pero sólo recibirá infusiones, transfusiones, un aparato para el corazón o la traqueotomía si es necesario. ¡Los que piensen primero en la persona pueden perder un tiempo precioso para salvarle la vida! Por lo menos, ésta parece ser la justificación racional que hay detrás de esta actitud; la razón de este comportamiento cada vez más mecánico y despersonalizado, ¿no será un sentimiento de autodefensa?

Capítulo 2. Actitudes con respecto a la muerte y al moribundo.

Contribución de la sociedad a la actitud defensiva.

Al echar un vistazo a la sociedad, hay que preguntarnos qué pasa con el hombre en una sociedad empeñada en ignorar o eludir la muerte. Si pudiéramos combinar la enseñanza de los nuevos descubrimientos científicos y técnicos con insistencia en las relaciones humanas interpersonales, haríamos verdaderos progresos, pero no los haremos si el estudiante de medicina adquiere mayor formación científica a costa del contacto interpersonal, cada vez menor. ¿En qué va a convertirse una sociedad que hace hincapié en los números y en las masas, más que en el individuo? Ciertamente, la ciencia y la tecnología han contribuido a un miedo cada vez mayor a la destrucción, y por lo tanto, al miedo a la muerte. Si la capacidad del hombre para defenderse físicamente es cada vez menor, sus defensas psicológicas tienen que multiplicarse, por lo que si no puede negar la muerte, puede intentar dominarla.  Así es como grupos de personas pueden usar su identidad de grupo para expresar su miedo a que les destruyan, atacando y destruyendo a otros.

Si todo hiciéramos un esfuerzo para reflexionar sobre nuestra propia muerte, quizá se lograra una tendencia menor a la destrucción a nuestro alrededor. Psicológicamente, podemos negar la realidad de nuestra propia muerte por un tiempo; como en nuestro inconsciente no podemos percibir nuestra propia muerte y creemos en nuestra inmortalidad, pero podemos concebir la muerte de neustro vecino, las noticias de muertes de combate, en guerras o en carretera, sólo sirven para reforzar la creencia inconsciente en nuestra propia inmortalidad y nos permiten alegrarnos de que ‘’le ha tocado al vecino y no a m’'’.

Pero cuando ya no es posible la negación, podemos intentar dominar la muerte desafiándola: Intentar concebir nuestra propia muerte y aprender a afrontar este acontecimiento, con menos irracionalidad y menos miedo. En épocas antiguas, había una recompensa en el cielo, y el que hubiera sufrido mucho en la tierra sería recompensado después de la muerte, según el valor y la gracias, la paciencia y la dignidad con que hubiera llevado su carga; pero hace tiempo que ha desaparecido la creencia de que el sufrimiento en la tierra será recompensado en el cielo, por lo que el sufrimiento ha perdido su significado. Así como la negación religiosa, la negativa de la sociedad sólo sirve para aumentar nuestra ansiedad y contribuye a la destructividad y agresividad: nos hace matar para eludir la realidad y enfrentarnos con nuestra propia muerte.

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