Teoria De La Accion Comunicativa
jordedos26 de Marzo de 2014
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La recepción de la “teoría de la acción comunicativa” de J. Habermas, en Iberoamérica en general y en Chile en particular, ha tenido un fuerte impacto en la reflexión epistemológica que hoy las ciencias sociales realizan respecto de la posibilidad de pensar una integración social de carácter multicultural. La bibliografía existente al respecto es abundante y en Internet se encuentra una importante publicidad de seminarios internacionales de universidades Iberoamericanas que reflexionan crítica y, en algunos casos también acríticamente, sobre los aportes de la teoría de la acción comunicativa para pensar proyectos de integración social de diversa índole. Sin embargo, es nuestra convicción que en estos debates académico falta una crítica epistemológica minuciosa respecto de las potencialidades y límites de esta teoría para el objetivo señalado. Queremos contribuir con esta tarea crítica sintetizando en este artículos los resultados más significativos de nuestra investigación respecto de la” heurística negativa” de esta teoría con el propósito de poder determinar cuán plausible es, hoy día, levantar desde ella sistemáticamente proyectos de integración de vínculos sociales multiculturales. Esta contribución parte (1) planteando el problema a discutir, a saber, la posibilidad de pensar racional y éticamente una paz social entre la radical heterogeneidad de pueblos que habitan en el medio biosfera. Pues las condiciones de interconexión global entre las distintas culturas hoy es tal, que exacerban las categorías racionales de que disponen hoy las ciencias sociales para pensar una integración social de carácter global. Es por ello que en (2) presentamos a la “teoría de la acción comunicativa” de Habermas como formando parte de ese conjunto de categoría que están siendo exacerbadas. Esto nos obliga a explicar y a dar razones en (3) de por qué y cómo esta “teoría” resulta categorialmente insuficiente para dar respuestas a los desafíos de integración social que requieren hoy las aspiraciones a construir dialógicamente la tan anhelada paz mundial. Las insuficiencias categoriales establecidas en nuestra investigación, son presentadas distinguiendo tres niveles de crítica a la “teoría de la acción comunicativa”: el nivel empírico, el metodológico y el metateórico o propiamente filosófico.
1. El problema
Nuestro epígrafe quiere expresar un presupuesto básico de esta investigación, a saber, que la diversidad cultural o que la pluralidad de pueblos que habitan la Tierra es un dato, por un lado, ineludible y, por otro, se trata de una pluralidad inherente a la condición humana que es necesario respetar, pues ella, entre otras posibles virtudes, es también una “bendición” . Sin embargo, este dato nos pone ante el desafío, también ineludible, de pensar racional y éticamente una pacífica convivencia entre esta multiplicidad de pueblos. Pues las condiciones de interconexión e intercomunicación entre ellos, hoy en día son tales, que permiten que se manifieste como máximamente problemático pensar en un diálogo y una convivencia pacífica entre diversas tradiciones culturales en concurrencia. Las condiciones a las que hacemos referencias, son los fenómenos económicos, políticos y sociales que caen bajo el rótulo de “globalización sistémica” (globalización económica y política) y 'mundialización' de los vínculos sociales (pluralidad de mundos de la vida en concurrencia). Son estos hechos los que obligan al investigador filosófico a problematizar la exigencia ética de “integración social” en el marco de una sociedad globalizada y mundializada. Por tanto, son estos hechos los que nos obligan al análisis crítico de la propuesta racional y ética de Jürgen Habermas, la cual se enfrentan al enorme desafío de proveer un aparato categorial adecuado para pensar el desafío ético de integración social, que supone esta nueva realidad emergente, a saber, sociedades que se ven en la necesidad de estructurarse a partir de encuentros sociales multiculturales. Decimos que “obliga”, porque frente a la "lucha de los poderes de las creencias", "la tolerancia militante puede [y debe] ocupar el lugar de la brutalidad armada" (cf. Habermas, 21997, p. 41-58 [1999, p. 39-54]).
Recordemos que en esta dirección de pensar la realidad social y política del presente y del futuro, surge la teoría social habermasiana, que construye su “heurística negativa” (Lakatos, 1982) teniendo como referente fáctico a sociedades “tardo capitalistas” o de capitalismo avanzado o de organización (cf. Habermas, 1973, pp. 50 ss. [1975, pp. 49 ss.]). Es posible afirmar, siguiendo a Habermas que: toda la “teoría de la acción comunicativa” es una respuesta “contrafáctica” frente a los problemas de legitimación del capitalismo tardío (cf. p. 79 ss.).
Otra cuestión importante de destacar es el hecho de que las teorías sociales en concurrencias, desarrolladas en el siglo XX, sólo son capaces de conceptuar una sociedad global a nivel sistémico, pero no pueden dar con un aparato conceptual que les permita pensar una integración social (fundadora de identidad) a nivel global . Por tanto, aquí el 'hecho de la mundialización' es un dato que nos obliga al “esfuerzo del concepto” .
Cabe señalar, también, que el diagnóstico sobre qué sea, en qué consiste y cuál sea su auténtica relevancia para la filosofía y la teoría social del hecho de la mundialización de los vínculos sociales es, hoy día, una cuestión disputada . Sin embargo, en medio de la pluralidad de tesis que se esgrimen sobre esta peculiar realidad, podemos encontrar como substrato a varios elementos comunes y consensuales, que constituyen al fenómeno económico-social de la globalización en un dato empírico relevante. Por tanto, sus consecuencias mundializadoras de los vínculos sociales son un dato empírico insoslayable ante la necesidad de contextualizar un debate ético-social, estrictamente contemporáneo. Son estos datos y relevantes consideraciones las que nos obligan a interrogarnos por los potenciales críticos y categoriales presentes en la “teoría de la acción comunicativa” de J. Habermas para pensar, a la altura de los tiempos, racional y éticamente una integración de carácter global.
2. Habermas y la “teoría de la acción comunicativa”
J. Habermas se sitúa en el marco teórico de una “racionalidad comunicativa” que intenta ofrecernos una comprensión global y crítica de la sociedad moderna, entendida ésta como la evolución sistémica de determinados procesos de racionalización cultural y social. Para lograr dicha intelección postula, explícitamente, una histórica devaluación del pensamiento filosófico como posibilitador de una imagen de totalidad del mundo (cf. Habermas, 1981a, p. 15-16. [1998a, p. 16-17]). Para luego, afirmar que esta tarea se ha desplazado hacia las ciencias sociales y en particular, --también por circunstancias históricas-- hacia la sociología, pues es "la que mejor conecta en sus conceptos básicos con la problemática de la racionalidad" (p.18 [p.18]), y es también la única que mantiene su relación con los problemas de la sociedad global (cf. p. 20 [p. 20]. De aquí emergen ciertas exigencias metodológicas que obligan a abordar el problema de la racionalidad simultáneamente en el plano metateórico (como teoría de la acción), en el plano metodológico (como teoría de la comprensión) y en el plano empírico (i.e. "en qué sentido la modernización de una sociedad puede ser descrita bajo el punto de vista de una racionalización cultural y social" p. 22 [p. 22]).
Este punto de partida y estas exigencias metodológicas, llevan a Habermas a concebir como lo propio de la sociedad humana el estructurarse en sistemas de roles sociales, que conllevan la exigencia de una moralización de los motivos de la acción. Desde esta perspectiva, todo desarrollo evolutivo, aún determinado por condicionantes provenientes del subsistema económico, requiere de 'formas de integración social' en las que se asienten las relaciones productivas (González, 1994, p. 48).
Cabe también destacar que la propuesta teórica habermasiana es una reacción crítica frente al lapidario diagnóstico sobre la razón ilustrada o la demoledora crítica a la razón crítica de Horkheimer y Adorno. Habermas intentará recuperar las intenciones críticas y emancipatorias de K. Marx mostrando que los problemas de integración sistémica influyen poderosamente en la integración social. Por tanto, nos va a proponer que entendamos a las sociedades simultáneamente como “sistema” y como “mundo de la vida” (cf. Habermas, 1981b, p. 179-180 [(1998b p. 167-168]); pues de este último se obtienen los recursos normativos para la moralización del sistema. Con lo cual, la fuente de normas y de sentido de una sociedad determinada provienen del mudo de la vida, entendido como el ámbito de interacciones simbólicas mediadas por el lenguaje y la cultura, mediación que Habermas conceptualiza como “acción comunicativa” (cf. Habermas, 1981a, pp. 141 ss. [1998a, pp. 136 ss]). Surge así una concepción de la sociedad como "interconexiones de acciones sistemáticamente estabilizadas de grupos socialmente integrados" (Habermas, 1981b, p. 228 [1998b, p. 215]). O, de otro modo, la sociedad queda comprendida como un sistema que tiene que cumplir las condiciones de mantenimiento propias de los mundos socioculturales de la vida (cf. loc. cit.).
Habermas otorga al mundo de la vida un carácter scoio-evolutivo, el cual exige que todo aumento de complejidad en el sistema esté anclado en diferenciaciones estructurales en el
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