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Tus Zonas Erroneas


Enviado por   •  13 de Enero de 2013  •  3.397 Palabras (14 Páginas)  •  751 Visitas

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1. Introducción.

El autor del libro, con este, intenta explicar cómo las emociones son causadas por los pensamientos. Controlando estos podemos alcanzar el control emocional.

Propone que dejemos de vivir conforme a las expectativas de los demás y que lo hagamos en el presente, sin inmovilizarnos en el pasado o preocuparnos por el futuro. Recalca la importancia del autoestima y los efectos nocivos de la culpabilidad y de la preocupación.

Muestra cómo superar el miedo a lo desconocido y las conductas rígidas. Detalla cómo nos condicionan las imposiciones de la sociedad, transmitidas la mayoría de las veces por nuestros padres. Demuestra que vivir dependiendo de lo que es justo o injusto conduce a la frustración.

Enuncia las razones por las cuales postergamos hacer las cosas y cómo evitarlo.

Postula que debemos ser independientes y no necesitar de los demás, que la obligación de tener que hacer algo para satisfacer a otra persona, cuando no es lo que desearíamos, conduce al resentimiento, y cómo esto afecta las relaciones personales, incluyendo las relaciones entre marido, esposa, padres e hijos.

2. Ideas principales y explicación de las mismas.

El autor señala que la vida es tan breve que tendríamos que tratar de vivirla lo mejor posible. La verdadera inteligencia consiste en vivir la vida felizmente. Las personas inteligentes debemos reconocer que la felicidad no es la ausencia de problemas y aprender a ser felices a pesar de los mismos.

Los pensamientos respecto de las cosas y las personas son lo que te hace infeliz. Para ser feliz, debemos aprender a pensar de manera diferente, cambiar la forma de pensar no es fácil, debemos volvernos conscientes de nuestros propios pensamientos para poder cambiarlos. Solamente con decisión y esfuerzo lograremos cambiar nuestra manera de pensar.

Nos trata de enseñar que la preocupación por lo que pueda pasar en el futuro nos impide disfrutar del presente. De esta manera la felicidad se posterga para un momento que nunca llega y que esta es la razón para cambiar creciendo mentalmente, lo que quiere decir ser capaz de dirigir nuestro propio destino con la capacidad de elegir nuestra forma de vida.

Cuando se es niño, los padres, los maestros, y la sociedad en general, nos inculcan lo que se llama educación, que no es sino la manera de comportarse que la sociedad espera de nosotros. Junto con esta necesaria adaptación a las normas sociales, se transmite una desconfianza en nuestros propios valores y creencias.

La persona que ama a los demás tenderá a respetar la individualidad de cada uno de ellos. Para poder hacerlo se necesita primero tener confianza en uno mismo. La persona insegura tratará de que todos los demás sean como ella, para no correr nunca el riesgo de ser confrontada.

El autor señala que podemos valorarnos de distinta manera en las distintas áreas en nuestro desempeño, pero lo que no podemos dejar de hacer es estimarnos a uno mismo. La autoestima se refiere tanto al comportamiento como al aspecto físico. Existe una diversidad de comportamientos que son indicadores de una falta de autoestima. Fundamentalmente se reducen a no aceptar lo que de bueno uno puede tener, hacer o merecer.

Las quejas que no tienen como propósito inmediato solucionar algo son inútiles, y solamente sirven para frenar nuestro desarrollo y empeorar las relaciones. Debemos aceptarnos tal como somos y no quejarnos de las cosas que no podemos cambiar.

La búsqueda de la aprobación de los demás es un impedimento para el desarrollo personal cuando llega al punto de convertirse en una necesidad. Uno puede desear la aprobación de los demás, y esto no es un mal en sí mismo. Cuando necesitamos que cada uno de nuestros actos o cada uno de nuestros pensamientos, sea bien recibido por una o más personas, estamos poniendo nuestra vida en manos de esas otras personas.

La sociedad ejerce una constante presión sobre sus miembros para que éstos no piensen por sí mismos y, por el contrario, adopten los puntos de vista socialmente aceptables en detrimento de los propios. La presión para que la persona no piense por sí misma comienza en la familia y continúa en la escuela. Son muchos los padres que, en vez de estimular el comportamiento independiente de sus hijos, procuran por todas maneras que no se aparten de la manera en que se les dice que deben comportarse

Cuando tenemos una respuesta predefinida para explicar porqué no podemos hacer algo, debemos examinar esa respuesta para ver si realmente se ajusta a la realidad. Mucha gente, cuando se le pregunta porqué no puede hacer algo o porqué no puede dejar de hacer algo, contesta algo semejante a: "Oh, así soy yo, siempre he sido así, realmente no puedo evitarlo, es mi carácter". Esto puede ser verdad o no, pero lo seguro es que, pensando de esa manera, nosotros nunca podremos cambiar.

Muchas veces esas respuestas que nos definen no son el producto de un verdadero análisis, sino que nos fueron inculcadas por otra persona en una época en que no podíamos defendernos. En ese caso, tendríamos que revisarnos a nosotros mismos, para ver si coincide con nuestra realidad actual.

Existe una cantidad de variantes del "Yo soy..." que nos permiten no tener que esforzarnos, no correr riesgos de enfrentar situaciones desagradables, continuar como estamos sin hacer nada para mejorarnos, justificar nuestros comportamientos indeseables, y seguir haciendo lo mismo de siempre sin intentar nada nuevo.

Estas definiciones sirven para perpetuar el comportamiento que las provocó, porque, si por definición somos así, nunca podremos cambiar y nunca podremos demostrar que somos de otra manera.

El remordimiento por lo pasado y el miedo a lo porvenir son dos emociones que nos permiten estar ocupados en el presente, pero que no solucionan nada de lo ocurrido ni impiden que ocurra aquello que tememos.

Tanto la culpa por algo pasado como la preocupación por algo futuro, son maneras de desperdiciar el tiempo presente.

Del pasado debemos extraer las lecciones que nos permitirán no cometer nuevamente las mismas equivocaciones. El simple hecho de sentirse culpable no contribuye a solucionar un solo problema.

La culpa se nos infunde en la infancia como un medio que tienen los padres de controlar a sus hijos. Se nos convence de que tenemos que sentirnos culpables cuando hacemos algo que nuestros padres consideran incorrecto. Luego, cuando adultos, adherimos a códigos de comportamiento que nos dicen lo que está permitido hacer, y usamos la culpa como un medio de castigarnos a nosotros mismos.

Si bien la culpa es un procedimiento socialmente aceptado

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