Arte Venezolana Del Siglo Xix
tibisaycordova17 de Septiembre de 2012
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ARTE VENEZOLANA DEL SIGLO XIX
LA ESCULTURA
El auge de la escultura comenzó durante las décadas de 1820 y 1840, todavía con algunos vestigios del estilo colonial y con predominio de las obras de tema religioso. Entre los artistas que sobresalieron en este período está José de la Merced Rada, a quien se le atribuye la imagen de Jesús Nazareno que el general José Antonio Páez donó a la iglesia parroquial de Cagua en 1835.
En el transcurso del siglo y con la formación de la república, el estilo cambió y, al igual que en la pintura, la escultura dejó un poco de lado las escenas bíblicas para dedicarse a las imágenes de los próceres de la Independencia. De esta forma, escultores nacionales e internacionales realizaron obras de insignes figuras patrias.
Entre las representaciones más resaltantes están el Bolívar que creó el italiano Pietro Tenerani, que por mandato de Guzmán Blanco fue trasladado de la catedral de Caracas al Panteón Nacional en 1876. También por petición del «ilustre americano», se erigió en 1874 la estatua del Libertador en la plaza Bolívar de Caracas, realizada por el italiano Adamo Tadolini.
Otros escultores que trabajaron en bustos y estatuas de los personajes más importantes de la Independencia venezolana fueron Eloy Palacios, Manuel González y Rafael de la Cova.
LA ARQUITECTURA
En el gobierno autocrático de Guzmán Blanco (1870 – 1888) se realizaron varias obras arquitectónicas monumentales, de acuerdo al ideal del dictador, entusiasta admirador de París, quien pretendía hacer de Caracas otra "Ciudad Luz". Son construcciones imitativas o inspiradas en los estilos franceses neoclásico, neogótico, ecléctico. Las principales son: El Capitolio, el Teatro Municipal, la Basílica de Santa Teresa, la Santa Capilla y el Arco de la Federación.
El Capitolio Nacional: el Capitolio está considerando como la obra arquitectónica más grandiosa erigida por Guzmán Blanco. Para su construcción expropió, arbitrariamente, el convento de las monjas Concepciones.
Su planificación y construcción correspondió al ingeniero Luciano Urdaneta (hijo del prócer de la Independencia el General Rafael Urdaneta), formado y graduado en París.
El Capitolio consta de dos grandes cuerpos de edificios. Primero se construyó el cuerpo Sur, que recibe el nombre del Palacio Legislativo. El Cuerpo Norte tiene una fachada con columnas corintias y las dos cariátides de la Ley y la Justicia. La cúpula de forma ovoidal sostiene una sobrecúpula metálica y, en el interior, se halla el lienzo de Tovar y Tovar, "La Batalla de Carabobo". La fuente monumental que se encuentra en el patio central es una copia de la Fuente de la Plaza de la Concordia en París.
El Teatro Municipal: originalmente se llamó Teatro de Caracas y Teatro Guzmán Blanco. Para construirlo, el dictador, mandó derribar el templo de San Pablo.
Su planificador fue Esteban Ricard, y los trabajos finales se deben a Jesús Muñoz Tébar.
El Vestíbulo es semicircular y de columnas corintias. En la parte superior, lo decoran amplias arquerías que encierran ventanas de arcos semicirculares alternadas con ventanas circulares. En el friso del salón las ventanas son de forma oval. La capacidad es para 1.300 espectadores.
La Basílica de Santa Teresa: en parte para resaciar a la Iglesia y en honor a su esposa que se llamaba Ana Teresa Ibarra, Guzmán Blanco decretó la construcción de este templo. Dirigió la obra, de estilo neoclásico, el arquitecto Juan Hurtado Manrique. Es una Iglesia doble. En el centro está el Altar Mayor. Las naves hacia el este corresponden a la Iglesia de Santa Teresa y las del oeste a la Iglesia de Santa Ana.
Tiene 70 metros de largo, por 27 de anchura. En el centro se levanta una cúpula de 31 metros de diámetro. Las naves principales están cubiertas con bóvedas de arista y en las naves laterales se levantan 18 cúpulas elípticas.
La Santa Capilla: fue inaugurada en ocasión del Centenario del Natalicio del Libertador, en 1883. Fue construida por el ingeniero arquitecto Juan Hurtado Manrique en un tiempo record de tres meses. Está inspirada en la Santa Capilla de París.
El Arco de la Federación: situado a frente a la colina del Calvario en Caracas, se construyó bajo el gobierno del Gral. Joaquín Crespo, en 1895.
El ingeniero arquitecto, reconocido como el más importante del siglo XIX, Juan Hurtado Manrique (constructor de la Santa Capilla y de la Iglesia de Sta. Teresa) fue el autor de los planos. La decoración y las esculturas que lo ornamentan son obra de Emilio Garibaldi.
El Neoclasicismo
El Neoclasicismo significó una vuelta a los contenidos grecorromanos, otro regreso más a las formas clásicas por excelencia: se busca nuevamente el equilibrio y la armonía entre los diferentes elementos.
Europeos y norteamericanos- recién independizados- vuelven sus ojos hacia la usanza grecorromana y tratan de llevar a su vida formas, actitudes y hasta modos de vida propios de aquellas épocas clásicas. El período de apogeo del Neoclasicismo coincide con la segunda mitad del siglo XVIII y el primer cuarto del siglo XIX.
Es un movimiento cultural y artístico de origen francés basado en la razón. Se dejaba llevar por las reglas y lo racional. Sumamente influenciado por las ideas ilustradas. Para los intelectuales americanos de la época lo que estaba planteado era darle independencia política al Nuevo Mundo, para que pudiera crear sus instituciones libres, incorporarse a la obra universal de la creación de una humanidad mejor y dar al espíritu, al arte y a las ciencias el aporte insustituible del pensamiento y la sensibilidad del ser americano.
Para esa inmensa empresa de creación de todo un mundo, la olvidada y pobre Venezuela de 1810 delega y presenta a los dos grandes hombres que estaban llamados a emprenderla y adelantarla en grado heroico y definitivo: Bolívar y Bello.
El Romanticismo
El Romanticismo no es una actitud frente a la existencia con sentimientos de nostalgia y melancolía, es, según, Víctor Hugo en el prefacio a "Cromwell" (1828), "la expresión literaria del liberalismo".
El Romanticismo es la última gran época cultural europea. Comienza a finales del siglo XVIII y se extiende hasta mediados del siglo XIX. En Latinoamérica nace en el siglo XIX.
• Características Generales
• El anhelo de algo lejano e inaccesible dio pie a la añoranza de tiempos pasados.
• Siente una especial predilección por lo sepulcral y macabro.
• Añoranza por la naturaleza.
• Contribuyó a reforzar los sentimientos de la identidad de cada uno de las naciones.
• Expresa el universo ficticio como una contradicción entre la descomposición del antiguo régimen político (el despotismo ilustrado) y su recomposición en un nuevo régimen (el Liberal).
• El mundo presentado por el escritor romántico muestra una perfección generalizada.
• Manifiesta un marcado individualismo, el "yo".
• Es subjetivo.
• Anhelo de libertad.
• Inclinación hacia lo fantástico e irracional.
PÉREZ BONALDE: UN ÍCONO DEL ROMANTICISMO VENEZOLANO
Desde épocas remotas, La literatura ha buscado siempre sus formas de expresión, donde los escritores han plasmado, y siguen plasmando sus pensamientos, ideas y sentimientos de acuerdo a los cánones que plantean las corrientes literarias del momento. Juan Antonio Pérez Bonalde (1846-1892), escritor caraqueño, fue un romántico por excelencia, supo representar claramente el movimiento literario que surgió en Venezuela en el siglo XIX (el Romanticismo) en oposición al Neoclasicismo eminentemente dogmático, donde los escritores expresaban de forma estética (poesía o prosa) sus ideas, rindiéndole tributo a los sentimientos personales.
REALISMO
Término que designa un movimiento que apareció en Francia en 1848, a raíz de la revolución de ese año (por lo que se vincula a las ideas sociales en favor de los más pobres), y que se extendió hasta 1880. Tiene como antecedentes el redescubrimiento de la pintura holandesa del siglo XVII y la influencia de los maestros barrocos españoles y como movimiento se opuso polémicamente tanto al romanticismo como a la pintura académica.
El realismo es un estilo que refleja la realidad histórica y que no copia objetos mitológicos, religiosos o alegóricos. Su fidelidad al detalle lo diferencia de la glorificación idealizadora romántica, y su concentración en los rasgos esenciales y típicos de los carácteres, situaciones y acciones lo distingue del reflejo de la realidad en sentido naturalista o fotográfico.
La meta del realismo no es la belleza, sino la verdad, y por tanto, el conocimiento de la realidad. Dentro de ese marco, las escenas de trabajadores alcanzan bastante relieve.
El realismo defiende la contemporaneidad frente a la historicidad: existe la absoluta necesidad de ser de su tiempo. Como parte de lo mismo, da gran importancia a la pura coincidencia de que algo suceda, como un encuentro entre amigos, por ejemplo, y que por esa simple cualidad amerita ser representado: no hay temas mejores ni peores, todo es digno de pintura.
Pero a fuerza de insistir en que todo era igual de importante, nada pareció importante; en busca del ahora y ya, se alcanzó la impresión fugitiva del instante.
El realismo pone fin a la pintura concebida como relato figurado; se pierde el sentido narrativo, no se explica nada, porque "la vida misma no se compone de sucesos argumentados".
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