¿Nación Venezolana A Inicios Del Siglo XIX?
ericklairet18 de Octubre de 2012
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UNIVERSIDAD DE LOS ANDES
FACULTAD DE HUMANIDADES Y EDUCACIÓN
ESCUELA DE HISTORIA
¿NACIÓN VENEZOLANA A INICIOS DEL SIGLO XIX?
(Memoria de grado presentada para optar a la licenciatura en Historia)
Br. ERICK LAIRET OLIVEROS
Tutor: TERESA BIANCULLI
MÉRIDA, JUNIO DE 2006
Índice
0.- Introducción--------------------------------------------------------------------------------p.1
1.- ¿Conciencia nacional venezolana a inicios del siglo XIX?--------------------------p. 11
1.1.- 1808-1810 ¡A la defensa de la Nación Española!--------------------------p. 14
1.2.- “Venezuela en 1811” Varias patrias, varias naciones, varios países-----p. 23
2.- 21 de diciembre de 1811, ¿Estado-nación venezolano a inicios del siglo XIX? --p. 40
3.- ¿Nación venezolana a inicios del siglo XIX? ¿En cuál sentido? (Conclusión) ---p. 53
4.- Bibliografía---------------------------------------------------------------------------------p. 60
0.- Introducción
“Buena parte de las interpretaciones clásicas de la Independencia de Hispanoamérica están fundadas, como bien se sabe, sobre el presupuesto, implícito o explícito, de la emancipación nacional. Bajo la claridad aparente de esta expresión se esconden, sin embargo, bastantes ambigüedades…” François-Xavier Guerra
A inicios del siglo XIX, la estructura político-social de las sociedades que habitaban lo que hoy conocemos como territorio venezolano, fue sacudida por ideas reformistas, constitucionalistas y revolucionarias.
Esas ideas, a la larga posibilitarían que se pusiera en duda la legitimidad de la monarquía absolutista como forma de gobierno, y en torno a ellas se canalizó la discusión relativa a la conformación de gobiernos republicanos que sustituyeran ese régimen. La oportunidad de hacer el cambio de sistema político que se discutía, fue impulsada a partir de 1808 no sólo por la fuerza de las ideas sino que también hubo una serie de hechos que lo catalizarían. “El detonante que va a precipitar todo este latente conflicto en España y en todo su ámbito político, peninsular y americano, lo constituyen los inesperados sucesos de 1808: el motín de Aranjuez, las abdicaciones de Bayona, la invasión napoleónica y la imposición, como rey, de José Bonaparte”.
La ausencia del Rey a la cabeza del gobierno desestabilizó la institucionalidad del régimen monárquico. Esta frágil situación se radicalizó dando como resultado la caída del gobierno en las provincias americanas, y éstas, terminaron formando parte de uno u otro de los estados nacionales latinoamericanos que se gestaron en los inicios del siglo XIX, cuya conformación definitiva tomaría muchos años.
La historiografía tradicional venezolana –patriotera y romántica- que se desarrolló en el siglo XIX y siguió en boga durante gran parte del siglo XX, pretendió explicar que el nacimiento y promulgación del estado nación venezolano, se dio no sólo por las ideas liberales y revolucionarias y los hechos de 1808, sino también, por la existencia de una conciencia nacional venezolana definida para la época, que permitió a quienes abogaban por la independencia absoluta, reconocerse como una sociedad homogénea y específica, diferente a la nación imperial española .
Es común que se haya hecho este tipo de consideración con respecto a la supuesta importancia que tiene la existencia previa de una conciencia nacional para la conformación de un estado nación, pues, generalmente, las interpretaciones clásicas sobre el nacimiento y formación de los estados nacionales, han pretendido explicar que “todo grupo humano que aspira a una existencia autónoma como Estado, es decir, al ejercicio de una soberanía plena, posee una fuerte identidad cultural fundada en la lengua, en la religión, en las costumbres, en una particularidad étnica –real o imaginada-, en una historia específica, etc.” Este presupuesto ha guiado en Hispanoamérica el estudio del nacimiento de los estados nacionales, y Françoise-Xavier Guerra lo ha llamado, “presupuesto de la emancipación nacional” .
En Europa, también se usó para dar explicación al mismo fenómeno de la gestación de los estados nacionales una noción muy parecida. En la década de 1870 Pasquale Stanislao Mancini propuso lo que llamó “el principio de la nacionalidad”, según el cual, cada estado nacional deriva espontáneamente de “una sociedad natural de hombres conformados en comunidad de vida y de conciencia social por la unidad de territorio, de origen, de costumbres y de lengua” . Es decir, según este principio la conformación de cada estado nacional es un paso natural y consecuente a la formación del carácter nacional de toda comunidad política.
Estos principios, presupuestos y criterios han privado en la comprensión que la historiografía tradicional venezolana tiene en relación al nacimiento y formación del Estado venezolano, y probablemente por esto, haya afirmado que la firma del Acta de Independencia del 5 de julio de 1811 y la promulgación de la Constitución de la Confederación de Venezuela en diciembre de ese mismo año, fueron resultado de una decisión nacional.
Así, esta historiografía le ha conferido una homogeneidad tal vez exagerada, a las distintas posiciones políticas que en 1811 expresaron los representantes de dispersas ciudades, pueblos y villas que habitaban el territorio venezolano, en relación a la situación que cada una de ellas atravesaba como sociedad integrante del inestable imperio español, que comenzaba a perder su poderío en tierras americanas.
Esa homogeneidad nacional posiblemente sea exagerada, pues, las sociedades que habitaban en 1811 lo que hoy conocemos como territorio venezolano, se habían desarrollado durante siglos bajo la tradición social y política hispánica y formaban parte de la nación española. Estaban organizadas políticamente bajo un gobierno monárquico en el que el Rey, como titular de la soberanía, reunía en su persona todas las competencias del Estado (legislativa, ejecutiva y judicial). Su economía, se había desplegado principalmente en función de los intereses que cada una de ellas podía satisfacer a la casa monárquica –lo que significa que no había relaciones comerciales permanentes y libres entre ellas-; y en cuanto sociedad, estaban organizadas según una estricta estructura de jerarquía vertical.
Teniendo en cuenta estas características políticas y socioeconómicas de las sociedades que conformaban el imperio español a inicios del siglo XIX, es muy probable que hacia 1811 las sociedades del territorio venezolano no compartiesen una particularidad étnica y cultural que las definiera específicamente como nación venezolana dentro del ámbito hispánico, y que tampoco compartiesen una clara identificación política de tipo republicano, que favoreciese la instauración de un estado de corte liberal que suprimiera las jerarquías en favor de una igualación de privilegios entre los miembros de la sociedad.
Eran unas sociedades que ni siquiera habían construido y mantenido vías de comunicación permanentes entre ellas y que no habían tenido la necesidad de perseguir los mismos intereses políticos y fiscales por ejemplo, pues, sus problemas eran tan heterogéneos, como lo autónomo y específico del desarrollo que cada una de ellas tuvo, en cuanto regiones históricas que se formaron y consolidaron de manera casi independiente las unas de las otras, durante 300 años.
En el sentido de lo expuesto anteriormente, se puede afirmar que la interpretación clásica de la historiografía tradicional venezolana sobre la independencia y formación de Venezuela como nación independiente, considera que en 1811 se expresó una “sociedad venezolana” uniforme en los aspectos étnico, cultural, político y territorial, que ya había desarrollado durante años una clara y particular identidad, y que a inicios del siglo XIX, encontró la oportunidad para proclamarse como nación soberana ordenada bajo la figura de un Estado nacional autónomo y soberano.
Por otra parte y en contraste a este tipo de concepciones sobre el nacimiento de los estados nacionales, algunos autores aseguran que estos (los estados nacionales) no están necesariamente supeditados a la existencia previa de comunidades homogéneas con una fuerte identificación étnica y política. Es decir, afirman que la concreción de los estados nacionales modernos (naciones actuales) no ha dependido necesariamente de la existencia previa de un deseo de emancipación nacional.
Para ellos, probablemente la mayoría de las naciones actuales no nacieron de asociaciones homogéneas de hombres, sino que son tales, gracias a que en cada territorio que ellas ocupan se concretaría una institucionalidad ordenadora que le daría “coherencia” a las sociedades dispersas que lograría dominar bajo su mando. Por tanto la conciencia de nación sería posterior y no anterior a la concreción estatal. Esta noción del nacimiento y formación de los estados nacionales, a diferencia de lo expuesto por Mancini en su principio de la nacionalidad, asoma la posibilidad de que
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