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El origen de la Gestión Pública data de finales de los años setenta y comienzos de los ochentas, siendo el producto de la evolución institucional y no por el progreso intelectual


Enviado por   •  6 de Octubre de 2016  •  Resúmenes  •  1.469 Palabras (6 Páginas)  •  345 Visitas

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El origen de la Gestión Pública data de finales de los años setenta y comienzos de los ochentas, siendo el producto de la evolución institucional y no por el progreso intelectual, desarrollándose en dos instituciones completamente distintas, las escuelas comerciales y las escuelas de políticas públicas; siendo la segunda la que aporto más a la evolución de la teoría. Los inicios de la gestión pública poseían dos ideas principales abismalmente distintas, debido a los dos enfoques que cada escuela aportó, la orientación de la escuela de la política pública y la influenciada por la escuela de comercio y la administración pública, estas ideas se han modificado gradualmente, y la han poseído distintos enfoques de análisis cuantitativos con aplicación en la economía u orientados hacia las capacidades especiales de la gestión.  

De los enfoques previamente mencionados, uno de estos basado en las políticas públicas, identificado como enfoque P, es ateórico y no cuantitativo, orientado hacia reglas basadas en la práctica, en el análisis de estudios de casos y en un método de enseñanza predilecto. Por otro lado, se encuentra un enfoque más cercano a la administración pública tradicional, guiada por las escuelas de comercio, llamado enfoque B, enseñado en programas de gestión “genérico”.

Existen grandes diferencias entre ambos enfoques de la gestión pública, el enfoque B desarrolla una teoría empírica y es favorable a los conceptos de las disciplinas comerciales, las diferencias empíricas de las organizaciones públicas y privadas y se enfoca en los procesos, el diseño de las organizaciones, el personal, presupuesto, etc. y atiende más a recurrir a técnicas cuantitativas para el análisis de datos acumulados y como complemento para los diseños experimentales. Mientras que el enfoque P, tiende a dar por sentadas las divergencias o a examinar los informes de casos, dejando por un lado el proceso y, en cambio, subraya los políticos y la política.

Ambos enfoques tienen fundamentos institucionales y profesionales distintos, que generan méritos que divergen considerablemente, sin embargo no son excluyentes uno de otro y se puede llegar a la creación de una síntesis donde se tomen las características predominantes de cada uno en la investigación  de la gestión púbica.

En la teoría muchos eruditos han realizado estudios de lo que es y lo que debería ser basándose en ambos enfoques, dedicando tiempo y energía para crear un fondo de investigación adecuado, a pesar de que todo este análisis posee un valor, se puede llegar a generar un mayor avance de la identidad de la disciplina, y consecuentemente de la investigación y la teoría, si se diera respuesta útil a las preguntas teóricas importantes.

A partir de esto nace la gestión pública, dejando de lado campos “anticuados”, como la administración pública, pero aún sin una definición concreta, específicamente en los especialistas en gestión pública, que carecían de una identificación clara y antecedentes que orientaran su institucionalización. Fue en la escuela de la política pública donde concretaron su identidad y lograron consolidar un alto nivel, donde el interés no recae en la administración cotidiana o en la gestión de las estrategias sino en la función del administrador o ejecutivo político en las políticas.

Precisar este concepto, de la gestión pública, nos hace tartamudear un poco, y tal como lo represento Hal G. Rainey, al fijar un tono iconoclasta por negarse a definir concretamente que es la teoría de la gestión pública para de esta manera empezar a producirla, existen varios autores que fijan su definición para ponerla en práctica, como L. E. Lynn Jr., que enfoca cinco conceptos interrelacionados que fundamentan el marco teórico para su estudio y para la práctica de gestión pública, siendo altamente citado por expertos en la materia, sin embargo J. L. Perry concibe una aseveración distinta, basándose en la metáfora de Waldo, sugiriendo una relación teoría-práctica de la gestión pública similar a la relación de una clínica, siendo la teoría para las masas que ejercen la disciplina y no para las élites de alto nivel.

Otros autores, como L. Frost-Kumpf y B. Wechsler, rechazan de manera explícita un modelo de ciencias naturales y aportan una dicotomía entre la teoría y la práctica que da lugar a un enfoque colectivo más interactivo para teorizar la practicidad de la gestión pública.

Como se ve existe una gran disputa entre lo que es la teoría de la gestión pública y lo que debería ser en la práctica, de la que derivan cuestiones de investigación que de ser ilustradas lograrían un valioso progreso en esta disputa, un ejemplo es la comparación de variaciones entre los tipos de organizaciones y de administradores públicos, donde la burocracia pública se centra en propiedades comunes menospreciando las variables que existen entre ellos y alejándose de un conocimiento más sistemático de las variaciones, siendo las tipologías las que aportan poco éxito en las ciencias sociales y que su estudio ha producido esfuerzos no tan significativos limitando poder obtener ese logro.

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