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Industrializacion En Colombia


Enviado por   •  8 de Agosto de 2013  •  2.497 Palabras (10 Páginas)  •  723 Visitas

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El desarrollo económico de Colombia después de 1810 se dio entre dos modelos: el que luchaba por reconstruir los fundamentos coloniales de la economía nacional y el que aspiraba a una ruptura con múltiples trabas que se oponían al desarrollo moderno. El segundo, que habría de triunfar hacia 1850, oponía al proteccionismo el libre cambio, a la intervención del Estado en el ordenamiento de la economía la defensa de la empresa privada, y a los esfuerzos de industrialización y protección de los productos nacionales la teoría de que la agricultura y la minería para exportación deberían ser los ejes del desarrollo nacional.

El proceso mecanizado de transformación de materias primas tuvo varios nacimientos y varias muertes antes de su consolidación decisiva.

Así, concentradas en Bogotá, emergieron entre las décadas de 1830 y 1850 pequeñas fábricas de loza, ácido sulfúrico y tejidos de algodón, que aprovecharon la fuerte pendiente de los cerros para mover tornos y telares mediante la energía hidráulica de ruedas de paleta. Este primitivo esfuerzo murió casi al instante, al no poder superar las trabas naturales de su dependencia de la abundancia o escasez de aguas, unido a la competencia desigual con los productos extranjeros de superior calidad.

Un segundo intento fue el de la producción de hierro. En el que empezó a surgir, el sector de las ferrerías, es decir, las pequeñas fábricas de hierro con altos hornos, martinetes, refinación y fundición de hierro primero se dio en la población de Pacho en 1827, donde la instalación, de este capital fijo inicial exigió la asociación de principales capitales que provinieron de las minas de sal, esmeraldas, oro y plata, y del comercio. Pronto el negocio se consolidó, atrajo capital extranjero, y fue objeto de varios golpes de mano para apoderarse de él, como el de la crisis financiera de Bogotá de 1842.

Con el tiempo el pequeño sector de hierro se diversificó regionalmente con la ferrería de Samacá en 1856, la de La Pradera en 1860 y la de Amagá en 1865, donde "iron-masters" ingleses traídos a Pacho o ingenieros franceses aportaron su pericia. El mercado del hierro nacional pareció consolidarse, aunque la dependencia de la energía hidráulica determinó que los altos hornos permanecieran apagados a veces hasta seis meses. El vapor sólo llegó en la década de 1880 a Samacá y La Pradera, porque la vinculación estratégica entre este sector siderúrgico y su principal cliente, los ferrocarriles, nunca se dio. Los primeros rieles nacionales, objeto de inusitado entusiasmo patriótico, se fabricaron, ciertamente en La Pradera en 1884. Sin embargo, como los yacimientos de hierro nunca fueron objeto de una prospección geológica estricta para determinar su calidad y su cantidad, el hierro producido resultó decaer por el rechazo por parte de los grandes consumidores, que exigían acero para rieles en vez del quebradizo hierro. Las ferrerías se fueron cerrando y sucedió que los altos hornos tuvieron una vida útil más larga que los yacimientos, cuando lo lógico hubiera sido lo contrario.

Si es cierto que el país no alcanzó la revolucionaria asociación entre carbón, hierro y ferrocarriles, acumuló en cambio experiencias. La figura del capitán de industria, es decir, aquel que era capaz de trabajar a base de capital fijo con el indispensable cálculo de capital mediante la contabilidad se consolidó, apoyada en el café, en minas de oro y plata y en la experiencia interna y externa de los ferrocarriles; éstos a su vez fueron creando la infraestructura necesaria para un gran mercado interior, de que carecieron las ferrerías; por último, las máquinas empezaron a ser movidas ya no por las primitivas ruedas hidráulicas ni por las máquinas de vapor, sino por versátiles motores y dinamos eléctricos. En condiciones de establecer un cálculo racional de sus costos ,surgió, experiencias industriales aisladas como Bavaria, primero en Santander y luego en Bogotá; fábricas de tejidos y pequeñas fábricas de productos de primera necesidad en Medellín, Cali y Bucaramanga.

Durante el quinquenio del presidente Rafael Reyes se protegió decididamente el esfuerzo interno, pero fue en la década de 1920 el primer grito del capitalismo industrial , que fue la generalización del trabajo femenino e infantil, concentrándose un efectivo importante de obreras en Medellín, en empresas como Fabricato, en Bello, inicia Coltejer, que empezaron a especializar y a disciplinar su mano de obra, con la ayuda de la Iglesia católica y que más tarde se convertiría en el más importante complejo textil de Latinoamérica. Se funda también Posada Tobón y Compañía dedicada a la producción de bebidas no alcohólicas.

La cuestión primordial del impulso dado por Reyes a la industrialización era, la paz. Por ello, se dieron decretos legislativos que elevaron tarifas de aduanas para productos extranjeros o concedieron subsidios directos en dinero, toma de acciones, primas de exportaciones y garantías de rendimiento de capital, para fomentar fabricaciones de tejidos, bebidas, tabaco y azúcar. Decretos como el 1.143 de 1908 autorizaron la exención de derechos aduaneros para maquinaria y materias primas no producidas en el país, siempre que se tratara de implantar nuevas industrias.

Condiciones inexcusables para este nacimiento fueron la consolidación del Estado con administración fija, funcionarios especializados y derechos políticos, de una parte, y juristas y abogados que interpretaron y emplearon racionalmente el derecho para los contratos, ya que numerosos abusos y litigios se presentaron en la transición del trabajador agrícola a la ciudad, haciendo necesarios los inspectores de trabajo que visitaban las empresas, constataban las normas de seguridad y presentaban informes escritos que eran analizados por los abogados, Asegurando una disciplina del trabajo, un Estado y un derecho racionales, y una organización empresarial del trabajo, otro hecho definitivo para el nacimiento de la industria colombiana fue el rompimiento de las trabas naturales que impedían el movimiento continuo de máquinas y equipos y una oferta permanente. No fue coincidencia que los mismos empresarios que fundaron las primeras fábricas se unieran para crear las primitivas empresas de energía eléctrica, tal como aconteció en Bogotá y Medellín, donde los fundadores de Cementos Samper o Coltejer crearon empresas para autoabastecerse de electricidad y vender sus sobrantes. Pero fue en el occidente colombiano, en Antioquia, donde se dieron las raíces del sector hidroeléctrico, con grandes centrales y amplios sistemas de conducción, del cual depende aún en gran medida todo el territorio nacional.

A esta última experiencia está asociada la condición final del surgimiento de la industria: su organización y funcionamiento

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