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Los grupos dirigentes argentinos fueron liberales y progresistas cuando proyectaron la formación de una sociedad nueva


Enviado por   •  4 de Noviembre de 2015  •  Informes  •  2.013 Palabras (9 Páginas)  •  290 Visitas

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  1. Los grupos dirigentes argentinos fueron liberales y progresistas cuando proyectaron la formación de una sociedad nueva y heterogénea a través de la incorporación de inmigrantes y, no obstante, se mostraron escépticos y conservadores en el campo político.
  2. Estos dirigentes pensaban que el país debía ser transformado “desde arriba”, evitando que los descendientes de inmigrantes arrancaran algún día el poder de las manos patricias. Con el correr del tiempo, el progreso que ellos mismos preconizaban les tendió una trampa: la sociedad se había vuelto más compleja, más heterogénea y más lucida. El ámbito de la política se fue separando de esa sociedad. Esta distancia genero diversas tensiones no sólo entre los opositores externos a la élite, sino también dentro de la misma clase dirigente. Ante esta amenaza, el régimen conservador otorgó suma importancia al control de la sucesión política, control que se centró en los cargos de presidente, gobernadores y senadores, y que tenía como fin impedir que alguno de esos cargos fueron ocupado por los sectores de la clase política que emprendían una actividad opositora.
  3. El régimen político procuró conciliar los valores igualitarios de una república abierta a todos los ciudadanos con los valores jerárquicos de una república restrictiva, circunscripta a unos pocos. La estrategia política diseñada para lograrlo establecía una capacidad de decisión dominante para el poder central, que implicaba la supremacía del gobierno nacional frente a los estados provinciales; otorgaba el gobierno una minoría privilegiada y limitaba la participación política del resto de la población. Pero, aseguraba a todos los habitantes, el máximo de garantías en cuanto a su actividad civil.
  4. Se inspiraba en el pensamiento de Juan Bautista Alberdi, dentro de la comunidad política, sólo unos pocos estaban habilitados para elegir a los gobernantes y, para ser elegidos para desempeñar cargos públicos. El criterio de selección debía estar dado por la riqueza, por la educación y por el prestigio. Creía que la mayoría de la población no solo carecía de estos requisitos, sino que había hecho un mal uso de la libertad política favoreciendo a los despotismos populares, según lo demostraba la experiencia rosista. Por estas razones, concluía que esa mayoría solo podía acceder al derecho de la plena libertad civil.
  5. Las juntas de electores, que funcionaban en cada provincia, y el Colegio Electoral eran las instituciones donde se procesaron las sucesiones presidenciales desde 1880. La característica central del Colegio Electoral consistía en que los electores (votados por los ciudadanos) eran libres de elegir a uno u otro candidato, es decir que no dependían del mandato imperativo del pueblo para designarlos.
  6. Los gobernadores tenían un peso político muy grande en este proceso, puede decirse que las provincias resultaban las verdaderas protagonistas del momento decisivo en que se elegía al presidente.
  7. La relación de la nación con las provincias constituía un asunto político de fundamental importancia, puesto que en la práctica había que conciliar una república que en las formas se proclamaba como federal (con un sistema sumamente centralizado, el que el Poder Ejecutivo nacional gozaba de amplias atribuciones.
  8. El federalismo argentino se inscribe en la misma línea que el alemán, ya que el equilibrio dualista se quiebra a favor del Estado nacional y, a favor del Poder ejecutivo, dado que nuestro sistema ha tenido siempre un fuerte sesgo presidencialista.
  9. Julio A. Roca:  San Miguel de Tucumán. 

Miguel Juárez Celman: Córdoba.

Carlos Pellegrini: Buenos Aires.

Luis Sáenz Peña: Buenos Aires.

José Evaristo de Uriburu: Salta.

Manuel Quintana: Buenos Aires.

José Figueroa Alcorta: Córdoba.

Roque Sáenz Peña: Buenos Aires.

Victorino de la Plaza: Salta.

La mayoría de los presidentes estaban distribuidos en las provincias que más poder político en el Colegio Electoral.

  1. El mecanismo más contundente de ruptura del equilibrio dualista de que disponían las instituciones argentinas era la llamada intervención federal. El derecho de intervención a los gobiernos provinciales fue sancionado por la Constitución  de 1853 en su artículo, después de la reforma de 1860, quedó redactado de este modo: “ El gobierno federal interviene en el territorio de las provincias unidas para garantir la forma republicana de gobierno, o repelar invasiones exteriores, y a requisición de sus autoridades constituidas para sostener o restablecerlas, si hubieran sido despuestas por la sedición, o por la invasión de otra provincia”:
  2. El control del acto eleccionario propiamente dicho se efectivizaba en dos etapas: la primera consistía en el fraude electoral; la segunda, en la manipulación de los resultados de los comicios por parte de las asambleas legislativas. El fraude se concretaba a través de lo que se ha dado en llamar “producción del voto”, un proceso que se llevaba a cabo a través de la formación de las comisiones empadronadoras del registro, del voto colectivo, del comicio doble, del vuelco de los padrones, de la repetición del voto o de la compra de sufragios. Opino que en esa época había mucho fraude electoral y esto violaba el voto secreto y la libre elección de los candidatos.
  3. Para votar era necesario empadronarse e integrar un registro electoral. Las comisiones empadronadoras tenían, la facultad de juzgar quiénes reunían las condiciones para ser inscriptos en el padrón. El fraude comenzaba en esta primera instancia, a través de inscripciones indebidas y de la omisión de nombres en el registro. El voto colectivo consistía en la concurrencia en grupo de un número grande de votantes al lugar del comicio. El vuelco de padrones se hacía por medio de la copia lisa y llana de los registros. Se les asignaba un voto a cada ciudadano registrado, estuviera presente o ausente. El sistema podía reforzarse con la repetición del voto realizada por electores “volantes” o “golondrinas”, que sufragaban varias veces en la misma mesa o en diferentes mesas del mismo distrito. La compra directa de votos era un mecanismo posible por hecho de que el voto no era secreto. El votante recibía, después de haber emitido su voto, un vale del fiscal del partido oficial y luego con él cobrara en el comité una suma que variaba según las circunstancias. La farsa electoral culminaba en los cuerpos legislativos: desde las municipalidades hasta las instituciones nacionales, cada asamblea legislativa de distinto nivel juzgaba las elecciones y sus resultados.
  4. El sistema político se vio sacudido por la llamada “Revolución del Parque”, que fue el primer cuestionamiento violento del orden consagrado en 1880.
  5. La Revolución de 1890 inició un ciclo revolucionario que se extendió hasta 1905 y que se propagó desde el centro hacia la periferia: a su turno, Córdoba, San Luis, Santa Fe, la provincia de Buenos Aires y Tucumán tuvieron sus propias revoluciones. Los dirigentes de la Revolución Parque provenían de fuerzas políticas de diferente signo que se organizaron en una agrupación llamada Unión Cívica: el partido liberal, de tradición mitrista; algunos personajes del tronco autonomista; y un grupo de antiguos militantes de la tradición populista del autonomismo bonaerense, que seguían a Leandro Alem y a Hipólito Yrigóyen, que en 1889 habían fundado la Unión Cívica de la Juventud. La consecuencia inmediata de la revolución fue la renuncia del presidente Juárez Celman. El vicepresidente, Carlos Pellegrini, asumió la Presidencia de la Nación.
  6. En 1891, la Unión Cívica se dividió. Un sector se formó la Unión Cívica Radical, que fue el primer partido político “moderno”, el partido político tal como lo entendemos ahora. El partido Socialista fundado en el año 1896. La oposición al régimen conservador tuvo la habilidad de implantar y hacer funcionar exitosamente este tipo de experiencia política. Incluso, algunos lúcidos dirigentes conservadores intentaron organizarse a través del Partido Demócrata Progresista, fundado en 1914.
  7. Se trataba en realidad de un esquema de un esquema de organización y reclutamiento popular basado en una red de caudillos ( en esto se parecía al esquema conservador), pero sustentado en la noción del partido institucionalizado. Eran instituciones autónomas respecto del Estado, con sus órganos propios y dispuestos a obtener el consenso popular.  
  8. La ley electoral del 1912 estableció el voto universal, obligatorio y que los padrones electorales, a partir de ese momento, se confeccionaran siguiendo rigurosamente el padrón militar. El voto secreto tenía por objeto terminar con la venalidad del voto cantado y garantizaba al ciudadano toda la protección posible para expresar sin ninguna coacción sus preferencias políticas a través del sufragio. La ley se aplicó por primera vez en 1912 en las elecciones de diputados y gobernantes en la provincia de Santa Fe.
  9. La ideología liberal surgida en Europa durante el siglo xix promovía, los valores individualismo y el y del progreso, a obtenerse por el camino de la ciencia y la razón. Estaba asociada al triunfo del capitalismo como orden económico y de la burguesía como clase dominante.
  10. El liberalismo se había posicionado como ideología dominante de la Argentina desde la misma caída de Rosas en 1852. Aun en el marco sangriento de las luchas civiles que precedieron a la consolidación definitiva del Estado nacional, el avance de las ideas liberales se observaba en la política económica y en la política social. No obstante, fue la consolidación del Estado con su entramado institucional puesto al servicio de un determinado proyecto de país lo que permitió que el liberalismo pusiera en marcha su programa con ímpetu sin precedentes. El rasgo central de la ideología liberal era la noción del progreso. En la Argentina esta noción tuvo dos exponentes paradigmáticos: Alberdi y Sarmiento.
  11. La concepción del progreso que esgrimía Alberdi era más limitada y menos compleja que la sarmientina, pues consideraba que el progreso podía ceñirse al plano económico. El progreso social consistía para Alberdi, esencialmente, en la posibilidad que todos los habitantes, nativos y extranjeros, tenían de ejercer libremente cualquier industria lícita. En el plano político, era deseable que el poder estuviera en manos de una especie de “Patriciado” calificado por el prestigio, la riqueza y la educación. La educación popular no era, objeto de especial atención, en el marco de las restricciones políticas que el proponía para las mayorías, una educación pública muy esmerada podía significar un obstáculo. La visión de Sarmiento del progreso era mucho más integral: para el los cimientos de la republica dependían del tipo de ciudadano que se lograra constituir. La educación popular, según Sarmiento, la llave maestra no sólo de una sociedad deseable, sino también de una economía prospera y de una política sana.
  12. La expresión “cuestión social” fue acuñada en la época para designar los problemas derivados de la formación de la Argentina moderna de una clase trabajadora con organizaciones propias, ideológicas contestarías, reclamos específicos y mecanismos de protesta. La “cuestión social” hacía referencia también a las deficiencias en las condiciones materiales de vida de los sectores populares y a la necesidad de proponer soluciones desde el Estado. La cuestión nacional se planteó a partir de la evidencia de que, si bien el proceso de construcción de Estado nacional había culminado exitosamente bajo el roquismo, el alud inmigratorio posterior había dado origen a una sociedad completamente nueva, la sociedad criolla tradicional y cuyas características, a principios del siglo xx, parecían escapar a cualquier encuadre “nacional”
  13. El positivismo implantado por José Ramos Mejía. La corriente organizadora y la anti organizadora, “huelga general insurreccional”. Antiautoritarista, anti represiva y anti militarista y los anarquistas.
  14. El positivismo ofreció respuestas a los problemas planteados por lo que se dio en llamar la irrupción de las multitudes en la historia argentina. El positivismo argentino se inspiró en el discurso cientificista y biologicista europeo, de cuño darwinista y spenceriano. Conoció diferentes versiones; en su expresión más intensa llego a las postulaciones de carácter racista. Siguiendo parámetros establecidos por la medicina de la época, se concibió a la sociedad como un organismo y a la crisis social como una enfermedad que había que curar. Utilizamos el término “izquierdas” debido a que este arco ideológico se expresaba a través de distintas corrientes. Tres fueron las fundamentales: el anarquismo, el socialismo y el sindicalismo revolucionario. El anarquismo se defendía esencialmente por una postura “anti policista” y “anti estatista”. En la  práctica el anarquismo se estructuraba alrededor de dos grandes tendencias, “organizadores” y “anti organizadores”, según aceptaran o rechazaran las formas organización estables del movimiento obrero, la participación en las organizaciones sindicales y la lucha por las reivindicaciones parciales.                                                          

                       

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