Pueblos del Chile prehispánico

Pueblos del Chile prehispánico

El país debió poblarse alrededor de 15,000 a.C., una lenta configuración cultural fue transformando a los pueblos que enfrentarían a los incas y españoles en el siglo XVI; los aborígenes que poblaban el actual territorio de Chile presentaban una variedad de culturas, existían grupos en estado muy primitivo: nómadas que se trasladaban de un sitio a otro en busca de recursos, siendo recolectores y cazadores. Algunos grupos evolucionaron y se transformaron en agricultores sin que hubiesen dejado las otras actividades; ocupaban permanentemente la tierra, practicaban la ganadería de llamas, alfarería y fabricación de telas. Sus viviendas eran de materiales sólidos y vivían en aldehuelas.

Debido a la dispar geografía chilena, en esa época existían pueblos nómadas marítimos deambulando por las costas del norte y centro en balsas de cuero, como los changos que eran descendientes de los hombres de conchales; fabricaban vasijas,  cestas de fibras de vegetales, artículos de cuero y algunos objetos de metal, sin embargo el mar era su principal fuente de recursos.

Sobre las aguas de los archipiélagos y canales sureños se deslizaban, en embarcaciones de troncos y corteza de árbol, chonos (islas al sur de Chiloé), fueguinos (sur de Magallanes) alacalufes, y yámanas. Peces, mariscos, lobos marinos, focas y ballenas eran su alimento.

Otros lo hacían por tierra, cazando guanacos, huemules, y avestruces: chiquillanes, pehuenches, puelches, tehuelches, onas. Formaban pequeños grupos familiares unidos en bandas por vínculos de parentesco.

Desde el río Aconcagua  hasta el golfo de Reloncaví vivían los mapuches, quienes disponían de un animal doméstico parecido a la llama: el chilihueque. Una posible invasión los dividió en tres tribus: araucanos (mezcla de mapuches con invasores), picunches y huilliches. Los picunches aprendieron por el contacto con las diaguitas, técnicas agrícolas como la construcción de canales de regadío y la confección de cerámica; la cual también fue adoptada por las otras tribus.

Los mapuches fueron tribus que solo reconocían a un jefe en tiempos de guerra, el toqui. En épocas de paz, eran dirigidos por el lonko, un aciano que actuaba como cabeza de la familia.  

Las diaguitas, agricultores y pastores habitaban gran parte de los valles, recibieron influencia del norte y la Cordillera. Gracias a ellos pudieron constituir señoríos o entidades políticamente autónomas que en cada valle, estaban gobernadas por dos señores: uno ejercía jurisdicción en la mitad hacía arriba y el otro hacía abajo. Sobresalieron por su cerámica, metalurgia  y elaboradas tumbas.

Otros señoríos se desenvolvieron en los valles interiores: atacameños. Levantaron pueblos con casas de piedra y techos de paja; cultivaron en terrazas labradas sobre laderas de los cerros; trabajaron el cobre, plata y oro; enormes rebaños de llamas y alpacas les proporcionaron carne, cueros, lana y medios de transporte.

El viaje a Chile de don Diego de Almagro

La conquista de México, llevada a cabo por Hernán Cortés fue igual de interesante que la de Perú, protagonizada por Francisco Pizarro y Diego de Almagro. Después de algunos intentos, Pizarro logró entrar en contacto con el imperio de los Incas y mediante un golpe de audacia se apoderó de su monarca, Atahualpa. La prisión del inca significó  para los españoles una gran victoria, por lo que la capital de los indígenas, el Cuzco, cayó en manos de Almagro. Sin embargo, la amistad de estos dos personajes había sufrido incidentes por lo que Almagro tuvo que continuar la conquista hacía el sur.

Cuando decidió explorar Chile, ya existían algunas noticias muy vagas sobre el país; los indígenas de Perú hablaban de un región muy rica en oro que colmaría las ambiciones de los españoles. El extremo sur y parte de las costas meridionales habían sido visitadas por los hombres de Hernando de Magallanes en noviembre de 1520. Seis años después, un barco de García  Jofré de Loayza recorrió las costas chiles sin desembarcar en ellas.

Almagro logró reunir una expedición de más de 500 hombres, 100 negros y 10,000 indígenas que las autoridades incásicas (el Inca Paullo y el sacerdote Villac-Umu) dispusieron para conducir tropillas de llamas con alimentos y toda clase de utensilios, que les serviría de ayuda.

En julio de 1535, Almagro salió del Cuzco y se dirigió al altiplano boliviano, siguiendo uno de los caminos de los incas, pasó por las cercanías del lago Titicaca, atravesó el río Desaguadero y prosiguió hacía el sur. En Tupiza, se apoderó de un cargamento de oro enviado desde Chile al Inca y durante dos meses estuvieron reponiéndose de los augurios. En enero de 1536 reemprendieron el viaje, explorando el noreste de la actual República Argentina hasta Chicoama donde reposaron dos meses preparándose para cruzar la Cordillera de los Andes descendiendo al valle de Copiapó a fines del mes de marzo. Avanzaron al valle de Aconcagua pero carecía de las riquezas que se predecía y ordenó el regreso a Copiapó. En septiembre decidió adelantar la ruta por el desierto, porque además de querer evitar penalidades, estaba ansioso por retornar al Cuzco: acababa de recibir la Cédula que le concedía la gobernación de Nuevo Toledo.

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