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Revolución de Mayo de 1810

adrian752914 de Abril de 2013

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1810

Revolución de Mayo de 1810

Los sucesos que tuvieron lugar durante el mes de mayo de 1810 fueron el resultado de una convergencia de factores. Por un lado, Inglaterra experimentaba grandes cambios como consecuencia de la revolución industrial que había comenzado en las últimas décadas del siglo XVIII y se perfilaba como una gran potencia naval y comercial. Su crecimiento industrial la impulsaba a la búsqueda de nuevos mercados y el territorio americano le ofrecía interesantes perspectivas. Por otro lado, el imperio español perdía supremacía. Su inferioridad en el mar y su incapacidad para abastecer económicamente a sus dominios le dificultaban un efectivo control sobre estos territorios y provocaron un debilitamiento del lazo que lo unía a sus colonias. En las colonias, y en estrecha relación con estos procesos, se agudizaron las tensiones entre Españoles y criollos. Las prerrogativas que ejercían los españoles limitaban la participación de los criollos en el poder y en los beneficios del comercio. Por lo tanto, convergían los intereses de aquellos que creían llegado el momento de alcanzar la independencia política (como Manuel Belgrano, Nicolás Rodríguez Peña, Juan José Paso y Juan José Castelli, entre otros) y de los que pensaban que era necesario modificar el régimen económico, que beneficiaba únicamente a los comerciantes monopolistas, reemplazándolo por el libre comercio (los comerciantes y los terratenientes criollos productores de cuero y tasajo). La situación de cautiverio de Fernando VII y el avance del ejercito francés sobre territorio español abrieron en el Río de la Plata las discusiones en torno a la autoridad que debía asumir el poder en su reemplazo y precipitaron los acontecimientos que desembocarían en la constitución de La Primera Junta de gobierno.

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La Primera Junta

En las discusiones que se sucedieron durante la semana de Mayo para evaluar la situación de las colonias frente a los sucesos en España, triunfó la postura que sostenía que debía caducar la autoridad del Virrey para ser reemplazado por una junta emanada del pueblo. Esta decisión provocó la resistencia de los españoles porque abría las puertas del poder a los criollos. Sin embargo, pese a algún intento fallido de evitarlo, el 25 de mayo se constituyó una Junta de Gobierno que presidía Cornelio Saavedra e integraban Juan José Castelli, Manuel Belgrano, Miguel de Azcuénaga, Manuel Alberti, Domingo Matheu y Juan Larrea como vocales y Juan José Paso y Mariano Moreno como secretarios. Sus primeras medidas fueron invitar a los Cabildos del interior a enviar sus representantes y llevar la noticia de su constitución al resto del Virreinato. Para ello, y previendo la resistencia de los sectores realistas (aquellos que creían que debían respetarse las autoridades españolas aunque el rey estuviera en cautiverio), dispuso la organización de expediciones militares (una Expedición al Alto Perú y otra Expedición al Paraguay). La Junta no fue aceptada en tres regiones del virreinato: Montevideo, Paraguay y el Alto Perú. En estas zonas tuvieron lugar la mayor parte de los enfrentamientos militares que debió librar el nuevo gobierno. Las tareas que emprendió la Junta estuvieron relacionadas con dos áreas fundamentales: la continuación de la lucha por la liberación de los lazos coloniales y la organización interna de estos territorios. En torno a estas cuestiones surgieron divisiones y conflictos internos difíciles de conciliar, como el que dividió a morenistas y saavedristas.

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Conflictos internos

Junto a los problemas que surgieron en sus relaciones con otras regiones del virreinato, La Primera Junta debió enfrentar algunos conflictos internos. Dentro del nuevo gobierno se delinearon dos posturas. Un grupo, integrado principalmente por intelectuales y cuyo principal representante era Moreno, tenía ideas más radicalizadas. Pensaba a la revolución como un movimiento esencialmente criollo que debía impulsar un orden democrático a través de la educación popular. El otro grupo, encabezado por Saavedra, que nucleaba a las fuerzas conservadoras y contaba con el apoyo de las milicias urbanas, tenía ideas más moderadas. Ellos veían a estos cambios sólo como una transferencia de poder de la élite española a una nueva élite integrada por funcionarios, comerciantes y terratenientes criollos. A los enfrentamientos entre morenistas y saavedristas, se sumaba el creciente conflicto entre Buenos Aires y las provincias, sobre todo las del Litoral (Santa Fe, Corrientes y Entre Ríos). Los porteños pretendían seguir detentando la hegemonía política heredada del Virreinato y las ventajas económicas que les otorgaba el exclusivo control sobre los ingresos aduaneros. Los sectores del Litoral, que también orientaban su producción a la exportación, aspiraban a participar más activamente de estos ingresos. Este cruce de conflictos ideológicos y de intereses nos permite apreciar la complejidad de este momento histórico y las dificultadas que encontraron sus participantes para definir sus proyectos políticos.

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La Junta Grande

Con la llegada de los diputados del Interior, en diciembre de 1810, se agudizaron los conflictos entre morenistas y saavedristas. Mariano Moreno se opuso a su incorporación a la Junta, temeroso de que las posturas conservadoras de la mayoría de estos diputados significaran un freno a su proyecto sobre el futuro de la revolución. Como alternativa, propuso su incorporación en un poder legislativo. Los grupos conservadores, nucleados en torno a Saavedra, lograron imponer su postura favorable a la ampliación de la Junta, constituyéndose así La Junta Grande. Como consecuencia de estos sucesos Mariano Moreno se alejó definitivamente de su cargo en la Junta de gobierno.

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Expedición al Alto Perú

La Expedición al Alto Perú estuvo al mando del general Antonio Balcarce, acompañado por Juan José Castelli como representante de la Junta. Tras una derrota en Cotagaita, obtuvo la primer victoria para las armas de la revolución en Suipacha, el 7 de noviembre de 1810. Este triunfo les permitió seguir avanzando hasta el margen sur del río Desaguadero. Allí fueron derrotados por el ejército realista al mando del general Goyeneche en la batalla de Huaqui (junio de 1811) y debieron retroceder hasta Salta. Esta derrota tuvo importantes consecuencias: se perdieron las provincias del Alto Perú, la frontera norte quedó desguarnecida y el gobierno de Buenos Aires, además de recibir un duro golpe frente a la opinión pública, debió levantar el sitio de Montevideo. En marzo de 1812, el general Manuel Belgrano se hizo cargo del ejército del Norte. Las condiciones en que se encontraban estas fuerzas le hacían imposible enfrentar a los realistas, que avanzaban desde el norte al mando del general Pío Tristán. Entonces Manuel Belgrano inició lo que sería conocido como "éxodo jujeño": se retiró junto con los pobladores hasta Tucumán, dejando a los realistas sin alojamiento, víveres ni ayuda. Fortalecido su ejército y desobedeciendo las órdenes del Triunvirato, que le ordenaba retrocer hasta Córdoba, derrotó a los realistas en las batallas de Tucumán (setiembre de 1812) y Salta (febrero de 1813). De esta manera, el ejército patriota pudo avanzar y establecerse en Potosí. Sin embargo, esta situación favorable duraría poco tiempo. Las tropas de Manuel Belgrano fueron derrotadas en Vilcapugio (octubre de 1813) y Ayohuma (noviembre de 1813) por las fuerzas realistas al mando de Joaquín de la Pezuela. Manuel Belgrano retrocedió a Tucumán y los realistas ocuparon el Alto Perú y llegaron hasta Salta. Después de la decisión de José de San Martín de instalarse en Mendoza para preparar desde allí sus campañas, el ejército del Norte quedó al mando de José Rondeau que, en 1815, inició una nueva campaña que, a grandes rasgos, repitió el esquema de las anteriores. Después de un avance del ejército patriota hasta el Alto Perú, debieron replegarse atacados por los realistas, que los vencieron definitivamente en Sipe-Sipe.

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Situación en la Banda Oriental (1810-1815)

El Cabildo de Montevideo se negó a reconocer a las autoridades constituidas en Buenos Aires. En enero de 1811, regresó a la capital oriental Javier de Elío, con el título de virrey del Río de la Plata conferido por el Consejo de Regencia. Elío le declaró la guerra a la Junta de Buenos Aires cuando ésta se negó a reconocer su autoridad. En la campaña uruguaya comenzó a gestarse un movimiento contra las autoridades realistas encabezado por José Artigas. En febrero de 1811, tuvo lugar un levantamiento conocido como Grito de Asencio, que luego de proclamar el fin de la dominación española, tomó las poblaciones de Mercedes y Soriano. La Junta porteña envió a un ejército al mando de Rondeau, que con la ayuda de Artigas, puso sitio a Montevideo. Al tener conocimiento de que de Elío había establecido contactos con la Corte lusitana radicada en Brasil, el gobierno porteño decidió pactar directamente con de Elío el cese de las hostilidades. Pero Artigas no aceptó lo dispuesto por el acuerdo y con un grupo de pobladores abandonó su país y se estableció al norte de Concordia, Entre Ríos. Este movimiento se conoce como el "éxodo oriental". A partir de entonces, Artigas se convirtió en el jefe de un importante movimiento popular

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